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El tesoro oculto de El Salvador

San Salvador, (EFE).- La extracción de un cráneo de mastodonte joven que vivió hace 2.7 millones de años de la ribera del río Tomayate ha revelado que un enorme tesoro, envuelto en lodo, todavía sigue oculto en ese lugar.

La recuperación del cráneo se realizó luego de que un aviso de tormenta alertara al grupo de dos paleontólogos y tres técnicos salvadoreños encargados del proyecto de que no podían esperar más tiempo, ya que una corriente de agua amenazaba con arrebatarles el valioso regalo prehistórico.

Así, auxiliados por una balsa deportiva de plástico, el equipo trasladó el cráneo de 160 kilogramos, 81 centímetros de largo, 60 de alto y 50 de ancho, medio kilómetro río abajo, donde el fósil desembarcó sano y salvo.

El ejemplar había sido descubierto dos semanas antes en la ribera del Tomayate, a 20 kilómetros al norte de San Salvador, pero no será hasta dentro de unos tres meses, luego de quitarle el sedimento, cuando podrá ser exhibido en el Museo de Historia Natural de la capital.

El cráneo del mastodonte joven (tenía unos 28 o 30 años cuando murió) se unirá a otros dos cráneos, uno de caballo y otro de perezoso gigante, que fueron encontrados en 2001 también en la ribera del mismo río.

Según relató a EFE el jefe de la unidad paleontológica del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (CONCULTURA), Mario Romero, un habitante de la zona descubrió el rico yacimiento de fósiles hace cuatro años.

"El descubrimiento fue hecho por Teófilo Reyes Chavarría, él iba caminando por aquí, andaba buscando garrobos (reptiles parecidos a la iguana que se comen en El Salvador) y frutas. Parece que uno de los garrobos se escondió aquí y siguiéndolo encontró el molar del mastodonte", explicó.

Hasta la fecha, el equipo explorador ha dado con un total de 1.300 piezas de fósiles, tres de éstas son cráneos. Los huesos pertenecen a tortugas, cocodrilos, perezosos gigantes, camellos, venados, aves y gliptodontes (especie de armadillo del tamaño de un automóvil).

Entornando los ojos, el paleontólogo mira las capas de tierra donde el grupo de técnicos van desenterrando más piezas del mastodonte joven. Con su mirada y palabras emocionadas trata de describir cómo era hace millones de años la ribera del río Tomayate.

Romero relató que los huesos encontrados datan del Pleistoceno, una de las primeras edades glaciales en la que "los pastizales se congelan, el clima es inhóspito y los animales tienen que emigrar hasta climas cálidos", explicó el experto.

En ese entonces, el río Tomayate era un cauce de agua caudaloso donde animales que emigraban de Norte y Suramérica se encontraban en lo que el paleontólogo llama "el clímax del encuentro".

Un evento "catastrófico" al parecer llevó a los cientos de huesos de animales hasta la ribera del río, ya que el experto asegura que los animales no murieron ahí.

Actualmente, a lo largo de 30 metros a la orilla del Tomayate, late el testimonio de esa era lejana.

El director del Museo de Historia Natural de El Salvador y jefe de la expedición, Daniel Aguilar, tampoco puede disimular su emoción ante el descubrimiento que, a su juicio, es de gran importancia para los anales científicos de toda Centroamérica y México.

Aguilar aseguró que podría pasar "los próximos 100 años" excavando en el lugar y descubriendo más fósiles, pero también matizó que el reto principal es la conservación y preservación de este patrimonio.

Mientras tanto, el río y el lodo se extienden apenas a un metro de los excavadores y Aguilar recuerda que muchas veces han tenido que "salir corriendo" cuando la corriente de agua crece por las lluvias, siguiendo su curso sin descanso, desde la era glacial.

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