Durango

El pinole: 58 años de tradición y lucha

Heredaron la creatividad por generaciones en la elaboración de licor, mermelada de frutas de temporada.

SANTIAGO PAPASQUIARO, DGO.- La mujer siempre ha jugado un papel preponderante, como célula básica de la familia y desarrollo de la sociedad, pero en esta época ha roto los viejos esquemas para involucrarse a fondo en el sector productivo y en el ámbito político, afirma Lorenza Martínez Brink, una de las precursoras del pinole en la región.

Dueña de sí misma y de la tradición pinolera, Lorencita a sus 94 años de edad comenta con gran lucidez al lado de sus hijas Patricia y Leticia el inicio de su jornada en esta su tierra natal, donde procreó nueve hijos, a quienes pudo sacar adelante después del fallecimiento de su esposo Roberto Pérez Montoya, en 1958.

La creatividad la traen en la sangre de generación en generación; don Roberto inició la fabricación de café en este lugar. Tuvo éxito. Lamentablemente, el destino truncó el esfuerzo y la vida, pero no terminó todo, ahí estaba la figura abnegada y siempre dispuesta a luchar: la madre, pues Lenchita jamás se doblegó a la adversidad y siguió adelante con la elaboración de lo que sabía hacer con excelencia, el pinole santiaguero.

Hoy, rodeada de 79 nietos y 52 bisnietos, dice sentirse orgullosa, plena. La tradición del pinole la continúa su hija Patricia, además de elaborar licor de membrillo, granada, nogal y melón, así como cajeta, jamoncillo y mermelada de frutas de la temporada, todo con el sello de la casa.

Sus movimientos son lentos, la ayudan sus hijas, pero la vivacidad de sus ojos color miel denota, como sus palabras, la satisfacción de no tener que reclamar ni exigir nada a la vida, porque la vida aún le pertenece como el pasado que atesora al paso del tiempo con la transformación de la tierra de sus amores: Santiago Papasquiaro, pues de aquel pueblo grande enjundioso hoy ve una próspera ciudad, donde la gente cambió sus caballos por vehículos y las calles polvorosas las cubrieron de asfalto.

Otra de las observaciones de Lorencita es que las mujeres antes eran más recatadas, obedientes a la familia y respetuosas de las tradiciones; hoy todo ha cambiado: la mujer se desarrolla en muchas actividades del sector productivo, hasta en la política, y de eso da testimonio su hija Patricia, que en la pasada administración se desenvolvió como regidora del Cabildo. En fin, todo cambió, dijo.

Nació en 1911, sus padres son originarios de Santiago Papasquiaro y sus abuelos de Alemania; cuando niña, recuerda que esta tierra contaba con fábricas de hilado y harina, entre otras actividades. La gente de este lugar siempre ha sido impulsora del desarrollo.

“Santiago Papasquiaro ha crecido tanto que ya no conozco sus colonias, pero cómo olvidar su calzada J. Ramón Valdez y su arroyo El Tagarete, los cuales forman parte del arcón de mis recuerdos como también el mayor de mis tesoros: mis hijos, quienes representan lo más grande que Dios me dio”, afirmó con muestras de satisfacción.

¿De lo más desagradable en su vida? “Tal vez la pérdida de mi esposo”.

¿Qué le pediría a Dios en este momento? “Yo sólo le daría las gracias por todo lo que me ha dado, mis hijos”.

Lorencita regala momentos de sabiduría y reflexión al no tener que exigir nada a la vida, pues la mayor parte de la gente no se cansa de pedir; en cambio, esta longeva mujer todo lo ha aquilatado como un tesoro. Por ejemplo, el tiempo, el esfuerzo, el sacrificio, la familia y la creatividad de satisfacer el paladar exigente de quienes gustan del pinole y otras conservas.

Para los santiagueros, que festejan su feria anual, mientras exista el Santiaguero Rico Pinole, recordarán a Lorencita como una figura notable en esta tierra de mujeres hermosas.

A futuro la exportación

La casa ubicada en Hidalgo 52 de ciudad Santiago Papasquiaro es donde se elabora el mejor pinole del mundo, dice Patricia Pérez Martínez, tradición que inició su madre Lorenza Martínez Brink, quien con el fallecimiento de su esposo Roberto Pérez Montoya, originario de Chalchihuites, Zacatecas, se vio en la necesidad de redoblar esfuerzos, lo cual rindió frutos con la tradición pinolera.

El producto es de calidad, pero no han logrado exportarlo por falta de apoyo económico, tal vez no tanto, pero sería ideal, afirma Patricia, avalada por su hermana Leticia. Aquí el pinole Santiaguero cobró fama, tuvo una temporada baja debido a que los alimentos “chatarra” invadieron el mercado.

Pero el pinole se mantuvo en el gusto de la gente que sabe del buen alimento, pues tiene un alto valor nutricional, desde tiempos inmemoriales.

Aquí la calidad en la elaboración del pinole es única y por eso ganó la preferencia de propios y extraños; inclusive, algún día no muy lejano, dice Patricia, también exportarán a Estados Unidos, donde los paisanos saben del producto y lo llevan del orgulloso distintivo de “pinoleros de Santiago”.

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