La venezolana se separa de Robert Rodríguez para producir la cinta Secuestro Express.
EFE
LOS ÁNGELES, CALIFORNIA.- La venezolana Elizabeth Avellán, una de las productoras más destacadas de Estados Unidos (EU) y que ha trabajado junto a su esposo, Robert Rodríguez, en toda su carrera, se lanza ahora en solitario con su producción Secuestro Express.
?He querido presentar un problema que por desgracia es muy común en Latinoamérica y hablarlo de forma que cree polémica, no como un documental sino como un filme que dé de qué hablar?, confesó.
El problema lo revela en su título, Secuestro Express, una modalidad de delincuencia en busca de dinero rápido que Avellán ha escogido para su primera producción en solitario.
Es también el primer filme con contenido social de Avellán, interesada por explorar con el cine algo más que una mera forma de entretenimiento.
Aún así, la película rodada en castellano en Venezuela echa mano de la popular carrera de Avellán junto a su esposo y, con tal de llevar al público al cine utiliza como reclamo esa frase que reza: ?de los productores de Sin City y Érase una vez en México?.
Avellán reconoce que lo pensó mucho antes de permitir la utilización de la frase.
?Por lo menos así van a entrar en el cine y saber lo que ocurre en nuestros países?, admitió.
No hay ningún sonrojo por su parte, es uno de los muchos ?trucos? que como productora independiente tiene que utilizar para sobrevivir en un mercado de grandes producciones.
Rodríguez, un cineasta estadounidense de origen mexicano, y Avellán son considerados los productores más importantes del cine independiente, trabajando a su propio ritmo desde su estudio en Austin (Texas), el mismo lugar en el que viven con sus cuatro hijos y donde sus actores forman parte de su familia.
?Si trabajas dentro del sistema no haces más que formar parte de una cadena y nosotros preferimos tomar el teléfono y hablar directamente con quien haya que hablar?, insistió la productora.
Esa persona suele ser alguno de los hermanos Harvey y Bob Weinstein, cofundadores de la productora Miramax, con los que ambos siguen trabajando con películas de muy bajo coste y con buenos rendimientos en la taquilla, como demostraron en la trilogía de El Mariachi o de Spy Kids.
Avellán sabe que el secreto de su éxito es precisamente que han sabido recuperar con rapidez el dinero de sus inversores, un logro que les permite hacer el resto de la producción a su estilo.
Un éxito que les ha inundado de ofertas para que se encarguen de alguna de esas grandes producciones de más de 100 millones de presupuesto, pero a ninguno de los dos les interesa.
?Prefiero trabajar a mi aire con presupuestos pequeños donde todas las decisiones creativas están en mi mano, algo que comparto con Robert?, subrayó esta cineasta hispana, que este año pasó a ser admitida en la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood.
Con Robert comparte bastante más, y aunque Secuestro Express supone la independencia laboral de su marido, su visible estado de gestación habla de otro proyecto común y mucho más personal con su esposo.
?Esta es la niña?, afirma con orgullo acariciándose la barriga después de cuatro niños en común con Rodríguez: Racer, Rebel, Rocket y Rouge. Al nuevo miembro de la familia le pondrán Raven.
Una prolífica carrera como madre que comenzó hace más de una década y a la que no piensa poner freno aunque tampoco limitará su futuro profesional.
Junto a Rodríguez está ya trabajando en la promoción del DVD de Sin City además de en la producción de la segunda parte de este filme y en la siguiente película de su esposo junto a Quentin Tarantino, Grind House.
Pero sí tiene claro el orgullo que siente como madre o junto a Rodríguez en su compañía de producción Los Hooligans, también está muy orgullosa de su trabajo junto a la productora Sandra Condito en su nueva compañía independiente Tres Malandros.
?Me gusta la idea de hacer un cine con una responsabilidad social y que sea entretenido al mismo tiempo?, resumió de su trabajo en Secuestro Express, una película hecha con el deseo de volver a ver esa Venezuela pacífica que conoció en su infancia.