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El Mejor Amigo del Hombre / La suerte de la ?Canela?

Arturo Castañeda Orduña

Aún me hago preguntas, varias, a veces pienso y siento que no debo meterme, pero Dios; ¿por qué somos tan crueles los hombres? Hace pocos días me enteré de la suerte de la ?Canela?. La pobre desde que nació formó parte de varios cachorros que vivieron durante mucho tiempo en una caja de cartón. Ahí estuvieron hasta que poco a poco fueron muriendo, otros vendidos e incluso cambiados por una cerveza. La ?Canela? corrió con suerte; bueno si a eso se le puede llamar suerte. Su corta vida fue andar siempre atada con un cable a un triciclo, irse golpeando la cabeza con el manubrio, siempre vivir pegada a unos ?carrucheros? que eran su dizque familia. Mas sin embargo fue usada como objeto para dar lástima y que una noble familia les diera comida, desayuno, y dinero a cambio de ?cuidar? a la ?Canela?. Mas sin embargo la pobre vivía preñada la mayor parte del tiempo, su dueño argumentaba que por las noches la soltaba y no se daba cuenta cuando regresaba; mas sin embargo todo era un plan para seguir causando más lástima y vendiendo cachorros. De esta manera aquella familia que les ayudaba seguiría dándoles comida, y dinero gratis. La semana pasada me enteré que la ?Canelita? murió. No fue bajo las llantas de algún coche, ni por alguna enfermedad. La ?Canelita? murió a manos de su dueño. Aún no entiendo cómo es posible que los seres humanos seamos capaces de acabar con una vida. Y lo más odioso es que falleció a golpes, lentamente, poco a poco, sucumbió al dolor. No logro imaginar la desesperación que ha de haber sentido al no tener hacia dónde escapar, el miedo en sus ojos al ver que su amo y ?protector? la golpeaba sin cesar, y que poco a poco le quitaba la vida. Imagino los aullidos que se han de haber escuchado a varias cuadras de distancia, los gritos de dolor y miedo que han de seguir sonando en los oídos de quienes escucharon. Mas sin embargo yo sé que ella ya descansa, que corre por los jardines de aquel paraíso prometido, libre y feliz. Pero no se trata de esperar a que lleguen ahí, hay que tratar a nuestras mascotas con respeto para hacerles la vida feliz tanto en la Tierra como en el cielo.

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