Nueva York, (EFE).- El Empire State, el rascacielos más emblemático de Nueva York, perderá próximamente el monopolio de la mejor vista de la ciudad desde las alturas, que deberá compartir con un rival, el Edificio Rockefeller.
Tras pasar quince años cerrada, la terraza-mirador del Rockefeller volverá a abrir sus puertas el próximo primero de noviembre, y desde allí se verá, en los días despejados, un radio de hasta 125 kilómetros a la redonda.
Desde la cima del Rockefeller se divisarán los principales símbolos urbanos de Nueva York: entre otros, Central Park, que queda al norte, y la Estatua de la Libertad, al sur; como no, también su competidor, el Empire State.
La rivalidad entre los dos rascacielos parece inevitable.
Ambos se alzan en la mitad sur de la isla de Manhattan, el precio de la entrada es el mismo, catorce dólares, y comparten horario, de ocho de la mañana a la medianoche.
La noticia de la apertura del observatorio del Rockefeller ha sido recibida, sin embargo, con cierta indiferencia en las oficinas del Empire State.
"Somos el edificio más conocido del mundo. Ni siquiera cuando las Torres Gemelas estaban en pie nos afectaba. Teníamos casi un millón más de visitantes al año que ellos", recordó Lidia Ruth, directora de Relaciones Públicas de ese rascacielos, construido en 1930 y celebre desde que fuera al que, en el cine, se encaramó King Kong.
Desde el observatorio del Rockefeller, de estilo Art Deco, la directora de mercadeo de ese otro edificio, la catalana Anna Domingo, mantiene una opinión distinta.
"El Empire State tiene en su cumbre unas vallas altísimas, es imposible tener una imagen limpia, mientras que en el Rockfeller hemos optado por enormes y gruesos cristales", comentó.
Reconoció que "técnicamente estamos más de diez plantas por debajo del Empire State", antes de precisar, no obstante, que "el suelo de Manhattan es inclinado, así que en la práctica estamos a la misma altura y tenemos vistas mejores".
"Como la de Central Park, que nuestro edificio obstaculiza desde el Empire State", apuntó.
Domingo parte con ventaja en la "carrera" que se avecina con el Empire State por captar visitantes.
Durante dos años, la catalana fue directora de Mercadeo del observatorio del Empire State, y está decidida a que en el Rockefeller no se repitan las largas colas que los turistas deben sufrir en su competidor, donde tienen que esperar una media de dos horas para poder disfrutar de la vista desde el último piso.
"Hemos creado un sistema de venta de entradas por Internet en el que se puede elegir la hora y el día de visita" explicó Domingo, que indicó que las entradas se venderán en paquetes de vacaciones ofrecidos por mayoristas de viajes, aunque también se podrán adquirir directamente en taquilla.
Los gerentes del Rockfeller esperan recibir, en el primer año tras la reapertura del observatorio, dos millones de visitantes, un millón y medio por debajo de la media del Empire State.
Pero Domingo está convencida de que el número de visitantes aumentará rápidamente con las modernas instalaciones que ofrece el nuevo edificio para el que trabaja.
Tras su remodelación, el Rockefeller, levantado en 1933, cuenta con ascensores con techo de cristal sobre los que se proyectan imágenes históricas de la ciudad. Suben hasta el piso 67 en 54 segundos y conducen al visitante a una terraza de mil metros cuadrados, al aire libre, con barandillas de cristal y desde la que se ve, dicen, la mejor vista de Nueva York.
