A punto de terminar su administración, Guillermo Anaya sigue adoleciendo de los mismos males: la falta de consenso para sacar adelante sus proyectos. Ésta será la principal característica de su gestión, donde hubo logros pero también desaciertos.
Hoy el alcalde de Torreón enfrenta la oposición de los locatarios para la construcción del mercado “Nueva Alianza”. El proyecto anunciado por el alcalde el 27 de noviembre de 2003 permanece estancado. Ha pasado más de un año y la administración municipal no ha logrado convencer a los comerciantes de los beneficios de la obra. Más grave aún, es que los comerciantes se dicen ignorados, nadie ha tenido la molestia de ir a platicar con ellos y lograr acuerdos.
El argumento enarbolado por los locatarios de la Alianza es el mismo que tiempo atrás denunciaron los transportistas: “no nos han tomado en cuenta para la modernización”. Incluso el alcalde de Matamoros, Felipe Medina, declaró que Guillermo Anaya nunca le informó sobre la decisión de que los camiones suburbanos ya no circularán por las calles del bulevar Revolución.
El 27 de febrero de 2004 el director de Planeación e Inversión Pública, Luis Gurza Jaidar, declaraba que los trabajos iniciarían en la primera semana de marzo de ese año, con una inversión de 14 millones de pesos. A pocos días de que concluya enero de 2005, el panorama es el mismo. Anaya declara a los medios que el mercado se construirá y los locatarios mantienen su rechazo. Ha pasado más de un año y no se vislumbran avances.
El reloj juega en contra del alcalde. En septiembre Coahuila celebra su proceso electoral, los ciudadanos de Torreón habrán de elegir nuevo alcalde y Guillermo Anaya estará ya para entonces preparando sus maletas, de ahí que si quiere cumplir sus compromisos debe meter el acelerador. Pero sobre todo, debe aprender a negociar y lograr consensos, porque finalmente en estas virtudes se finca el arte de hacer política.
