La madre de la pequeña lleva tres años en los Estados Unidos
EL SIGLO DE TORREÓN
SAN PEDRO, COAH.- Marisol García espera con ansiedad la llegada de la Navidad. La ilusión que tiene de los regalos que podría recibir, no es tanta como el anhelado regreso de su madre, quien lleva ya tres años en Estados Unidos.
De apenas nueve años, de edad, Marisol cursa el tercer año de primaria en una escuela cercana a su domicilio en la colonia Barrio Nuevo. No ve a su mamá desde que murió su padre en un trágico accidente carretero.
Para Mayela García no le quedó otra opción que irse a trabajar a Estados Unidos al quedarse viuda. Una tía que radica en Brownsville, Texas, le ofreció la oportunidad de que se fuera con ella para trabajar.
La oferta fue más que tentadora, pues en contraparte estaba emplearse en alguna maquiladora, muchas de las cuales entonces ya habían cerrado sus puertas o estaban próximas a hacerlo o en su defecto emigrar a Torreón en busca de mejores oportunidades.
No lo pensó más. La única manera de salir de deudas y además obtener un poco más de ingresos era ir en busca del ?sueño americano? aunque eso la privaría de estar cerca de su pequeña hija, que estaba por ingresar al primer año de primaria.
Alentada por su hermana Teresa, finalmente Mayela se decidió a probar suerte, sufriendo así la dolorosa separación de su hija, quien aún no alcanza a entender por qué no pudo acompañar a su mamá.
?La vida ha sido dura con Marisol, pues a los seis años perdió a su padre que trabajaba como conductor de tráiler en un accidente por el Estado de México y casi de inmediato, su madre tuvo que buscar el modo para poder mantenerla y ofrecerle algo mejor en la vida?, comentó Teresa García, tía de la niña y quien se encuentra a cargo de ella.
Cada 15 días, sin falta, Mayela envía dinero para la manutención de Marisol y religiosamente, los sábados por la noche le llama. Siempre la tiene en cuenta y la niña lo sabe, por eso añora con desesperación que llegue diciembre, pues ya le prometió que vendría a estarse varios días con ella, agrega.
Todo esto es escuchado por la pequeña que guarda silencio, pero al oír que su mamá vendrá el próximo mes, no deja de esbozar una sonrisa ante su esperado regreso.
?La niña tiene buenas calificaciones y de hecho no representa ningún problema sus cuidados. Algunas veces también tenemos algunos problemas con el dinero, como todos, pero por lo general salimos adelante?, dice Teresa.
Marisol entra a la casa y tras varios minutos regresa a la calle llevando dos despeinadas muñecas, producto de regalos anteriores. Dice que su mamá le prometió traerle una Bratz con muchos accesorios.
?Mi mami siempre me llama los sábados. Me pregunta cómo me he portado, si tengo buenas calificaciones, si no le doy lata a mi tía. Ella siempre me manda muchos besos?, relata la pequeña al tiempo que asoman dos lágrimas a sus castaños ojos.
Los recuerdos afloran y Marisol prorrumpe en un silencioso llanto. Entre sollozos y con palabras entrecortadas, pide que venga su mamá, no importa que no le traiga la muñeca.
Al ver esto Teresa, se une a la pena que embarga a la chiquilla que momentos antes jugaba con dos muñecas, pero que ahora ahoga un reprimido llanto entre pucheros y quejidos. El dolor de estar lejos de su madre es mucho.
?Quiera Dios que no suspenda el viaje de último momento, pues esto sería un duro golpe para la niña, que ya cuenta los días que faltan para diciembre?, explica Teresa mientras enjuga una lágrima.
?Sé que mi hermana también sufre por esta separación, pero sólo de esta manera está logrando lo que tanto ha anhelado. Que su hija estudie, pues nosotras sólo llegamos a segundo año de secundaria y luego nos pusimos a trabajar?, expresa la tía de Marisol.
Ya más tranquila, Marisol, acepta unos pesos para comprar unas papitas en la tienda de la esquina y mientras las come, dice con mayor firmeza en su voz a la vez que amplía una sonrisa: ?Cuando venga mi mamá ya no la voy a dejar ir?.