EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

El patito feo/Actitudes

José Santiago Healy

Tijuana entera sufre una vez más los estragos de las lluvias torrenciales.

Al igual que hace dos, cuatro, cinco y diez años, los habitantes de esta fronteriza ciudad están a merced de los efectos terribles de las tormentas que se han extendido en esta ocasión durante más de tres semanas.

Ayer se registró la muerte de tres niños que quedaron sepultados en dos deslaves al tiempo que mil damnificados fueron evacuados y trasladados a varios albergues improvisados.

En 1993 los tijuanenses vivieron el peor desastre de su historia a raíz del huracán Gilberto que ocasionó derrames de las presas locales e inundaciones por todos los rincones de la ciudad.

Desde entonces año con año las autoridades locales toman especial cuidado en limpiar los cauces de ríos y arroyos, amén de reubicar a las familias que con todo y las advertencias suelen asentarse en las laderas y zonas peligrosas.

Las autoridades civiles y militares han actuado con celeridad y eficiencia, no obstante hay daños cuantiosos en casas, edificios y en colonias que tendrán que ser abandonadas para siempre, además de la suspensión de clases durante tres días en el año.

Esta crisis urbana se repite año con año en circunstancias semejantes, pero es hora que no se atienden a fondo sus causas.

Tijuana, al igual que decenas de ciudades de México, sufre crónicamente por la falta de servicios, la improvisación y la escasez de recursos financieros.

A pesar de su accidentada orografía, Tijuana no cuenta con un drenaje pluvial acorde a sus necesidades ni tampoco con equipo técnico capaz de enfrentar una contingencia como la ocurrida con el huracán Gilberto.

A unos cuantos kilómetros al norte de Tijuana se localiza la ciudad de San Diego en donde también los efectos de las lluvias han sido terribles, pero sin llegar al grado de devastación que ocurrió en territorio bajacaliforniano.

Desarrollar un sistema para proteger a Tijuana de las lluvias representaría un gasto de miles de millones de pesos y un esfuerzo gigantesco en horas-hombre. Pero no hacerlo ha resultado mucho más costoso.

¿Por qué tales desastres no ocurren con la misma dimensión en las ciudades de México, Monterrey o Guadalajara?

La respuesta es sencilla, en tales poblaciones se han desarrollado planes urbanos e inversiones de acuerdo a la magnitud de sus problemas.

Pero Tijuana es tratada como un patito feo que sólo es recordada en los tiempos electorales por la Federación y por el mismo Gobierno Estatal asentado en Mexicali.

Los costos que representan estas inundaciones en daños a calles, viviendas y colonias serían suficientes para cubrir al menos el arranque de las obras de protección.

Si a ello sumamos los costos de horas-hombre perdidas en decenas de oficinas, empresas y maquiladoras por la suspensión de labores, además de los miles de niños que no fueron a clases, entonces se reuniría prácticamente la mitad de la inversión.

Ya es hora de que las autoridades locales y las estatales exijan una solución a la problemática urbana de Tijuana que tanto ha aportado a la economía del noroeste y que en las últimas décadas ha dado trabajo y refugio a miles de migrantes mexicanos.

Desde tiempos de Luis Echeverría cuando se remodeló la zona del río sólo se han dado aspirinas a esta metrópoli que requiere una cirugía mayor de muy alta calidad.

Comentarios a:

josahealy@hotmail.com

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 128390

elsiglo.mx