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Emotiva recepción a Rubén Omar Romano

México, DF.- En su regreso al Estadio Azul, luego de permanecer secuestrado más de dos meses, el técnico argentino Rubén Omar Romano fue recibido con emotividad por los aficionados que se dieron cita para el partido contra Dorados de Sinaloa por la fecha nueve del Torneo Apertura 2005.

El túnel que da hacia la cancha del estadio Azul encaraba a Rubén Omar Romano con ?un día inolvidable?. Paso a paso el argentino se rodeó de un sentimiento único... ?bienvenido?, susurraban los rayos del sol que iluminaban su camino a casa.

Se extrañaba su figura; traje oscuro con camisa y corbata azules, siempre acompañado por el humo del cigarro, que es el confidente en las eternas charlas con su ?hermano? Isaac Mizrahi, quien lo cobija fraternalmente.

El flujo de sentimientos inició desde la llegada del autobús celeste. En la ventanilla, Romano saludaba a quienes le esperaban ver, con eso era suficiente, sin embargo, antes de bajar se detuvo en un escalón, echó la mirada alrededor y un saludo fue suficiente para que la entrega comenzara.

?Pasaron tantas cosas por mi mente en 65 días... Imaginé esto: el viaje en el camión, la gente y eso me dio fuerzas, además de mi familia e Isaac?, confesó Romano.

En el centro del campo, las lágrimas aparecieron, ?por momentos se me doblaron las piernas?, todo esto mientras le llovían aplausos y gritos de aliento -pues la forma de manifestarse no importaba-, de una alegría que dejó la serenidad de los días pasados para combinarse con la pasión de futbol, el que parece ser, además de su familia, el alimento de Rubén, quien no dejó de agradecer a la gente que lo seguía al tocarse el corazón y mostrar que todos tienen un espacio dentro en él.

No era para menos. A unos metros de él su padre, José, quien disfrutaba igual que el propio Romano el calor de la gente. En uno de los palcos, las personas que más ama: ?estamos orgullosos de tu fortaleza... Te amamos, tu familia?, era el mensaje de una manta del complemento que encabeza María del Pilar, su esposa: ?nunca perdí la esperanza de verlo regresar allá abajo (en el campo)?.

Sí, Rubén había explicado que estaría en la banca de su equipo para acompañar a Mizrahi, pero esto sólo duró 45 minutos, ?no aguanté más en el segundo tiempo?, cuando el argentino se plantó en la zona técnica, se arremangó y dirigió a la Máquina, para el feliz regreso.

La primera indicación vino antes, en la primera parte. Minuto 24 y el técnico cementero llamó a Pereyra, luego al ?Chelito?, Caniza... total, se adueñó del espacio. Sufrió el primer gol del partido, cuando un rebote puso abajo al Cruz Azul, pero sus fieles jugadores le dieron dos alegrías.

Los goles de Francisco Fonseca y Alberto Rodríguez dieron paso a un abrazo celeste, en el que Rubén confirmó que antes que su entrenador, es amigo del equipo, aquel que siempre le dio su lugar y lo esperó hasta la tarde de ayer, cuando por fin, regresó al futbol.

Del empate y la cuestión futbolística podría decirse que a Cruz Azul le faltó una pizca del balompié de otros partidos, pero más allá de esto, la alegría de ver a Rubén en casa rebasó todo, pues la espera había terminado.

Desde su llegada al inmueble el timonel sudamericano bajó del autobús con el llanto en los ojos, que fue más visible cuando entró a la cancha y recibió el apoyo y cariño de sus seguidores, que con pancartas le daban la bienvenida en este feliz retorno a casa.

El argentino entró a la grama del Azul mientras se escuchaba ?Romano, Romano?, que lo obligó a caminar hasta la media cancha, donde agradeció las muestras de apoyo y luego se dirigió a la cabecera norte para agradecer a las porras ahí reunidas, que lo recibieron con cánticos y humo azul y blanco.

El estratega regresó al centro del campo acompañado por un numeroso grupo de reporteros gráficos para recibir el apoyo y felicitaciones del grupo femenil de animación, ramos de flores y saludos de bienvenida.

Los equipos, por su parte, mostraron mantas con la leyenda ?Bienvenido a casa Romano?, quien al despojarse de su saco portaba una leyenda al frente que decía ?Gracias AFI?, y en la espalda otra que decía ?Gracias afición?.

Mientras tanto, en la tribuna la algarabía fue mayúscula y en un palco la esposa e hija del entrenador mostraban una manta que decía ?Romano, el Señor nos escuchó, él vive?, para luego dirigirse a la banca donde presenció el encuentro bajo el grito de ?Romano, Romano?.

Desde ese lugar Romano comenzó a vivir intensamente el partido y su retorno al futbol luego de ser liberado la noche del miércoles por la AFI, y en una primera llegada de su equipo salió a festejar lo que parecía el primer tanto de su escuadra.

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