Notimex
MÉXICO, DF.- Niña prodigio de la industria cinematográfica estadounidense, en la que comenzó su carrera cuando apenas tenía nueve años, la actriz Elizabeth Taylor, quien ahora es toda una diva de Hollywood, nació en la ciudad de Londres, Inglaterra, el 27 de febrero de 1932.
Hija de un comerciante de antigüedades y una actriz en retiro, Liz Taylor vivió una infancia desahogada gracias a la situación favorable de sus padres; sin embargo, en 1939 el inminente estallido de la Segunda Guerra Mundial llevó a la familia a emigrar hacia Estados Unidos.
Establecidos en Beverly Hills, la madre de Elizabeth estaba obsesionada con hacer de su hija una gran actriz y, sin quitar el dedo del renglón, la llevaba a las pruebas que realizaban las compañías productoras en busca de nuevos valores infantiles.
Fue así que desde los siete años la hija de Sara Sothern y Francis Taylor sorprendió al mundo con su proverbial belleza, en la película Hombre o Ratón.
A los diez años protagonizó Lassie, que la proyectó a la fama, pero fue hasta los 15 cuando volvió a filmar.
En 1948 regresó al mundo del celuloide para hacer películas como Vivir con Papá y Julia Misbahaves, donde sus éxitos empezaron a multiplicarse igual que sus pretendientes.
Según datos biográficos, el futbolista Glen Davis y el hijo del embajador estadounidense en Brasil, William Pawley, habrían sido sus primeros amantes.
Liz Taylor se casó a los 18 años con Conrad Hilton (de la cadena de hoteles Hilton); le seguirían Stanley Doonen, realizador de películas; Michael Wildding, quien sacó provecho, a río revuelto, de su agitada vida sentimental.
El divorcio apareció nuevamente en 1957 y el matrimonio también.
El siguiente en la lista fue Mike Todd, un productor de Hollywood de mal genio, quien a los pocos meses la dejó viuda.
Taylor consoló sus penas con Eddie Fisher, su ex padrino de bodas, con quien se casó.
En 1958, luego de ser nominada por cuarto año, ganó su primer Oscar por Una Venus en visón, y con ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, Liz ganó su segunda estatuilla de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas, pero sus triunfos profesionales no compensaban sus problemas matrimoniales.
En 1962 trabajó en la superproducción Cleopatra, donde su galán fue Richard Burton; sobra decir que se convirtieron en amantes y posteriormente en pareja formal.
En 1973, luego de filmar Under Milkwood anunció su divorcio, aunque luego volvieron a unirse en Botswana (África) y cuatro meses más tarde se dio el rompimiento total.
John W. Warner fue el siguiente marido en la lista de Liz, pero los conflictos entre ambos llevaron a la actriz a una severa crisis emocional que la condujo a tomar el camino del alcohol, hasta que finalmente se divorciaron.
El siguiente idilio en la vida de la Taylor fue Víctor Luna, un abogado mexicano, con quien parecía que acabaría contrayendo matrimonio; sin embargo, un buen día desapareció de su vida.
Más tarde, en el panorama sentimental de la afamada actriz aparecieron Larry Fortensky y George Hamilton; no obstante, su escandalosa vida no es nada comparada a su propio mito como artista inmortal del cine.
Al cumplir 64 años reconoció que "No soy la reina del glamour.
No trato de parecer de 50 ni de 40 años. Tengo nueve nietos y lo que quiero es hacer de mamá o de abuela". En tanto, se ha dedicado a participar en campañas sociales, sobre todo en apoyo a los enfermos de Sida.