Entrevista|Sonia Salum de Garrido, directora de Enlace Infatil del Conaculta
EL SIGLO DE TORREÓN
“El teatro fue un accidente maravilloso en mi existencia”
TORREÓN, COAH.- Muchos años transcurrieron para que me volviera a encontrar con Sonia Salum. Fue en una fiesta inolvidable cuando la divisé en el escenario -terreno natural para esta gran artista- entonando una canción muy alegre. Entonces supe que a como dé lugar había que entrevistarla, pues su éxito como promotora cultural rebasó desde hace tiempo el a veces triste anonimato de la provincia para figurar en el ámbito de lo nacional.
Entre aquel encuentro y la charla que hoy sostuvimos pasaron mil cosas, mil imponderables, sin embargo el momento no pudo haber sido más preciso. Dado que el periodismo escrito debe ser interpretado bajo una concepción estoica del sentido de la oportunidad es que justamente en este momento, cuando la maestra Salum de Garrido triunfa como directora de Enlace Infantil de Conaculta, se debía dar la entrevista.
Bueno, llamarle entrevista es un error garrafal. Más bien definiría yo el tiempo pasado con Sonia como una plática intensa donde esta excepcional mujer nos comparte alegrías, fracasos, rotundos aplausos, temores y se abre de capa y espada para hablarnos del dolor más grande que cualquier madre pueda experimentar: la muerte de un hijo.
Háblenos de sus comienzos. ¿Se hace o se nace con la vena artística?
Yo digo que se nace. Eso sí, si habiendo nacido con ello lo desperdicias o lo hechas a perder ello resulta un verdadero problema. Decía el doctor Garibay una cosa muy interesante: uno tiene un equis número de talento, de veinte por ejemplo, y la técnica y la educación te dan un quince, o sea que tendrás treinta y cinco. Si tienes un talento de cincuenta la técnica te dará un quince y serás un artista de sesenta y cinco.
Yo creo lo anterior firmemente, pues a través de lo vivido, de lo que he visto tanto en artistas, jóvenes, mi hijo, no es necesariamente tanto la técnica, sino el talento.
Usted se inclina por el mundo de las artes desde muy joven
Mira, yo de jovencita era una niña muy alegre, bailadora y cantadora; mis amigas me decían “El ajonjolí de todos los moles”. En mi familia no había la disciplina ni el conocimiento ni mucho menos la cultura artística. Una vez estaba yo en México y me encontré con el representante de María Félix, quien por cierto ya me quería llevar a quién sabe dónde. A mi cuñado y a mi hermana lo único que les dio fue risa y a mí también; yo no conocía ni sabía de lo que se trataba esa vertiente de la vida.
Pasa la vida, me caso con el ingeniero Arellano. Él era un hombre, al igual que su padre, muy dado al teatro. Prácticamente entro por Valente, quien por cierto hacía teatro experimental y en una ocasión estaba dirigiendo una obra que le encomendó Carlos González Garza y llega Carlos Cardán al teatro y me pregunta ¿Tú qué papel haces? Bueno, yo soy la que les lleva las cocas, respondí. A la semana me trajo el libreto y el diseño del vestuario y como una es bastante frívola, pues acabé adentro. Era una pieza de Chejov…
Hay muchas cosas en la vida, tú lo sabes, que se dan por accidente. El teatro fue un accidente maravilloso en mi existencia. Al mes del encuentro con Cardán estoy haciendo mi primera obra, El Oso de Chejov, y así continuó todo hasta después de que se fue mi hijo, cuando me retiro con Yerma de García Lorca, que cabe destacar fue una experiencia catártica.
Cuando Valente se va de mi vida yo me meto de lleno a trabajar por los artistas de Torreón, por toda la gente que en determinado momento tuviera necesidad de expresarse y así se va dando esa parte en donde soy funcionaria encargada del teatro Isauro Martínez, esto es en 1981.
En determinado momento voy con Alfonso Flores Domene y le digo “Poncho, yo quiero ayudarte” y accede. La historia es conocida: su desenlace es un feliz final para el teatro y la ciudad de Torreón.
Vamos a regresarnos un poco maestra Salum. Usted se involucra en las fiestas de Carmen Pámanes de Haces Gil.
¡Uy sí! Doña Carmen tenía tres o cuatro artistas principales -Io Camil, Loló de Méndez Pérez- de las que ahorita me vienen a la mente, que éramos sus solistas en fastuosas fiestas. Me vestía de cupletista, cantaba canciones españolas, en todos lados nos ponía a cantar. Hablar de Carmen Pámanes es hablar de la fuerza, la gracia, el talento y la vida de la ciudad de Torreón. De ella y de Doña María Rosa Bredeé recuerdo muchas cosas, ante todo que hicieron las delicias de propios y extraños, pusieron en el mapa a la ciudad con una pincelada de maravillosos colores.
Me quiero imaginar que después del retiro de esas grandes señoras alguien tenía que tomar la estafeta en cuanto a cultura se refiere.
No creo que hubiera sido yo, esas eran grandes señoras. A mí me tocó hacer unas fiestas muy importantes: Las Etnias. Lo recuerdo porque la señora Bredeé me ayudó. Bueno, efectivamente yo encabecé el proyecto pero estuvieron a mi lado gente como María Luisa Dingler, Augusto Peña, Cristian Collier. Las Etnias era una necesidad de expresarse, y creo que quedó bien.
Sonia Salum toma posesión del teatro en un momento clave para Torreón. ¿Con qué retos se enfrenta?
Nada menos que con la devaluación de 1982. Me acuerdo que me dice el director de la desaparecida SAHOP (Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas): “Hay cincuenta mil pesos, es todo”. Yo hago un patronato y Javier Garza de la Garza que era el presidente municipal y es tan lindo y simpático me dijo que con cincuenta mil pesos íbamos a conseguir grandes cosas. Ya para entonces estaba hecha la isóptica, también gran parte del trabajo de ingeniería, ampliado ya el escenario -eso lo hicieron Alberto González Domene y Poncho González Domene- pero faltaban aún muchísimas cosas. Al año Pilar Rioja bailó con un agujero en el escenario; las sillas eran de madera; la iluminación la componían faros de Volkswagen, pero teníamos que abrir el teatro para que la gente viera que no nos estábamos haciendo locos. A mí me tocaron los sesenta años del teatro Isauro Martínez. Fue una época muy interesante porque yo sabía de teatro y me rodeé de gente que amaba el arte. Nosotros no éramos rentistas. Yo llevé ópera producida por nosotros, hicimos una compañía de teatro estable, talleres para niños; Virginia Valdivieso -formada, imagínate, por Luis de Tavira- era la maestra. Pepe Méndez también era parte del equipo.
Cuando yo llegué teníamos un público de sesenta personas y lo dejé con alrededor de trescientas. Me alegra mucho que Quecha, Lucrecia Martínez de Santibáñez, haya tomado la estafeta y continuado en el camino.
¿Qué otros proyectos emprende usted?
Bueno, hay otro muy importante. La parte citadina estaba satisfecha con el teatro Martínez pero en las colonias populares no había el gusto por las artes. Hicimos algo que no había en el país: El Teatrailer. Podíamos ir a ejidos y casi casi planchamos todo el territorio del municipio de Torreón. Producimos obras expresamente diseñadas para ello teniendo muy en mente lo que quería ver la gente, cuáles eran sus necesidades de cultura y entretenimiento. Fue fantástico, pues todo el esfuerzo se traducía en darle una opción a la ciudadanía. Ópera, teatro para niños, obras para adultos y otras tantas cosas llevamos a cabo. ¡Se me estaba olvidando el anexo del Isauro Martínez! Ahí también se hizo una buena cantidad de eventos.
Hay un gran mito, muchas versiones sobre su salida del teatro y posterior regreso a la Ciudad de México. ¿Qué pasó en realidad?
La más importante es que yo me enamoro de un fuereño y empiezo a decir que me quiero ir. Cuando uno dice “me quiero ir” es que se va al día siguiente. Sí se hizo un complot, un mal ambiente entre la gente que quería tomar mi lugar pero yo debí haberme ido antes de anunciarlo. Creo que es mi culpa.
Es una condición humana bastante reiterativa, terrible, decir que el que se va hizo las cosas mal, se aprovechó y el que viene también lo hará mediocremente. Yo al llegar a México hago un homenaje a mis antecesoras, pues creo que nadie empieza de cero. Es una carrera de relevos y cada quien toma la estafeta en un momento determinado. ¿Qué le cuesta a la gente decir honor a quien honor merece? Ojalá y un día se rompa ese círculo.
Me salí triste porque me golpearon en donde más me duele, mi integridad. La gente que me conoce -nada menos que Bellas Artes y Conaculta- sabe que dichas cosas son comunes y pasan. Llego a México y la verdad no puedo estar mejor.
Volver a La Laguna, ya como elefantes viejos, es un proyecto que Felipe y yo tenemos en mente. Hay mucha gente que me quiere; recuerdo con especial cariño el apoyo incondicional de Don Antonio de Juambelz. El dolor de la partida es chico en comparación a todo lo que pude hacer por la ciudad de Torreón.
¿Señora, le quisiera usted poner nombre y apellido a toda aquella animadversión en su contra?
No tiene caso. ¿Dime Patricio, qué ganaríamos con ello?
Sonia Salum hace mucho trascendió las críticas. El mayor ejemplo que nos deja fue el haberse puesto a trabajar. Hoy se codea con la crema y nata de la intelectualidad mexicana y es tremendamente respetada. Con hechos y no con palabras les cerró la boca a sus detractores, muchos de los cuales están perdidos, inmersos en un ostracismo sin salida. Así de fácil.
Sonia Salum se va de La Laguna y llega a la Ciudad de México. ¿Qué sigue?
En México lo que quería era descansar un rato, tomarme un año sabático pero inmediatamente me informan sobre la existencia de una casa de cultura que estaba abandonada y necesitaba una directora. No es por presumirte pero en un año todos los periódicos hablaban de “La pirámide”, porque hicimos un buen trabajo, me divertí muchísimo. Teníamos talleres de karate, talleres de traducción de tratados legales, para amas de casa, en fin, así estuve un rato hasta que el licenciado Saúl Juárez (hoy director de Bellas Artes) me llama a encabezar el proyecto de “Creadores en los Estados”. Tenía yo que poner a trabajar a los creadores del FONCA -Teodoro González de León, Pedro Ramírez Vázquez, Ricardo Legorreta, Agustín Hernández, Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis, Tito Monterroso, Pitol, Anguiano, Soriano, Coronel, en fin, a todos, como 450.
Tuve con la mitad de ellos una relación muy interesante, fueron casi siete años en que llené al país con estos personajes.
El maestro Felgueres dice: “Yo conocí todo el país gracias a Sonia”. Me relacioné con lo más alto gracias al programa.
Después de todo lo anterior Sari Bermúdez (directora de Conaculta) me invita a encabezar esta dirección. Mira, se me hace un nudo en la garganta pero es el trabajo más hermoso que he tenido.
Para Sonia Salum nada es suficiente para aminorar los problemas que enfrentan los niños. Actualmente Salum de Garrido se encuentra trabajando en coordinación con la Secretaría de Desarrollo Social, Josefina Vázquez Mota, dentro de un proyecto para apoyar a los infantes desfavorecidos mediante la expresión artística. “Biblioteca de pequeños creadores” es un ejemplo excepcional de las cosas positivas que el Gobierno de la República hace en cuestión.
LA MUERTE DE UN HIJO
Llega la parte más difícil, la más dura de tratar. ¿Cómo abordar la muerte de un hijo? Con preguntarle estupideces como ¿Qué se siente? No llegaremos a ningún lado. Al hablar del inolvidable matador de toros Valente Arellano Salum, su madre no puede evitar una fortísima confrontación con el dolor. Referirse a él la remonta al pasado.
¿Usted presintió la partida de Valente?
Sí, pero lo presentí esa noche. Nunca le he dicho esto a nadie, Patricio, pero yo tuve un golpe de horror el día que llegué a la casa y vi la motocicleta recién comprada. Valente a los dieciocho años era un muchacho millonario que ya lo habían cornado siete u ocho veces; era un muchacho que ya tenía las riendas de su vida en sus manos y por ello yo no le podía decir “no te subas a la moto” cuando cada fin de semana estaban a punto de matarlo en la plaza de toros.
Cuando el primer accidente de motocicleta traía un collarín y estaba acostado en el suelo, muy serio, cuando pasé y le pregunté ¿Qué tienes Valente? Y esto fue lo que me dijo refiriéndose a la gente de la plaza: Ya no sé qué darles mamá, quieren todo, quieren que yo me muera. Yo digo que esta presión le costó la vida. Un cantante tiene éxito con su voz pero Valente tuvo éxito con su vida.
Me encanta recordar a mi hijo. ¿Sabes algo Patricio? Te quiero mucho y te respondo con mucha fuerza, como si lo estuviera viviendo otra vez.
Sigo pues tengo una hija y una nieta. Aunque las tengo lejos sé que son muy pacientes. En fin, esa vida me tocó y hago lo mejor que puedo.
Dos horas con Sonia Salum y su mundo. He entrevistado a muchas personas, pocas veces he gozado una charla del mismo modo. Sonia Salum, en la lista “triple AAA”. Sonia Salum en la cresta de la ola. Sonia Salum como vivo ejemplo de aquella canción maravillosa que como nadie interpreta Susana Rinaldi:
“A pesar de todo, de todas las cosas, me brota la vida, me crecen las rosas”
SONIA SALUM EN FRASES:
“Para mí Felipe Garrido no es un monstruo de las letras ni un artista; sencillamente es un ángel. Yo lo único que le puedo dar es amor y cuidarle su tiempo”.
“Cuando partió Valente me aboqué a trabajar por los niños sin voz para que nos dijeran quién los ama, quién los golpea, cuáles son sus sueños y esperanzas”.
“El actual programa que encabezo no es asistencial”.
“La realidad de los niños desfavorecidos de México simple y sencillamente me lacera”.
“No soy funcionaria. Estoy en un proyecto de vida”.
“A mí no me ha pesado ser mujer. Siento que las mujeres tenemos unas herramientas iguales o mayores a las del hombre.”
“Las hecatombes de la vida me han templado. Soy una mujer fuerte”.
“Cuando has pasado tantas cosas ya no te tomas la vida en serio”.
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