Aquella fiesta popular en San Juan de Guadalupe, el pasado viernes, cuando el gobernador de Durango, Ismael Hernández Deras y el director de la Comisión Nacional del Agua (CNA), Cristóbal Jaime Jáquez, firmaron el convenio para la construcción de la presa El Tigre, que significará una inversión de cien millones de pesos y que –al menos en el discurso oficial- beneficiará a los habitantes de la zona sin perjuicio alguno a los productores de la parte baja del río Aguanaval, empieza a transformarse, poco a poco en una pesadilla para aquellos que aventuran proyectos sin consenso, y visto está, sin mayor respaldo.
El ambientalista, Francisco Valdez Perezgasga, coloca el nivel del conflicto en su justa dimensión: “es la fuerza contra la razón; no es posible que un diputado federal, un empresario y la CNA, se empeñen en construir las presas aun en contra de la gran mayoría de la población” y en esta posición coinciden los empresarios aglutinados en el Consejo Lagunero de la Iniciativa Privada (CLIP) y el Consejo Agropecuario de La Laguna. Se trata, entonces, de una verdadera lucha y la presa El Tigre resulta hoy una suerte de viento, de esos que presagian tempestades.
Por un lado, el gobernador de Durango, el director de la CNA y los habitantes de San Juan de Guadalupe y por el otro, los empresarios, ambientalistas y productores laguneros que advierten una amenza al futuro de la región si prospera el empeño de construir presas que alteren el cauce del río Aguanaval. Por lo pronto, es el mismo Valdez Perezgasga quien cuestiona el discurso que hace énfasis en los beneficios para San Juan de Guadalupe, “ya que en el propio Manifiesto de Impacto Ambiental se señala que la obra no va sacar de la pobreza a la población, ya no deben engañar a esa gente”.
Y sólo para alimentar lo que hoy es una bola de nieve que sin duda crecerá en los próximos días, Felipe Cedillo Vela, presidente del Consejo Agropecuario de La Laguna, sentencia que: “si en realidad quieren sacar de la pobreza extrema a los habitantes de San Juan de Guadalupe, hay muchas otras alternativas para ellos sin dañar al resto de los habitantes de la Región Lagunera, desde hacer una fábrica, llevar maquiladoras u otras opciones para ofrecer empleo, pero no construir una presa que retendría el agua”. En fin, son vientos que presagian tempestades.