Bajo un punto de vista pianístico creo que la semana pasada fue extraordinaria, pues tuvimos la oportunidad de asistir a dos recitales que fueron verdaderamente maravillosos. El primero de ellos fue el que realizó el miércoles nueve el húngaro Peter Frankl, en el cual tocó obras de Beethoven y Chopin, mientras que el segundo fue el que brindó el sábado 12 el francés Cédric Tiberghien y en el cual se interpretaron partituras de Bach y Chopin.
A sus 70 años Frankl es un pianista en plena madurez que conserva una técnica impecable y que posee una impresionante sobriedad, cualidades que le permitieron ejecutar con admirable buen gusto las sonatas No. 8 en Do menor Op. 13 (Patética) y la Sonata No. 21 en Do, Op. 53 (Waldstein) de Ludwig van Beethoven. Si bien es cierto que Frankl demostró una cierta inestabilidad rítmica en el primer movimiento de la Patética, muy pronto hizo gala de su profundo dominio del instrumento del cual obtuvo un hermoso y variado colorido sonoro. En la segunda parte tocó las cuatro baladas de Chopin en las que evidenció su fina sensibilidad. El público recompensó con un caluroso aplauso al maestro Frankl, por lo que éste tocó como encore uno de los valses de Chopin. Cabe mencionar que bajo nuestro punto de vista Frankl es el mejor de los que dentro del Primer Festival de Piano del Teatro Martínez se han presentado.
Cédric Tiberghien es un joven de excepcional talento que posee una técnica y agilidad que le permiten hacer lo que desee con el piano, a estas cualidades hay que agregar una gran musicalidad, exquisito buen gusto y madurez inusuales en alguien de su edad.
Tiberghien comenzó su recital con la partita No. 1 en si bemol mayor BWV 825 de Johann Sebastian Bach, la cual fue escrita para interpretarse en el clavecín, este hecho es relevante pues su partitura demanda una respuesta del instrumento mayor de la que posee un piano, por lo que su ejecución se complica en este último instrumento. Tiberghien nos brindó, al igual que hizo con los Preludios y Fugas No. 1 en Do Mayor BWV 870, No. 12 en Fa Mayor BWV 881, No 15. en Sol Mayor BWV 884 y No. 16 en Sol Menor 885 del Libro II del Clave Bien Temperado, una interpretación en la que no sólo hizo gala de su virtuosismo, sino también de su gran capacidad para transmitir el espíritu encerrado en las partituras que toca. Por otro lado la transcripción para la mano izquierda que Johannes Brahms realizó de la Chacona en re menor de la Partita No. 2 BWV 1004 de Johann Sebastian Bach fue ejecutada con una agilidad y perfección asombrosas, que lograron conmover al público.
Después del intermedio este gran pianista tocó la Balada No. 1 en sol menor Op. 23, la Balada No. 4 en fa menor Op. 52 y la Polonesa Fantasía Op. 61 de Fréderic Chopin, en ellas, el joven pianista francés logró una increíble gama de sonoridades que abarcaron desde sutiles pianissimos hasta explosivos fortissimos que fueron empleados con gran sensibilidad y respeto hacia las partituras. Tiberghien es un hipnótico virtuoso que sabe mantener, ?a través de su gran refinamiento, precisa digitación y musicalidad? en vilo a su público, el cual le respondió brindándole una larga ovación que sólo fue interrumpida cuando el pianista tocó a manera de encore el Scherzo No. 2 Op. 31 de Chopin.
Espero tener de nuevo la oportunidad de asistir a un recital de este gran pianista y que la Alianza Francesa y el Colegio Cervantes continúen invitando ?tal y como lo han hecho desde hace varios años? a músicos de primer nivel a brindar recitales en nuestra ciudad.
GLOSARIO MUSICAL:
Allegro: movimiento moderadamente vivo.
BWV: abreviatura de las palabras alemanas Bach-Werke-Verzeichnis (Índice de las obras de Bach), que hace referencia al número de catálogo de las obras de Bach en el que se ordenan de manera temática y cronológica sus partituras.
Fortissimo: palabra italiana que significa muy fuerte.
Scherzo: palabra italiana que significa broma. En música un movimiento rápido y ligero.
Pianissimos: palabra italiana que significa muy suave.