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El otro barrio/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Quien no espera vencer, está vencido”.

Juan Zorrila de San Martín

Francisco Barrio anunció la semana pasada que dejará su escaño en la Cámara de Diputados, y en consecuencia su puesto de coordinador de los legisladores del PAN, para postularse como aspirante del partido a la Presidencia de la República.

Ésta fue sin duda una decisión difícil. Tanto Andrés Manuel López Obrador como Santiago Creel utilizan abiertamente sus cargos como jefe de Gobierno del Distrito Federal y secretario de Gobernación para obtener presencia en los medios y fortalecer sus posibilidades de alcanzar la candidatura presidencial de sus partidos.

Barrio ha mantenido hasta ahora un perfil más bajo. Una explicación, quizá, es que su cargo es menos visible que el de los otros dos. Si ésta es la razón, tiene sentido dejar el puesto y contar con mayor libertad para promoverse abiertamente. Pero otra posibilidad es que el propio Barrio tiene hoy una personalidad distinta, menos exhibicionista, que la de los otros aspirantes. Si a esto se ha debido su falta de presencia en los medios, el problema no se corregiría con dejar la diputación.

El todavía diputado panista ha tenido sin duda una transformación enorme desde los tiempos en que por primera vez saltó a la arena política. Como muchos otros empresarios y ejecutivos de clase media, Barrio se sintió impulsado a participar en política por el desastre económico del último año de Gobierno de José López Portillo. La devaluación del peso, la crisis económica y la estatización de la banca lo llevaron a buscar su primer cargo de elección después de una vida como ejecutivo en la industria maquiladora de Ciudad Juárez.

Ahí, en el verano de 1983, Barrio obtuvo un triunfo inesperado que lo convirtió en presidente municipal. En 1986 contendió como candidato del PAN al Gobierno del estado de Chihuahua. Si bien cayó derrotado por Fernando Baeza del PRI, los indicios de que el Gobierno había recurrido a un fraude para asegurar el triunfo de Baeza eran enormes y se generó un movimiento civil de resistencia contra el resultado que puso a temblar al sistema mismo. Seis años después, en 1992, Barrio ganó finalmente, aunque por escaso margen, el Gobierno de su estado. Era apenas la segunda ocasión en que un político de la oposición conseguía gobernar una entidad de la Federación.

Ese Barrio, sin embargo, era distinto al de hoy. Hace 20 años Barrio hacía campaña con fuego en la palabra. Todos los que asistían a sus actos de campaña hablaban de un hombre carismático. Los propios empresarios tenían miedo de las medidas que pudiera aplicar cuando llegara al Gobierno. El juarense era para muchos un simple populista de derecha.

Como gobernador de 1992 a 1998, sin embargo, Barrio fue un político sorprendentemente moderado. No pretendió hacer una revolución, sino construir sobre las bases que habían dejado los regímenes priistas contra los que tanto había luchado. A partir de 2000, cuando el PAN se hizo Gobierno, este hombre antes considerado populista y carismático se hizo metódico y prudente. Sin embargo, en la Secretaría de la Contraloría impulsó la investigación sobre el Pemexgate. Como coordinador de los diputados del PAN se enfrentó una y otra vez al rechazo del PRI y el PRD a las reformas estructurales.

Hoy este hombre ha renunciado a la plataforma que le da la Cámara de Diputados para competir por la candidatura del PAN a la Presidencia de la República. Las encuestas, sin embargo, lo colocan muy atrás del puntero, el secretario de Gobernación Santiago Creel, quien sigue beneficiándose de la cobertura de medios que va ligada a su puesto. Barrio se encuentra incluso detrás de Felipe Calderón.

Quizá el otro Barrio, el carismático populista de los años ochenta, habría tenido oportunidad de superar esta desventaja. Pero yo me pregunto si el Barrio apagado de hoy puede realmente superar la ventaja de sus contendientes en el PAN, especialmente si, por lo que parece, Creel cuenta con el apoyo del presidente Vicente Fox y Calderón con el de los panistas más tradicionales.

Las dificultades de la campaña son enormes. Lo más probable es que ésta no lo lleve a la Presidencia de la República; ni siquiera, de hecho, a la candidatura panista. Quizá el propio Barrio lo sepa. Pero me da la impresión de que queda en él algo del fuego que lo impulsó en 1983 y 1986, cuando emprendió una cruzada política que también parecía condenada al fracaso pero que culminó en una victoria histórica en 1992.

LA BODA

Hicieron bien el embajador Tony Garza y la empresaria María Asunción Aramburuzabala en casarse discretamente este pasado fin de semana con la presencia únicamente de familiares y amigos íntimos. Hay ceremonias que no deben ser públicas. Un matrimonio no tiene por qué convertirse en un circo.

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sergiosarmiento@todito.com

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