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El oro y el moro/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Voten por el hombre que prometa menos: será el menos decepcionante”.

Bernard Baruch

Hay veces que el presidente Vicente Fox se mete en pleitos absolutamente innecesarios. Un ejemplo lo tenemos en su declaración de este lunes, 17 de enero, cuando lanzó el Programa de Apoyo al Empleo 2005 en Querétaro: “Ya llegarán los mesías –dijo-. Ya llegarán los que van a hacer campaña, a ofrecer el oro y el moro, a confundir a la gente, a decirles que ellos tienen recetas fáciles para resolver todos los problemas, populistas que vienen a anunciar los remedios que según ellos requiere el país”.

Era inevitable que hubiera una respuesta a estas palabras, no sólo porque parecen estar dirigidas contra Andrés Manuel López Obrador, jefe de Gobierno de la Ciudad de México y el más probable candidato del PRD a la Presidencia de la República, sino porque el propio Fox alcanzó el triunfo electoral en el 2000 porque hizo promesas fáciles a los ciudadanos, porque ofreció el oro y el moro, frente a las propuestas más realistas de sus rivales Francisco Labastida del PRI y Cuauhtémoc Cárdenas del PRD.

López Obrador no pudo evitar la tentación de devolverle a Fox una sopa de su propio chocolate: el presidente se había puesto de pechito. Así, en broma, jugando para los medios de comunicación, el jefe de Gobierno capitalino declaró que, efectivamente, ha habido candidatos que “ofrecieron que iba a haber changarros y vochos para todos. Ya ni hay vochos. Ya hasta los descontinuaron. Salaron a los pobres vochos”. Y después añadió: “Pero sí es un riesgo, yo estoy de acuerdo con él, de que se ofrezca y no se cumpla”.

La verdad es que la política es el arte de hacer promesas que no sólo no se cumplen sino que no se pueden cumplir. Esto no ocurre solamente en nuestro país, por supuesto: los políticos de todo el mundo prosperan en la medida en que generan ilusiones y después evitan dar explicaciones de porqué éstas no fructificaron.

Sin embargo, las promesas que Vicente Fox hizo en su campaña presidencial del año 2000 rebasaron con creces todos los precedentes en nuestro país. Fox ofreció lograr un crecimiento de siete por ciento al final de su sexenio; bajar impuestos, aumentar la recaudación fiscal y eliminar el déficit de presupuesto al mismo tiempo; resolver el conflicto de Chiapas en 15 minutos; castigar a los responsables de ilícitos en el Fobaproa; formar un gabinete con sólo los mejores y muchas cosas más. Durante su campaña, de hecho, cambiaba su discurso dependiendo del escenario. A los banqueros les hacía promesas para banqueros y a los obreros para obreros.

El mensaje fundamental del Fox candidato era que lo único que México necesitaba para alcanzar el paraíso era expulsar al PRI de Los Pinos. Pero al final las promesas no cuadraban. Y la simple derrota del PRI no haría que lo hicieran.

Es evidente que cuando menos algunas de las promesas del Fox candidato no han fructificado por falta de colaboración de un Congreso hostil. México no habría entrado al paraíso aun cuando se hubieran hecho las Reformas Estructurales, pero por lo menos habría crecido con mayor vigor. No se puede olvidar, sin embargo, que los panistas fueron también obstruccionistas desde la oposición. En la segunda mitad del sexenio de Ernesto Zedillo el PAN se opuso a la Reforma Fiscal y a la Eléctrica que hoy el presidente Fox demanda. ¿Alguien se acuerda de las declaraciones de Carlos Medina Plascencia, “ni un centavo más para el Gobierno”, cuando Zedillo propuso una Reforma Fiscal?

Quizá López Obrador sea culpable del mismo populismo que Fox. Si bien todavía no está en campaña formal, su proyecto político ofrece un paraíso que sólo requiere la elección de un gobernante honesto como él. Para alcanzar la prosperidad lo único que México tiene que hacer es abandonar la economía de mercado -el “neoliberalismo”- y expulsar al PAN de Los Pinos. Pero no culpemos a Andrés Manuel, ya que sólo está aplicando una fórmula patentada por el candidato Fox.

El presidente Fox dijo este 17 de enero en Querétaro: “Ustedes y nosotros sabemos que la única receta al crecimiento económico, la única receta al mejoramiento del ingreso, es el trabajo”. Y sin duda tiene razón. Esto es algo que deberían saber los políticos de nuestro país. Pero todos, sin excepción. De hecho, la lección habría sido pertinente para el propio Fox, que en 2000 recorrió el país haciendo promesas imposibles de cumplir.

Bush

George W. Bush comienza hoy su segundo mandato como presidente de los Estados Unidos. Lo hace con una fuerza política muy superior a la de hace cuatro años, cuando triunfó en una elección severamente cuestionada, pero sus retos son enormes. El déficit de presupuesto puede aplastar a la economía. Irak es un pantano intransitable. El militantismo islámico se ha fortalecido. Y Corea del Norte puede llevar a un conflicto dramático.

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