Cuando sedujo al electorado mexiquense con una mezcla de carisma juvenil y millones de pesos gastados en la publicidad que lo inventó como político, Enrique Peña Nieto se volvió para muchos el “nuevo rostro del PRI”. Como si ignoraran que en gran parte era un producto de la televisión y la mercadotecnia, y de la millonaria inversión que su padrino Arturo Montiel destinó para hacerlo crecer, hubo ingenuos que se hicieron expectativas sobre que el joven gobernador podría encabezar a una nueva generación de políticos que le diera al viejo PRI sangre nueva.
Los más entusiastas hasta veían a Peña Nieto como el “líder” de una nueva ola de gobernadores priistas que han llegado al poder en los últimos meses y se caracterizan por un perfil muy parecido: todos son jóvenes, con caras de niños bien y un carisma personal que se convirtió en un imán en las urnas. Pero bastaron unos meses para que, por sus hechos, Enrique Peña Nieto eche por tierra calificativos, y augurios de sus entusiastas promotores. Su actuación como gobernador del Estado de México quedó en duda desde que en su Gabinete aceptó a cinco secretarios heredados de su antecesor y padrino Arturo Montiel.
Quedó claro que compromisos, intereses y complicidades con su antecesor eran tan fuertes, que difícilmente el nuevo mandatario gobernaría con independencia y criterio propio. Y cuando estalló el escándalo por las propiedades y la fortuna familiar del ex gobernador, Peña quiso esquivar la suciedad y hasta intentó un tímido deslinde. Por esas fechas, octubre de este año, el gobernador pedía a sus asesores una estrategia a través de la cual pudiera separar su imagen de la de Montiel sin llegar por supuesto a la ruptura.
Pero cuando vino su prueba de fuego, y la presión social y política porque se investigara el abultado patrimonio de su antecesor, el joven gobernador, presunto representante de la “nueva sangre priista”, actúo patéticamente igual que el más viejo dinosaurio del antiguo régimen. Peña no sólo dejó en manos de ex colaboradores de Montiel, como el contralor Eduardo Figueroa y el procurador Alfonso Navarrete Prida las investigaciones sobre enriquecimiento del ex gobernador, sino que además avaló ciegamente y con toda la intención de cubrir a su padrino, las conclusiones a las que llegaron los dos funcionarios montielistas...
Enrique no tocará ni con el pétalo de una investigación real al ex gobernador Montiel. Más allá de la lealtad, hay poderosas razones por las que el gobernador Peña Nieto será tapadera de su antecesor: entre los miles de millones de pesos, los dispendios y excesos del ex gobernador está el dinero de dudoso origen con el que se financió su propia campaña a la gubernatura.
Por eso el gobernador se irrita tanto cuando le tocan el tema de Montiel y lo llaman “tapadera”; por eso el político al que algunos, como Carlos Salinas de Gortari y los directivos de Televisa, le han hecho creer que puede ser el próximo candidato presidencial del PRI en 2012 -si es que aún existe ese partido-, de joven solo tiene la cara y la edad, porque su actuación y su manera de gobernar no son en nada distintas a las de los más viejos y corruptos políticos de su partido.
NOTAS INDISCRETAS
Diputados del PRI y el PAN presentaron ayer en la sesión de la Comisión Permanente un punto de acuerdo para exigir que el Gobierno de México asuma una posición “fuerte y enérgica” contra las iniciativas antimigrantes en los Estados Unidos. En su muy flaca memoria a los legisladores se les olvida que fue el Congreso el que aprobó el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y que en el clausulado de ese acuerdo comercial se dictó la sentencia de muerte del campo mexicano que hoy, arrasado por la pobreza y la injusta competencia con los productores estadounidenses y canadienses, sigue siendo el principal foco de expulsión de mexicanos hacia el vecino país.
¿No sería mejor que en vez de andar pidiendo al Gobierno que le reclame a Bush, nuestros congresistas propusieran medidas reales como una revisión de los capítulos agrarios del TLC por ejemplo?...
Se detienen los dados. Sigue la Escalera.