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MÉXICO, DF.- Las ocasiones especiales, como una romántica cena para festejar el Día del Amor, son pretexto perfecto para lucir la belleza de los mejores servicios: vajillas y cubetería.
En esta u otras celebraciones se debe lograr que todos los detalles armonicen para que la persona invitada nos recuerde como una gran anfitriona.
Son muchos los aspectos que deben tenerse en cuenta para poner una mesa y hacer que ésta luzca perfecta.
Resulta fundamental por lo menos una hermosa vajilla, cubertería para ocasiones especiales y también de una cristalería brillante y bien cuidada.
Poner mucho cuidado en el manejo de las piezas de cristalería cada vez que se tenga que utilizarlas, asegura en primer lugar que nos duren más y, por otro lado, logrará despertar la admiración de los comensales ante unas piezas de cristal atractivas y sin defectos.
A la hora de adquirir la cristalería, nos asaltan varias dudas: ¿con color o transparentes?, ¿con formas clásicas o vanguardistas? Los especialistas en protocolo recomiendan el empleo de formas tradicionales, ya que los diseños demasiado modernos, podrían confundir respecto al uso de cada copa, llegándonos a preguntar cuál es la copa del agua y cuál la del vino.
En cuanto a los colores, la apuesta por las tonalidades fuera de lo común es arriesgada y puede dar una mala impresión si la ocasión es muy formal.
Podemos iniciar nuestro juego de cristal con sólo tres tipos de copas que nunca deben faltar: la de agua, la de vino y la de champaña.
Tanto la de agua como la de vino son de boca ancha pero la de agua es más grande que la de vino. Por su parte, la de champaña es alargada y estrecha.
Se puede incluir en las cristalerías otras copas como las especiales para vino blanco, cerveza, jerez, coñac y otros licores.
Nadie duda de la elegancia del cristal pero, de la misma forma, todos conocemos su extraordinaria fragilidad. Muchas marcas admiten la posibilidad de lavar sus piezas de cristalería dentro del lavaplatos, no obstante, si el material es muy delicado y fino y no tenemos la seguridad de que nuestro electrodoméstico respete a las piezas, es mejor optar por lavarlas a mano.
Se empleará agua caliente y se frotará sin hacer excesiva fuerza con una esponja suave y unas gotas de lavavajillas poco agresivo. Este método manual asegura un mantenimiento de la cristalería al margen de posibles rayaduras, además el cristal conservará su transparencia por más tiempo. Un truco para que el brillo del cristal se multiplique, es añadir unas gotas de vinagre cuando estemos enjuagándolas en la pila. Para secarlas las dejaremos boca abajo en el fregadero: nunca utilizaremos un trapo.
