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El deporte universal pierde a su ?atleta de Dios?

Roma, Italia.- Las luces que iluminaban el último partido que disputaba Juan Pablo II para seguir viviendo se apagaron definitivamente, y el Papa, que pasará a la Historia como el ?atleta de Dios?, luchó hasta el último minuto de ese encuentro vital, cuyo resultado deja huérfano al deporte universal.

Todas las biografías sobre Karol Wojtyla subrayan su verdadero amor por el deporte y la actividad física, dos facetas que el santo pontífice practicó desde su juventud y sobre las que vertebró un mensaje de unión, paz y fraternidad entre los pueblos y las culturas.

Cuando Wojtyla fue elegido Papa en 1978 a los 58 años, la imagen que presentó al mundo fue la de un deportista amante del montañismo, la natación y el futbol.

Unido a esa imagen de hombre especialmente moldeado a través de la escuela de vida que es el deporte, Wojtyla no desdeñó el uso del lenguaje único y plural que transmite la actividad deportiva, fundamentalmente a través de los grandes acontecimientos internacionales.

Según ha contado su amigo judío y médico Jerzy Kluger, que le visitaba de vez en cuando al Vaticano, Wojtyla jugaba al futbol, era un buen portero e incluso llegaba a entrenar en su casa con su padre Karol, sastre y oficial retirado del ejército.

El propio párroco de la iglesia que frecuentaba Wojtyla afirmaba que era un chico alegre ?al que se le solía ver jugar al futbol por la calle?.

Cuentan que Wojtyla era el que solía organizar los partidillos, en los que a menudo se enfrentaban católicos y hebreos. ?Pero si los hebreos, como frecuentemente sucedía, estaban en inferioridad numérica, él (Karol Wojtyla) no se lo pensaba y se alineaba en su equipo?, recuerda el mencionado Kluger.

En aquellas sesiones domésticas de balonazos y paradas, en esos partidos callejeros en donde los sueños infantiles vuelan hacia la gloria deportiva, el joven Wojtyla comenzó a descubrir una auténtica pasión por el deporte y sus valores como fuente de salud, de fortaleza mental y de solidaridad, unos atributos que tanto le ayudarían después para afrontar los múltiples avatares que llegaron, incluso, a poner en peligro su vida.

Conforme maduraba, el joven polaco se introdujo en la práctica de otros deportes, sin olvidar en momento alguno su pasión por el balompié.

El hockey sobre hielo, el esquí, el piragüismo, el ciclismo, la natación y el senderismo ocuparon un sitio especial entre sus actividades preferidas.

Sólo tras su entrada en el seminario y su posterior ordenación como sacerdote, a los 26 años, Wojtyla encontró cada vez mayor dificultad para practicar diariamente deporte. Su agenda se estrechó aún más cuando fue nombrado obispo de Ombi y arzobispo auxiliar de la Archidiócesis de Cracovia, en 1958.

No obstante, Juan Pablo II, ya como Obispo de Roma, siempre encontró un espacio en su apretada agenda apostólica para practicar algún deporte.

Todavía se recuerda cuando esquió en 1984 en la montaña italiana del Ademello junto al ya también fallecido presidente Sandro Pertini, o también sus largos paseos, de horas y horas, por las montañas alpinas del Valle del Aosta o las del Cadore.

Para que pudiera practicar la natación se construyó una piscina en la residencia de verano de Castel Gandolfo, donde nadaba varias veces al día, según contaron sus colaboradores más directos.

Juan Pablo II ha sido el primer Papa fotografiado con ropa deportiva, sin la habitual túnica blanca. También fue el primer pontífice de la historia contemporánea que acudió a un campo de futbol para presenciar un partido completo, el que se disputó en el Estadio Olímpico de Roma el 29 de octubre del año 2000 y ante 70 mil personas.

Aquel encuentro, en el que el Papa fue recibido en el estadio con la famosa ?ola mexicana?, enfrentó a dos equipos con futbolistas de todo el mundo, entre los que figuraban católicos, anglicanos, protestantes, musulmanes, evangelistas, ortodoxos, budistas e incluso un ateo.

El partido se convirtió en una hermosa réplica gigante de lo que el Papa ejemplificaba en su infancia con aquellos partidillos en las calles de su pequeña ciudad natal. La expresión del futbol como fuente de entendimiento y paz cobró una elevada dimensión gracias al Papa, en pos de la eliminación de las diferencias raciales, políticas, ideológicas o religiosas.

Juan Pablo II puso siempre su empeño en que este mismo mensaje se transmitiera en todos los grandes eventos deportivos, desde Juegos Olímpicos a Mundiales de futbol, e insistía siempre en ello ante la innumerable relación de deportistas que desde el inicio de su pontificado le visitaron en la sede vaticana.

Juan Pablo II, el ?atleta de Dios?, llegó a la meta a los 84 años, después de no poder superar un último obstáculo que deja huérfano al deporte universal.

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