Es fácil gastar el dinero que no es propio, los políticos son especialistas en hacerlo. A nivel nacional algunos de los aspirantes a la Presidencia de la República no dudan en abrir la chequera, lo mismo sucede cuando los alcaldes y gobernadores promocionan su imagen utilizando como pretexto las obras realizadas.
En el escenario nacional vemos cómo después de gastar varios millones de pesos, dinero que obviamente no era suyo, Bernardo de la Garza olvida sus “deseos” de transformar México para formar una alianza con Roberto Madrazo. Una alianza demasiado cara para los mexicanos.
A nivel local son varias las voces que se alzan para pedir que se detenga esta danza de dinero, particularmente en el caso del alcalde de Torreón, Guillermo Anaya, quien a punto de terminar su Administración ha lanzado una feroz campaña de publicidad, con el objetivo de alcanzar la candidatura a la senaduría por parte del Partido Acción Nacional.
Fernando Royo Díaz Rivera, presidente del Centro Empresarial de La Laguna (Coparmex), considera la ciudadanía no tiene porqué pagar campañas personales de políticos que pretenden brincar a puestos el año entrante.
Y es que sin duda el dispendio ofende a la población, sobre todo en épocas en que las personas quisieran tener un mayor poder adquisitivo para dar regalos a sus hijos. Por tristeza los políticos parecen no percatarse que cada están más lejos de la población.
Algo similar ocurre con los aguinaldos, donde alcaldes, regidores y diputados ven cómo a sus carteras llegan jugosos ingresos, mientras el grueso de la gente debe estirar sus percepciones para apenas pagar deudas.
Es urgente que la clase política en México sea sensible a la situación económica que atraviesa la mayor parte del país, para así evitar el dispendio de recursos que lastima al grueso de la población, pero sobre todo a los más necesitados.
