El Senado pospuso hasta febrero la votación de un proyecto de Ley Federal de Radio y Televisión, según numerosos críticos hecho a pedido de los monopolios. En el Poder Legislativo (llamémosle así en beneficio de las ilusiones de la República) al proyecto lo patrocinan la conciencia moral del PRI (Emilio Gamboa Patrón) y el líder moral del PAN (Diego Fernández de Cevallos) títulos quizás honoríficos pero no menos visibles. Esto es necesario porque si algo distingue al PRI y el PAN es la legitimidad y la escrupulosidad de su liderazgo tal y como lo representan Manuel Espino, Roberto Madrazo, don Diego y don Gamboa Patrón. Que el PRI y el PAN aprueben las leyes que muchísimos cuestionan, es previsible. Lo inusitado, o que debería serlo, es el comportamiento en la Cámara de Diputados del Partido de la Revolución Democrática, al que uno supondría levemente crítico al menos respecto a las empresas televisivas, y que, con placer visible, se instala en la hora de las complacencias.
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Recuérdese algunas de las objeciones más severas al proyecto de Ley: le garantizan a empresas todopoderosas el dominio del espectro; agravan la concentración de poderes mediáticos (de paso, eliminan la heterodoxia); fortalecen la voluntad monopólica de las cien familias que dominan (y creen ser) México; convierten al IFE en un broker a cargo de los pagos a las empresas que alquilan su tiempo (por lo menos ésta es una función inteligible del IFE, porque si uno escucha a su directiva explicar sus procedimientos electorales renuncia al uso de la lógica y del idioma); le garantiza a las empresas beneficiadas durante 41 años la propiedad de las concesiones analógicas y digitales. Todo lo anterior es perfectamente entendible si se examina las razones de ser del PRI y del PAN. ¿Pero el PRD?
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La Cámara de Diputados hervía con la santa responsabilidad de los legisladores. Se discutían cincuenta proyectos de ley y era preciso votarlos en unas cuantas horas. ¿Tan pocos proyectos para tan sagaces padres y madres de la patria? Sí, porque no se quiso cargar de trabajo a la última hora. La versión del PRD, en carta publicada el 12 de diciembre de 2005, es muy objetiva y no podía ser menos si el coordinador de la bancada es el líder histórico Pablo Gómez: ?el pasado primero de diciembre la mayoría de los diputados federales del PRD votó a favor de una serie de reformas de la Ley Federal de Radio y Televisión...?. No, mis estimados no fue la mayoría, fueron todos, pero ya se sabe: la diferencia entre el total y la mayoría es siempre metafísica: ?por mayoría ganó la totalidad?, dice el dicho.
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La norma nunca desaparece: el error más grave es reconocer la existencia de un error. La carta del 12 de diciembre ratifica el apoyo del PRD al proyecto. Según los perredistas, su voto se produce por las siguientes admirables razones:
a)Porque estas modificaciones podrían significar un primer paso en la lucha por restarle al Poder Ejecutivo discrecionalidad en el control sobre concesiones y prerrogativas hacia los medios de comunicación.
b) Porque la nueva Ley agregaría "vigilancia pública, transparencia y responsabilidad fiscal" en relación de los medios de comunicación.
Así que las modificaciones podrían significar... ¡Qué ley más precisa! Una vez insinuado que la Ley desembocará en el socialismo y en la revolución sin precedentes, el PRD nos recuerda con valentía: ?estamos claros de no poner en riesgo el compromiso con la función social que deben de tener los medios de comunicación; tampoco hemos declinado nuestro respaldo al reconocimiento pleno de las radios comunitarias, el derecho de réplica, la importancia de los medios públicos y la pluralidad democrática?. Les faltó decir: ?y el derecho de los enfermos a sanar en situación de bonanza económica?. ¡Qué robusto sentido del humor el de los diputados del PRD! Así que darles todo a los monopolios no impedirá la osadía del PRD. El diputado Inti Muñoz se ?chamaquea? solo: (el voto) no es un asunto de culpables. Es falso que hayamos tomado en cuenta algún tipo de interés particular. Siempre se pensó en agregar transparencia y equidad a la relación del Estado con los medios. Hoy existe un debate que hay que escuchar. Lo importante es que en el partido tenemos un consenso claro acerca de que hubiera sido un error que el Senado de la República aprobara las reformas arbitrariamente.
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Después del niño ahogado, el pozo siguiente hereda la culpa. Tres preguntas: ¿no es un asunto de culpables votar sin leer la ley y, además, sólo oír las voces atendibles después de la aprobación? ¿Por qué insisten en que el proyecto de Ley agrega ?transparencia y equidad a la relación del Estado con los medios?? ¿Y, por qué, candorosamente, el consenso del partido se da en función del Senado y no de la Cámara de Diputados? La bancada perredista y su máximo líder Pablo Gómez no escatiman burlas. Dicen en su briosa misiva: ?consideramos que no se debe legislar sin tomar en cuenta los argumentos de todos los sectores involucrados?. ¿Y qué hicieron ellos el primero de diciembre, luego de la deliberación exhaustiva de cinco minutos? Prescindieron escrupulosamente de los argumentos de los sectores involucrados que se oponían a la Ley. Luego, afirman como si tal cosa: ?hemos estado atentos a las voces que desde la academia y la sociedad civil, han manifestado su desacuerdo con las reformas propuestas. También hemos escuchado las críticas que señalan que este paquete de modificaciones entraña riesgos que contravienen el espíritu democrático de las iniciativas que han sido ampliamente discutidas con el Senado con el respaldo pleno del PRD?.
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Qué bromistas tan excepcionales. Si han estado atentos a las voces del desacuerdo y a las críticas que señalan riesgos, ¿por qué se precipitaron en el voto? Están muy en su derecho de apoyar la Ley, pero debían prescindir del choteo de su electorado y de la sociedad.
Luego del coordinador Pablo Gómez, la responsable central del voto perredista es Dolores Gutiérrez Zurita que, con modestia, desmiente a sus compañeros que alegan ignorancia y exceso de confianza. Le pregunta Jenaro Villamil (Proceso, 519):
¿Consultaron a la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión o a otros sectores?
No hubo consultas. En la semana que la aprobaron no nos reunimos. Para qué, si ya sabíamos de los cambios desde el 22 de noviembre... Necesitamos una nueva Ley acorde con los nuevos tiempos tecnológicos.
¿Aunque no se eliminen ni la discrecionalidad ni la concentración?
Ahí está la Comisión Federal de Competencia para que se evite el carácter monopólico.
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Luego de tanto franqueza, ¿a quién se le ocurre mencionar el cinismo?
Escritor