Dos imágenes de este domingo dibujaron cómo va la guerra política en que han enfrascado al país: un presidente Fox desde su rancho en Guanajuato, -donde parece vivir mentalmente hace meses-, que aparece extraviado y hablando del nuevo Papa, mientras trata de disimular el golpe devastador que recibió su Gobierno del Poder Judicial; y en la capital del país, una manifestación contundente que muestra a un Andrés Manuel López Obrador al que su estrategia de mártir y los burdos y torpes ataques de sus enemigos, han fortalecido y, de ser un fenómeno mediático, ya lo volvieron un real fenómeno político que hoy más que nunca puede llegar a la Presidencia.
Fue un domingo negro para Los Pinos porque se vio muy claro que ni las visitas de Marta Sahagún al Vaticano, pagadas con el erario público, ni las bendiciones papales que pedía la piadosa señora, alcanzaron a revertir el impacto de un político al que ella le había puesto un plazo fatal para desaparecerlo. Y ayer ese hombre de quien Marta juraba que en marzo ya no existiría en la carrera presidencial, abarrotó la plaza más importante de este país y se alzó, más vivo que nunca y amenazando con que volver al cargo del que lo despojaron con el desafuero.
Y para colmo de la señora que dentro y fuera del país ocupa el lugar de su esposo, el domingo empezaron también a circular las primeras versiones del libro de la periodista Olga Wornat donde sus hijos aparecen como beneficiarios del enorme poder que de pronto adquirió su madre y disfrutan de una sexenal prosperidad económica.
Oscuro domingo también para Santiago Creel que, aún sin reponerse del impacto de ver cómo cae su nombre en las encuestas -cinco puntos menos de febrero a abril según la última encuesta realizada por un periódico nacional-, debió haber visto las imágenes y enterarse en directo que el adversario que gana los puntos que él pierde en intención del voto, el mismo al que apostó a eliminar con un falso discurso de legalidad, está muy lejos de achicarse y más bien parece que, con sus brillantes maniobras, los estrategas de Bucareli le dieron a Andrés Manuel levadura política que lo infla cada vez más a pesar de su falta de consistencia.
Pero de todos los involucrados en esta guerra política, el que más negro debió ver este domingo es, sin duda, el procurador Rafael Macedo de la Concha. Si el general conserva su dignidad, tal vez por estos días debiera sorprendernos con un gesto que rescate algo del honor militar. Porque Macedo y sus fracasados subprocuradores podrán justificarse y tal vez hasta vuelvan a intentar consignar el expediente judicial contra López Obrador, pero la exhibida monumental que les dio el juez, sumados a sus recientes muestras de incapacidad en otros sonados casos, no deja dudas de que los yerros y los criterios políticos han colocado la credibilidad de la PGR en uno de sus puntos más bajos de la historia reciente, quizás al nivel de aquellos escándalos de videntes y osamentas del sexenio zedillista.
Al final del día, si en el Gobierno de Fox se tomaran la molestia de hacer un balance real y desapasionado de lo que ha sido para ellos la escalada política en contra de López Obrador, tal vez, se encontrarían que es momento de retirarse con dignidad de ese pleito que hasta ahora sólo les ha dejado problemas y reveses políticos.
Porque en vez del adversario eliminado y acorralado que pensaban tener para estas fechas, lo que tuvieron fue a un demagogo que sale triunfal de su martiriologio y quiere parecer un estadista.
Y ellos, los foxistas, lo único que han logrado después de meses de librar esta guerra es un candidato presidencial que se les achica en las encuestas; una señora a la que le fallan sus dotes de profetisa y que para estratega política le falta mucho todavía; un procurador desprestigiado por hacer de la política su Ley; y, lo más grave, un presidente que, por apostarle todo a un caso que ni siquiera pudo convencer a un juez, está canjeando su lugar en la historia del país: del demócrata que sacó al PRI de Los Pinos, al autoritario que torció la Ley para sacar a un adversario. ¿Vale todo eso López Obrador?