Madrid, (EFE).- El Ártico es el sumidero tóxico del mundo porque, a pesar de no producir ni consumir contaminantes, concentra productos químicos en mayor proporción que en los países donde sí se fabrican y utilizan, según un informe de la organización ecologista WWF/Adena.
En sus conclusiones, la organización señala que las corrientes atmosféricas, fluviales y marinas, los hielos a la deriva y las rutas de las especies migratorias transportan los productos químicos industriales y agrícolas desde lugares muy distantes hasta el medio ambiente polar.
Una vez que los contaminantes llegan al Artico, afirma, los hielos polares los atrapan y los liberan gradualmente en los periodos de deshielo, pudiéndose retrasar su liberación durante años.
La responsable de Tóxicos del Programa Artico de WWF/Adena, Brettania Walker, indica en el informe que están apareciendo nuevos contaminantes, junto a otros antiguos que llevan más de 20 años prohibidos, y pronostica que esa tendencia "continuará imparable", a menos que se mejore la regulación de productos químicos vigente en la actualidad.
El trabajo de WWF/Adena alerta de que estudios recientes en osos polares del Artico noruego y canadiense muestran que su exposición a productos químicos antiguos, como los PCBs y los plaguicidas organoclorados, ha alcanzado un nivel en el que se manifiestan ya alteraciones en sus sistemas hormonal, inmune y reproductor.
Muchos de los nuevos productos químicos que ahora comienzan a alcanzar el Artico producen los mismos efectos y la mezcla de ambos, desfasados y atizados actualmente, podrían producir efectos combinados aún más fuertes.
Animales como osos polares, focas y ballenas están provistos de una espesa capa de grasa corporal que les sirve de aislante térmico y de reserva energética a lo largo del año.
Pero la grasa, agrega, actúa también como aspirador que almacena los contaminantes, lo que conduce al rápido aumento de las concentraciones de los tóxicos en el organismo.