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El “Pejebús”/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“De entre dos soluciones posibles, la mejor es siempre la más sencilla”. Anónimo

los problemas que ha tenido el Metrobús de la Ciudad de México en sus primeros días de operación han sido realmente importantes. De nada han servido los esfuerzos del jefe de Gobierno de la ciudad, Andrés Manuel López Obrador, y de la secretaria del ambiente, Claudia Sheinbaum, por minimizarlos. La propia directora del Metrobús, Paula Noreña, perdió el cargo como consecuencia del caos inicial.

Lo más probable, sin embargo, es que en unas cuantas semanas se regularice el servicio. Buena parte de los problemas más sonados han sido provocados por dos situaciones que el tiempo resolverá. Una es la decisión del Gobierno de López Obrador de inaugurar el proyecto antes de que estuviera concluido. La segunda, no cobrar pasaje en estas primeras dos semanas, con lo cual se ha rebasado la capacidad del sistema.

Del lado positivo hay que congratularse de que el jefe de Gobierno de la ciudad esté promoviendo finalmente el transporte público en lugar del privado. Según la información fragmentada con la que contamos, el segundo piso del Periférico requirió de una inversión de tres mil millones de pesos en un proyecto que beneficia únicamente a automovilistas y que sólo va en un sentido. El Metrobús, en cambio, ha tenido un costo de 780 millones de pesos y podría dar servicio a unas 200 mil personas y en ambos sentidos. El que un Gobierno de izquierda piense en soluciones de transporte público y de precio razonable, en lugar de realizar obras faraónicas para las clases más ricas, me parece justo.

Lo anterior no significa, sin embargo, que el Metrobús haya sido la solución más razonable al problema del transporte de personas en el eje sur-norte de la Ciudad de México. Si bien algunos de los problemas que se están registrando ahora se acabarán cuando se concluyan las obras y se cobre el pasaje, lo cual reducirá el flujo de usuarios a niveles más razonables, hay otros problemas que son estructurales y que resultarán más difíciles de resolver.

Uno de ellos tiene que ver con el monopolio que de manera efectiva se está creando en uno de los ejes de transporte más importantes de la Ciudad de México. Muchos de los usuarios se han dado cuenta perfecta de lo que esto significa, porque al no poder utilizar el servicio de transporte del Metrobús no han encontrado otro de precio razonable.

La prohibición a la circulación de autobuses y microbuses en la avenida de los Insurgentes se ha encargado de ello y ha obligado a miles de personas diariamente a caminar kilómetros o a tomar taxis cuyos precios están muy por arriba de sus presupuestos.

Es difícil saber, por otra parte, si el Metrobús tendrá realmente la capacidad, aun cuando ya empiece a cobrar, de proporcionar todo el servicio de transporte colectivo público que se requiere en la larga avenida que recorre. Con anterioridad circulaban por Insurgentes cientos de microbuses y autobuses. El Metrobús cuenta solamente con 80 unidades para prestar el servicio. La secretaria del ambiente de la ciudad, Claudia Sheinbaum, quien por alguna extraña razón ha estado a cargo de los grandes proyectos de vialidad y transporte del Distrito Federal bajo el Gobierno de López Obrador, afirma que 70 unidades son suficientes para prestar el servicio. Quizá. Pero en este momento, antes de que se cobre, las unidades disponibles simplemente no han podido ofrecer un servicio cómodo y seguro.

En otro tema, el Metrobús ha empeorado de manera significativa los problemas de tránsito en Insurgentes. Es sorprendente que esto no lo hayan previsto los promotores del proyecto. No se dieron cuenta que quitar un carril de circulación de tres, para permitir la circulación de sólo 80 unidades de transporte público, generaría una mayor concentración del tránsito en los carriles que quedan libres.

Pero, en fin, qué bueno que el Gobierno de la Ciudad de México empiece a preocuparse hoy por las necesidades de transporte de los pobres, de quienes no tienen dinero para comprar un vehículo privado. Pero una solución mejor que el Metrobús habría sido el ordenamiento del flujo que ya existía de autobuses y microbuses en Insurgentes. Esto habría implicado una labor enérgica de la Policía para obligar a estas unidades a detenerse en paradas especificadas y a respetar los reglamentos de tránsito, pero el resultado habría sido tan bueno o mejor que el del Metrobús.

Claro que este ordenamiento del servicio ya existente no habría costado 780 millones de pesos. Y quizá ése era el problema para un gobernante local ansioso de usar el dinero del erario para promover su candidatura presidencial.

ADRIÁN VARGAS

Profundamente emotivo fue ayer el homenaje que en la comida del Consejo de la Comunicación se le rindió a Adrián Vargas Guajardo, uno de los grandes personajes de la comunicación en México fallecido intempestivamente a los 39 años de edad. No lo olvidaremos.

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