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Divagaciones de la manzana

Martha Chapa

Una más de los medios

En todos los sexenios se ha aplicado -formalmente o no- una política publica o, mejor dicho, el estilo personal del presidente en turno basado en sus preferencias y fobias hacia los medios de comunicación, espacios noticiosos, conductores y periodistas en general.

La administración foxista no es la excepción, pues si bien es justo reconocer que en estos años ha habido en lo general un clima de tolerancia, también es cierto que desde el Gobierno se han tomado algunas decisiones que han merecido la reprobación de muchos sectores de la sociedad, además de haberse aplicado una serie de medidas erráticas en la operación de las propias emisoras publicas.

Para empezar, tendríamos que cuestionar que de una manera unilateral y discrecional se haya eliminado la obligación de los concesionarios de cumplir con los tiempos oficiales que estaban destinados al Estado mexicano como parte de sus contribuciones fiscales. Si bien el manejo de estos espacios en radio y televisión no era el más adecuado, éstos llegaban a contribuir a que ciertos mensajes y campañas de utilidad social tuvieran repercusiones benéficas. Pero lo inaceptable es que sin mediar consulta con las organizaciones sociales, académicas, y en general con la comunidad de los comunicadores, a fin de valorar una decisión tan importante e incluso pensar cómo habrían podido aprovecharse mejor estos espacios, se borró esa posibilidad de un día para otro.

De igual manera, una vez más abortó en el Senado la posibilidad de aprobar una Ley Federal de Radio y Televisión que contemple las reformas que requiere un país como el nuestro, que se encuentra inmerso en un proceso de transición democrática, en el cual los medios de comunicación deben ser puntales de su consolidación.

Igual ocurre con el capítulo de la renovación para la operación de las concesiones en radio y televisión, donde su otorgamiento -como ha ocurrido históricamente y se vuelve a repetir en nuestros días- responde al criterio discrecional del titular del Ejecutivo. Otra vez se desconoce la necesidad de equilibrar e imprimir una modalidad diferente que permita ganar en representatividad y legitimidad, con nuevas voces y actores en un ámbito tan delicado y sustantivo como el de la comunicación social.

Así también, en cuanto a algunos casos que han trascendido en la propia operación de las emisoras a cargo del Gobierno, pues no se acaba de entender que por el hecho de mantenerse de nuestros impuestos son y deberían ser propiamente públicas, sociales, es decir, de la sociedad mexicana y no de los gobernantes en turno. Cómo no recordar, por ejemplo, los cambios que se hicieron en el Instituto Mexicano de la Radio, IMER, casi a principios del actual sexenio, con los que muchos prestigiados periodistas e intelectuales que participaban en los diversos segmentos de la programación fueron separados de su actividad sin mayor explicación.

Muchas cosas más podrían decirse sobre el tema, pero ahora quiero ocuparme de un caso reciente. Me refiero al programa de Lucía Ramírez, periodista que cuenta con una meritoria carrera propia en los medios -aparte de tener el honor de ser hija del gran maestro Enrique Ramírez y Ramírez-, quien tras conducir durante dos años un espacio de análisis y comentarios en XEQX, ?La radio de los ciudadanos?, con la positiva intención de hacer ?menos grilla y más política?, prácticamente fue despedida sin causa justificada, y de hecho ya se anunció que la próxima semana se transmitirá la ultima emisión de su programa. Al parecer se trata -como ya estamos acostumbrados porque lo atestiguamos en el pasado y lo seguimos padeciendo en el presente- de caprichos de los funcionarios y conductas lisonjeras hacia el poder, ya sea porque no les gustó alguna de las críticas vertidas en el programa, porque protegen a algún precandidato a la Presidencia, o simplemente porque quieren el espacio para sus cuates.

En fin, más de lo mismo, y de nueva cuenta el imperio de la discrecionalidad, censura, arbitrariedad, negligencia e incapacidad.

A pesar que todavía muchos se aferran a este tipo de acciones nefastas, estoy segura que México está caminado hacia una mayor transparencia en el manejo de los recursos públicos y por fortuna tales conductas irán ocurriendo cada vez menos, hasta que logremos sepultarlas definitivamente y queden sólo en el pasado, registradas con nombres y apellidos, como ejemplos indignos de lo que nunca debió ocurrir.

e mail:

enlachapa@prodigy.net.mx

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