“Ten cuidado con lo que quieres, no sea que lo logres”.
Dicho popular estadounidense
No perdimos, pero tampoco ganamos. En un hecho inusitado, después de cinco rondas empatadas a 17 votos por bando, la Asamblea de Cancilleres de la Organización de Estados Americanos, la OEA, optó por posponer hasta el próximo dos de mayo la votación para elegir a su nuevo secretario general.
¿Qué va a ocurrir entonces? Es difícil saberlo. Quizá algunos de los 17 votos que se emitieron por el canciller mexicano, Luis Ernesto Derbez, o por el ministro chileno del Interior, José Miguel Insulza, pudiera modificarse para que alguno de los dos pudiera obtener ya la mayoría simple que se requiere para la elección. Pero, como me señalaba ayer en una entrevista Andrés Rozental, presidente del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, cabe preguntarse si una organización en crisis como la OEA, que ha perdido influencia y enfrenta serias dificultades financieras, puede ser revivida por un secretario general que asuma el cargo con el rechazo de casi la mitad de sus miembros nacionales. Quizá haya llegado el momento o de que alguno de los dos candidatos decline a favor del otro o de que se busque a un tercer candidato que genere la unidad que necesita la organización.
La gran pregunta que podemos hacernos en este momento es: ¿por qué nos metimos en este lío? ¿Por qué es tan importante que México tenga a un secretario general en la OEA cuando durante decenios no le prestamos mayor atención a la organización? ¿Vale la pena, acaso, sacrificar a un canciller y generar el enfrentamiento que hemos tenido con Chile y otros países del continente Americano?
Encabezar una organización internacional es una distinción importante sin duda. Por eso los cargos de las organizaciones multilaterales son tan buscados. Algunos, sin embargo, están reservados para determinados países. Este es el caso del Banco Mundial, cuyo máximo puesto está reservado siempre a un estadounidense. La dirección del FMI, en contraste, sólo es ocupada por europeos.
En México no hemos tenido muchos titulares de organizaciones internacionales importantes. El caso más notable fue el del escritor y político Jaime Torres Bodet, quien de 1948 a 1952 fue director general de la UNESCO, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
En varias ocasiones posteriores nuestros políticos han buscado la titularidad de algunas instituciones importantes. Pero estos esfuerzos usualmente terminan en frustración cuando no en humillación. Recordemos que el ex presidente Luis Echeverría trató infructuosamente que se le designara como secretario general de las Naciones Unidas. También Carlos Salinas de Gortari buscó la dirección general de la Organización Mundial de Comercio, pero abandonó el esfuerzo después del arresto de su hermano Raúl y del descubrimiento del dinero que éste tenía depositado en bancos extranjeros.
En este sexenio el Gobierno mexicano ha hecho varios intentos por colocar a mexicanos a la cabeza de importantes instituciones internacionales. El primer intento involucró a Jaime Sepúlveda Amor, coordinador de los institutos nacionales de salud, a quien se propuso como director de la Organización Panamericana de la Salud. Después vino la promoción de la candidatura del secretario de salud Julio Frenk para la dirección de la Organización Mundial de Salud. Ahora le ha tocado el turno a Derbez en la OEA.
Sin embargo, el intento de lograr la secretaría general de la OEA nos ha dejado en una situación compleja. Ni el canciller Derbez ni el ministro Insulza han querido retirarse de la contienda porque esto significaría una derrota personal para ellos y también para sus países. Lo peor es que esto ha tensado nuestra relación con Chile y con otros países de Latinoamérica.
El Gobierno del presidente Fox tiene que reflexionar muy bien acerca de esta experiencia. ¿Realmente queremos ir a todas? ¿Tenía sentido sacrificar al segundo canciller de este sexenio para buscar la titularidad de una organización internacional metida en serios problemas? Y si ya estábamos decididos a que era absolutamente indispensable para los intereses nacionales tener a Derbez en la OEA, ¿no habría sido mejor llevar a cabo primero un trabajo serio de auscultación que nos hubiera definido si realmente el canciller tenía posibilidades de ser electo?
SUPERÁVIT
El superávit comercial mexicano con Estados Unidos sigue aumentando al tiempo que nuestro déficit con el resto del mundo se hace más profundo. Ayer el Departamento de Comercio de la Unión Americana reveló que el déficit con México fue de 3,668 millones de dólares en febrero, 26 por ciento más que en enero. Estamos ya en camino de superar el superávit de 45,069 millones de dólares que en 2004 tuvimos con Estados Unidos.
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