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El templado de la gaita

Gilberto Serna

Lo digo con absoluta convicción, el gobernador Arturo Montiel del Estado de México, no es santo de mi devoción, lo que de estar enterado no creo le quite el sueño, ni a mi el deseo de explayarme con veracidad. No me hizo gracia que en esa importante y populosa Entidad federativa se encontraran sofisticados aparatos para escuchar conversaciones ajenas. Todo un arsenal dirigido a socavar la privacidad de los mexiquenses. Me parece que quien es capaz de torcer las instituciones para crear un sistema de escucha clandestino está copiando métodos propios de un régimen con tendencias stalinistas -Josif Vissarionovic Dzugasvil, conocido con el alias de José Stalin (1879-1953) premier soviético-. Por eso, sin que se hubiera investigado a fondo quién o quiénes hacían ese trabajo sucio, inconscientemente me provocó una animadversión hacia el Ejecutivo estatal que he conservado durante estos años, lo que, repito, no envilece mi sano juicio. La verdad es que el espionaje me parece una chapucería que no debe atribuirse al mandatario, pues no hubo investigación judicial que así lo estableciera..

La audacia de que ha hecho gala en estos días me dice que además de tener grandes orejas, y de ser un bailarín aceptable -lo recuerdo girando con un candidato presidencial a horcajadas- tiene férreo control sobre organismos electorales. El dice que no, pero sí. Ese es un estilo de gobernar que no tiene otro origen que la apatía de la ciudadanía y la cooptación económica de líderes. Lo que, después de todo, este maximato es práctica común en la gran mayoría de las entidades federativas. Del uso de la Comisión de Fiscalización del Instituto Electoral del Estado de México, para inhabilitar el registro de candidatos a la gubernatura para las elecciones del tres de julio, con el argumento de que no acreditaron el origen de los recursos usados en sus campañas primarias en febrero del año pasado, se podría concluir o que el gobernador se desquició por el poder absoluto que indebidamente ejerce o esperaba obtener algo favorable a su propio candidato, quitándole de encima a pretendientes de otro partido o bien, quería demostrar que en su Entidad él manda a su antojo.

En efecto, se dijo que un pre candidato había violado el Código Electoral en cuanto al principio de equidad. Hubo el acuerdo de no permitirle registrar su candidatura al Gobierno del Estado. Entérese usted que el susodicho montó en cólera amenazando trastornar la Entidad con paros y marchas, hasta que le recomendaron se calmara y siguiera los pasos legales que procedieran. Pues bien, no duró mucho tiempo su descalificación puesto que los consejeros electorales recibieron nuevas instrucciones de “arriba” que provocaron echaran marcha atrás, manteniendo vigentes los derechos políticos de Rubén Mendoza Ayala quien, ahora sí tendrá la vía libre para registrarse como candidato del PAN a la gubernatura mexiquense. La verdad es que los consejeros recularon. Para esto, cabe decir, que el dirigente nacional priista, Roberto Madrazo, le dio un tirón de orejas al gobernador exhortándolo para que rectificara. ¿Porqué al mandatario y no al cuerpo encargado de las elecciones? El desliz de Madrazo y el quehacer posterior revelan, sin duda, la subordinación del instituto electoral local.

En medio de este embrollo, se produjo un hecho ominoso, pues Roberto Madrazo Pintado reconsideró la presencia de sus operadores políticos que había enviado al Estado de México a consecuencia de que en la última reunión del grupo de gobernadores Arturo Montiel aseveró que el PRI iba en retroceso tras la derrota en el estado de Guerrero. Roberto, además de replegar sus fuerzas, en inserción periodística, signada por el secretario de Acción Electoral del PRI, le comunicó que no acudiría al acto donde rendiría su protesta el candidato parido por Montiel. El gobernador mexiquense en vez de sacarle la lengua, en un gesto de desprecio, como corresponde a un miembro de un grupo disidente, prontamente se disculpó negando que, en su alocución, haya mencionado al dirigente del PRI. Después, la ausencia, casi total, de los componentes del grupo TUCOM al acto de protesta de Enrique Peña Nieto parece indicar que los gobernadores se percataron de la postura pusilánime, genuflexa y sumisa del mexiquense. Me pregunto: ¿cuántos de esos gobernantes andarán ya templando gaitas? ¿Será el principio de un desmoronamiento?

Nota bene: Templar gaitas: usar contemplaciones para desenojar a uno. Diccionario de la Real Academia Española, vigésima primera edición, 1992, pág.1011, Tomo I. Contemplación: acción de contemplar; contemplar: complacer a una persona, ser condescendiente con ella, por afecto, por respeto, por interés o por lisonja. Ídem, pág. 552).

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