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El fracaso europeo ante la bomba iraní

Stephan Sberro

Los tres mayores países europeos, Alemania, Francia y el Reino Unido fracasaron en su intento de mediar en el Oriente Medio. Las negociaciones con Irán eran una prueba de fuego para que Europa demostrara que un mundo multipolar era más eficaz en mantener la paz que un mundo unipolar liderado por Estados Unidos.

Los tres europeos aún no admiten que las negociaciones solamente sirvieron a Teherán para ganar tiempo esperando una situación más favorable, coyuntura que llegó con la alza de los precios del petróleo, la negociación para al constitución iraquí que paraliza a Estados Unidos, la sucesión real que paraliza a Arabia Saudita y el retiro de la Franja de Gaza que paraliza a Israel.

En este mismo instante, los iraníes abandonaron la mesa de negociación sin esconder con sus actos o declaraciones el poco caso que les hacía desde un principio a los negociadores europeos. Naturalmente el desafío iraní debe ser explicado más por la evolución de la política interna en el país, con la elección de un presidente que no gusta a los verdaderos dueños del poder, los clérigos musulmanes.

Probablemente el nuevo presidente iraní se esté ya quemando con sus declaraciones estridentes y vacías y con su enfrentamiento con el mundo entero a las pocas semanas de haber llegado al poder. Todos negociaron de mala fe. Irán siempre ha sido consistente en su afán de obtener el arma atómica para asegurar su existencia en un entorno hostil (está rodeado de pueblos amenazadores históricamente y estrechamente aliados hoy con Estados Unidos). Los mismos europeos le ofrecieron varias veces la oportunidad de volverse una potencia nuclear.

Los tres mayores dirigentes de la Unión Europea sólo pudieron negociar porque en un momento dado le convenía a Irán para ganar tiempo en su juego con Estados Unidos y también porque convino al presidente estadounidense George W. Bush. Pero ahora las cosas serias van a empezar y la negociación se dará entre Washington y Teherán. La segunda ilusión para los “tres grandes” era creer que podían ser un actor importante solos, sin el apoyo de los 25 países de la Unión Europea en su conjunto. Sin unidad, Europa ya no cuenta. Y sin embargo, apenas su fracaso consumado, demostró su división.

El canciller de Alemania, en plena campaña electoral, ya se opuso con premura a cualquier acción militar contra Irán mientras Francia y el Reino Unido se mostraron más prudentes.

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