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Durmiendo con el enemigo/Actitudes

José Santiago Healy

Es evidente que el terrorismo está en todas partes y no tiene para cuándo ser erradicado.

Los recientes atentados en Londres, Egipto e Irak, además de los sucesos de años anteriores de Madrid y Nueva York, demuestran esta patética realidad.

Son escasos los países que escapan hoy en día a las acciones terroristas y con el surgimiento de Al Qaeda y demás grupos religiosos extremistas se ha disparado el número de ataques y la contundencia de los mismos.

Lo grave en estos momentos es que las estrategias adoptadas para enfrentar al terrorismo no parecen ser las más adecuadas y prueba de ello son los golpes en suelo londinense donde murieron 55 personas y más de 700 resultaron heridas.

Los gobiernos de George W. Bush y Tony Blair han combatido de frente a los grupos terroristas, pero no han podido paralizarlos ni cortar a sus principales cabecillas.

Desde las invasiones a Afganistán e Irak que fueron más producto de una revancha por lo ocurrido en septiembre 11 de 2001 que acciones de inteligencia, la amenaza del terrorismo ha ido en constante aumento entre Estados Unidos y sus países aliados.

En décadas pasadas los grupos terroristas eran más visibles y localizables. Ahí estaban ETA de España, el Ejército Republicano Irlandés, la Organización de Liberación de Palestina, entre los más conocidos.

Para aplacar los ataques de estas organizaciones se recurrió a negociaciones que fueron largas y muy difíciles, pero a final de cuentas benéficas para las partes.

En España se concedió la autonomía del país vasco, en Irlanda hubo importantes concesiones para el ERI, y ni qué decir de la OLP cuyo líder Yasser Arafat pasó de temido terrorista a ser un reconocido dirigente político.

Obviamente son hoy en día otras las circunstancias. Osama bin Laden no tiene una agenda política y sus motivaciones son más de índole pasional y religioso, pero no representa a un movimiento social auténtico.

Lo mismo ocurre con grupos islámicos radicales ligados a Al Qaeda, quienes están furiosos por las políticas de Estados Unidos y sus aliados en el Oriente Medio, pero no cuentan con demandas políticas claras y viables.

Resultaría muy difícil por no decir que imposible entablar negociaciones con estas agrupaciones terroristas, quienes además no tienen control entre ellos mismos. También es cierto que entre más invasiones y ataques militares realice Estados Unidos en contra de los países árabes y musulmanes, el terrorismo responderá tarde que temprano.

Quizá es tiempo de emprender acciones de inteligencia de mayor alcance y sofisticación, esto es atacar a los grupos terroristas en donde más les duele como son sus cuentas bancarias, sus comparas de armas y sus nexos con grupos de poder.

Recuerdo que a raíz de los ataques a las torres gemelas, pregunté a un amigo militar norteamericano su opinión sobre la respuesta de Estados Unidos y esto me contestó:

“Bush debe ordenar ataques militares inmediatos en contra de todos los países que apoyan a los terroristas como Siria, Irán, Irak, Afganistán y Pakistán”.

Me aterrorizó aquella respuesta y recordé la sabia frase de que “las guerras son tan importantes que no deben dejarse en manos de los generales”.

Finalmente Bush optó por una salida militar que hoy todavía se cuestiona fuertemente al interior de su país. La guerra en Irak ha dejado más de 25 mil muertos, entre ellos 1,500 soldados norteamericanos y la paz se observa cada vez más lejana.

Así las cosas y cuando ha quedado confirmado que los enemigos duermen en casa, habrá que preguntarse si ya es tiempo de hacer un alto en el camino y de replantear la estrategia en la lucha contra el terrorismo internacional.

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jhealy@diariolatino.com

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