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El voto de los maestros

Gabriel Castillo

Recientemente se hizo público, a través de desplegados en los principales diarios de circulación nacional, el posicionamiento del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación respecto al candidato del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia de la República. Hay un rotundo rechazo hacia Roberto Madrazo Pintado por parte de la dirigencia del SNTE, según lo acordado en una importante reunión celebrada en la Ciudad de México, a la que asistieron el Comité Ejecutivo Nacional, los secretarios generales de todas las Secciones del país, el Comité Nacional de Acción Política, los representantes de los Comités Estatales de Acción Política, los legisladores y otros actores políticos vinculados a la cúpula sindical. Esa decisión de negar el voto al candidato priista, obliga a dar apertura a la necesaria discusión desde la base magisterial sobre las implicaciones y consecuencias que ello conlleva, pero sobre todo acerca de lo que representa la elección presidencial de 2006.

Los maestros hemos tenido la responsabilidad de propiciar y fomentar el aprendizaje de la historia de nuestro país, así como de la teoría y la práctica del civismo y la ética entre los alumnos a nuestro cargo. No desconocemos que en distintas etapas de la historia de México se han enfrentado, fundamentalmente, dos visiones o dos proyectos de Nación: uno de corte progresista, liberal, ligado a nuestras raíces, a nuestra gente, caracterizado por la defensa de nuestra identidad y recursos nacionales y otro conservador, ligado a las oligarquías locales o extranjeras, orientado a seguir el modelo de las metrópolis imperialistas y a entregar nuestros recursos en perjuicio de la mayoría de los mexicanos, con el beneficio de unos pocos. En algunos periodos, cuando esta polarización derivada de visiones o proyectos distintos se exacerba, hemos vivido enfrentamientos graves, lamentables luchas fratricidas. Hoy debemos cuidar que las diferencias se diriman estrictamente en las urnas, con plena madurez, con la lucidez que nos pueda dar la reflexión y el análisis acerca de la situación nacional, de los escenarios actuales y futuros, de los actores políticos y sus propuestas.

No está de más recordar que a lo largo de la historia mexicana los maestros, mayoritariamente hemos compartido la visión progresista de nación, hemos participado en las luchas del pueblo en la defensa de sus intereses. Nos reconocemos admiradores de la vida y la obra de Benito Juárez, quien hizo triunfar la República frente al Imperio y privilegió los intereses del país ante las potencias saqueadoras. Muchos maestros somos hijos o nietos de obreros y campesinos, por lo que valoramos lo que el gral. Lázaro Cárdenas del Río hizo por ellos y en general por la Nación. Ambos personajes y muchos otros de orientación similar, que le dieron sentido a la palabra Soberanía, han sido tema de muchas piezas oratorias en las escuelas, de poemas, de ensayos, y están presentes en el imaginario colectivo, a pesar de que en los últimos años, con la profundización del Neoliberalismo, los representantes de este modelo económico hubieran querido borrar lo relacionado con el espíritu juarista y con el cardenismo.

Actualmente se vive en el país una nueva edición del histórico choque de visiones y proyectos de Nación, pero también una crisis de credibilidad en los partidos y una degradación de la política. Los ciudadanos todos, y en particular los maestros, tenemos la obligación de reflexionar el sentido de nuestro voto para no volvernos a equivocar. Qué bueno que el pleito entre la profesora Elba Esther Gordillo y Roberto Madrazo ha puesto en evidencia que ese señor representa la total falta de ética en la política y la desmedida ambición (casi obsesión) de acceder al poder por el poder mismo. Pero también ha hecho evidentes, inadecuadas muestras de aparente afinidad política entre la máxima dirigente sindical y el presidente de la República por una parte, y por otra con el candidato del Partido Acción Nacional, lo cual puede generar algunas confusiones en el magisterio.

Tenemos que reconocer con mucha claridad que el presidente y su partido le han fallado a los maestros, castigando sus percepciones y disminuyendo en términos reales el presupuesto para educación. Además, desde las esferas del Gobierno y los grupos de poder vinculados a él, se han atacado los postulados del laicismo y la gratuidad de la enseñanza por los que históricamente ha luchado el magisterio. Hoy ha resurgido la embestida contra la escuela pública desde los grupos ultraderechistas que apoyan a Felipe Calderón, aunque él lo niegue y se diga aliado de los maestros. Un ejemplo de ello es la vigente y beligerante Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) que surge desde 1917 y se ha opuesto, en distintos momentos de la historia de la educación en México, a iniciativas progresistas de la SEP como la educación sexual para niños y adolescentes en la década de los treinta, o a medidas de beneficio para la población como la aparición de los libros de texto gratuitos en el régimen del presidente López Mateos. Esa retardataria UNPF es la misma que hace unos días hiciera un pacto con la Confederación Patronal de la República Mexicana para impulsar un Movimiento Cívico que atraiga el voto de los jóvenes a favor del partido que representa a la derecha e intentar frenar al proyecto progresista de la izquierda, que tiene posibilidades de cambiar el rumbo del país. Los maestros no podemos confundirnos y hacer alianzas con los sectores conservadores, pues iríamos contra nuestra propia historia. No debemos equivocarnos para volver a tener PAN con lo mismo. Sería una triste muestra de que no aprendimos la lección del pretendido voto útil en el año 2000, que a la luz del saldo de la Administración foxista resultó inútil.

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