El País
Madrid, España.- ?Me dijeron que no había nada ahí fuera, nada que temer. Pero la noche en que mis padres fueron asesinados, por un instante vislumbré algo. Lo he estado buscando desde entonces. He recorrido el mundo, buscado entre las sombras. Y hay algo ahí fuera, en la oscuridad, algo terrorífico, algo que no se detendrá hasta que consiga vengarse... Yo?.
Desde que en 1939 Bob Kane crease al hombre murciélago (apareció por primera vez en el ejemplar Detective Comics #27, ahora valorado en 350.000 dólares), como una mezcla entre la masculinidad enmascarada de El Zorro, el lado sombrío de The Shadow y la versión quiróptera de Drácula, nunca hasta ahora habíamos accedido al origen detallado del personaje, al lugar sombrío donde todo comenzó, al rincón huérfano de la mente de un niño donde maduran, el tiempo que sea necesario, el rencor y la ira, la rabia y la fuerza, todas y cada una de las aristas de un sentimiento tan destructivo y perseverante como el ansia de venganza.
Más bien hemos asistido, desde entonces y en las múltiples adaptaciones realizadas para la pequeña y gran pantalla, a los lances urbanos del superhéroe con sus enemigos (The Jocker, el Pingüino, Dos caras, etc) y al apoyo de sus fieles acompañantes (Robin, Vicky Vale, su mayordomo y amigo Alfred). Era hora de regresar al principio, a esa manía del destino de alargar los plazos del impulso. Al origen de la tragedia de un superhéroe.
El encargo exigía fidelidad al cómic y un conocimiento estricto de las reglas psicológicas de un hombre atormentado. Y es ahí donde, después de barajar a candidatos afines como Joel Schumacher (que ya dirigió Batman Forever y Batman y Robin, en 1995 y 1997, respectivamente), Darren Aronofsky, David Fincher, Clint Eastwood, los hermanos Wachowski o Wolfgang Petersen, sonó perfecto el nombre de Christopher Nolan, ya experimentado en la cirugía de mentes turbulentas como la de Guy Pearce en Memento o la de Al Pacino en Insomnia.
La de Bruce Wayne, alias humano de Batman, exigía además nuevos rasgos externos, más jóvenes que los vistos hasta ahora (Michael Keaton, Val Kilmer, George Clooney) pero necesariamente igual de contundentes. Tras el experimento físico que le hizo perder 30 kilos para El Maquinista, fue finalmente Christian Bale el que se impuso a otros aspirantes como Ashton Kutcher, Joshua Jackson, Billy Crudup, Guy Pearce o Jake Gyllenhaal, entre otros.
Con un presupesto de 135 millones de dólares (Spiderman 2 costó 200 millones) comenzó el rodaje de esta especie de precuela el 22 de mayo de 2004 en la Senate House (propiedad de la Universidad de Londres), reflejo urbanístico elegido para recrear los tribunales de Gotham.
El inicio, tras el trauma, comienza con una huida. La del joven huérfano más allá de los confines de Gotham, en busca del consejo del peligroso aunque honorable líder ninja Ra?s Al-Ghul (Ken Watanabe). Un periodo de aprendizaje que, sin embargo, no logra aplacar su tormento.
A su regreso se encuentra con una ciudad en la que el crimen organizado y la delincuencia controlan las riendas del sistema y hasta de su empresa, herencia material y millonaria de sus padres. Esa realidad decadente y el hallazgo de una cueva bajo su mansión, donde descubre el prototipo de un extraño traje, convertirán al hombre en superhéroe y a la intuición, en misión nocturna.
Junto al policía Jim Gordon (Gary Oldman), Batman hará frente al mafioso Don Falcone (Tom Wilkinson), al traficante de drogas Jonathan El Espantapájaros (Cillian Murphy) y a otra sombra igualmente oscura, pero demasiado familiar para Wayne. Michael Caine, como su fiel mayordomo Alfred; Liam Neeson, como Henry Ducard; Morgan Freeman, como Lucius Fox; Katie Holmes, como Rachel; y Rutger Hauer, como Richard Earle, completan el reparto de esta superproducción, más en la línea gótica de las dos entregas de Tim Burton que del tono pop y caricaturesco de las de Shumacher.
En realidad, ni siquera los cómics originales habían contado esta historia. Sólo Batman Year One (de Frank Miller, el responsable también de Sin City), considerado junto con La Broma Asesina, de Alan Moore, el mejor cómic de Batman hasta la fecha, se aproxima al tiempo en que sucede este relato, aunque obviaba el lapso de los siete años previos al regreso de Bruce Wayne a Gotham.
Ese factor de ?relato inédito? fue uno de los mayores atractivos para el guionista David Goyer, fan de Batman desde niño y afín a su lado más ?humano?.
?Está ambientada en el mundo real -explica-, lo que le hace más accesible al público. Uno nunca podría ser Superman ni el Increíble Hulk, pero cualquiera podría convertirse en Batman, bueno, sería necesario heredar un par de billones de dólares y tener todos esos gadgets, pero no deja de ser posible...?.