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Empresa| Amores perros

Alberto Barranco

La paradoja del caso, frente a la declaración de amor del presidente Vicente Fox al Área de Libre Comercio de las Américas promovido por la Casa Blanca, es que la relación mercantil entre México y la región ha sido tradicionalmente desequilibrada, para no decir traumática

Dicho con todas las letras, las ventajas han sido para las contrapartes, por más que nuestro país cargó con el peso, la estrategia y aún la batuta en la negociación de las reglas “para acceso preferencial”. Se diría, pues, que se trabajó para ellas. El caso más dramático es el de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), a la que concurre la mayoría de los países del Cono Sur, con excepción de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, integrados al Mercosur.

Hasta el año pasado, la balanza comercial entre nuestro país y el bloque presentaba un saldo deficitario de cinco mil 368 millones de dólares, considerando que le vendimos 3 mil 655 millones, pero le compramos nueve mil 23.

Lo grave del asunto es que el boquete se ensanchó justo cuando nuestro país amplió su relación con la zona, vía la firma de Acuerdos de Libre Comercio con cuatro naciones de ésta: Colombia, Venezuela, Bolivia y Chile.

Si entre 1993 y 1997 las exportaciones nacionales a la región iban en constante aumento hasta alcanzar un nivel de cuatro mil 141 millones de dólares, al año siguiente, bajo el cobijo de nuevas reglas en una supuesta búsqueda de equidad, se empezó a opacar la estrella.

Del otro lado de la mesa, en cambio, las exportaciones de los países de la ALADI a México crecieron de 2 mil 173 millones de dólares en 1993, a nueve mil 23 millones en 2004, es decir 315 por ciento. Lo triste del asunto es que 85 por ciento del total lo constituyen importaciones definitivas, es decir productos terminados o bienes de consumo final, mientras en la catarata de exportaciones mexicanas hay aún una parte importante de materias primas o piezas.

Concretamente, los 20 productos estelares con que llega nuestro país a los mercados sudamericanos son medicamentos, poliacetatos, preparaciones capilares; tubos y perfiles huecos; mezclas de sustancias odoríferas, aparatos de radiotelefonía, partes y accesorios para automóviles, máquinas para lavar ropa; papel higiénico; ácidos carboxílicos y monocarboxílicos; libros; conductores eléctricos, tubos de cobre; preparaciones alimenticias; detergentes; computadoras, refrigeradores; envases de plástico y tequila.

En la lista, hasta hace tres años, cuando el flujo empezó a decaer en forma lamentable, se agregaban también hilados de filamentos sintéticos; sulfatos, fosfanatos, aceites de petróleo; pilas y baterías eléctricas; cemento y automóviles.

A su vez, la ALADI nos vende desde automóviles y vehículos para el transporte de mercancías, hasta cobre refinado, motores de émbulo, tapadoras frontales y quesos; pasando por aparatos de telefonía, cueros y pieles; asientos para autos, partes y accesorios para motor; contadores eléctricos, y circuitos integrados.

A quién le importa si el mercado potencial de la región lo integran 436 millones de consumidores, es decir casi cuatro tantos del nuestro, o que sus importaciones totales del mercado global alcancen 177 mil 64 millones de dólares.

A quién le importa si en 1980, cuando nadie hablaba de amoríos con acuerdos comerciales o de iniciativas de Washington, le vendíamos al bloque 4.24 por ciento de las exportaciones totales del país, para llegar dos años después a 4.78 por ciento y caer el año pasado a sólo 1.93 por ciento.

Ahora que aún cuando México mantiene un superávit de 688 millones de dólares en su balanza comercial con América Central, su tradicional dominio se ha reducido a partir de la firma de acuerdos mercantiles con países de la zona. En 1993 les comprábamos apenas 180 millones de dólares, frente a los mil 305 que se alcanzaron en 2004.

En la contraparte, el salto del país en materia de exportaciones no ha sido tan espectacular: de 650 a mil 993 mdd.

El caso más significativo es el de Costa Rica, país con el que pasamos de una relación superavitaria hasta 2003, a un déficit de 501 millones de dólares en 2004. Y si bien les vendemos productos industrializados con alto valor agregado, por ejemplo depósitos de metal, conductores eléctricos, medicamentos, envases de plástico, detergentes, insecticidas, fungicidas y aún energía eléctrica, el potencial se ha ido desinflando en los últimos años.

De la lista salieron o dejaron de tener mayor peso productos como construcciones de acero, planchas y láminas de plástico; aparatos para telefonía; artículos de confitería; gas de petróleo; vehículos para transporte de mercancías, coches de turismo; cemento hidráulico y vehículos para el transporte de personas.

De hecho, en el lapso la penetración descendió 17.9 por ciento, en tanto las compras de México a la región se incrementaron 185.7 por ciento.

Se diría, pues, que en el escenario de baja competitividad del país los Acuerdos de Libre Comercio con América Latina le han tendido la alfombra a las contrapartes.

Amores perros. Balance general

La noticia es que la firma inglesa Rolls Royce Energy Systems se acaba de sumar al coro de inconformes con el resultado de la licitación a que convocó la Compañía de Luz y Fuerza del Centro para construir y operar 14 plantas de generación eléctrica.

Su reclamo se planteó ante la Secretaría de la Función Pública.

Como recordará usted, la compañía fue la única de las 20 inscritas originalmente en la pelea que llegó a la final, superando a la hora de la verdad su oferta General Electric International México. Mientras Rolls Royce planteaba un precio unitario por planta de 43 millones de dólares, la ganadora de la licitación solicitó sólo 29.

El problema es que el ‘sospechosismo’ habla de que la contraparte ya tenía listas las turbinas, es decir se diseñó la licitación simplemente para llenar el trámite. Originalmente dos de las participantes, Turbinas Solar y Siemens, habían planteado a su vez sendas inconformidades ante la dependencia, de las que en el inaudito se haría eco la propia Secretaría de Energía.

A la primera de las firmas se le descalificó supuestamente por no cumplir con las bases técnicas del concurso.

Como usted sabe, aunque LyFC tenía todo listo para firmar el contrato, la Secretaría de la Función Pública aplazó el evento hasta resolver las inconformidades planteadas, pese a la amenaza de General Electric de cobrar daños y perjuicios por el retraso.

Quienes están por ingresar al negocio de la seguridad en el país son las firmas Siemens y Telefónica, cada una de ellas con un esquema novedoso para pelearle a ADT Security Sistems 60% del pastel que detenta, o agrandarlo al infinito. En el caso de la firma alemana, su oferta apunta a un esquema de alarmas de alta seguridad, en tanto la española planea conectar sistemas similares a su red de telefonía celular, de tal manera que la gente pueda recibir no sólo mensajes, sino imágenes de sus propiedades donde quiera que se ubique.

Ahora que en su defensa ADT diseñó un esquema para monitorear a distancia los signos vitales de enfermos, conectado en línea con el médico responsable. Y lo que falta por ver.

albertobach@yahoo.com.mx

barrancoalberto@prodigy.net.mx

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