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Empresa familiar, en crisis

Virginia Hernández

El 80 por ciento del Producto Interno Bruto es generado por las Pymes

El Siglo de Torreón

TORREÓN, COAH.- Sólo tres de cada diez empresas familiares llegan a sobrevivir una tercera generación. Los conflictos de intereses, la pérdida de creatividad así como los factores económicos y políticos del país son puntos que se combinan para impedir que un mayor número de negocios de este tipo se mantenga y compita dentro del mercado nacional.

Rodolfo Luna Walss, coordinador de maestría en administración y alta dirección de la Universidad Iberoamericana de Torreón, comenta que los problemas de permanencia de los negocios familiares no se relacionan a dificultades para producir un producto o servicio de calidad, sino a conflictos de tipo administrativo que minan cualquier posibilidad para crecer y lanzar productos innovadores dentro del sector.

Aunque el 80 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) es generado por las micros, pequeñas y medianas (Pymes) empresas del país, y que en La Laguna representan el 85 por ciento de los negocios, el futuro de muchos de ellos es incierto ante la imposibilidad del empresario de visualizar que la apertura de una empresa es de largo plazo, cercana entre cinco a siete años para lograr un posicionamiento dentro del mercado.

El entrevistado reconoce que toda gran empresa empezó gracias a la visión de su fundador, a través de un negocio familiar, como lo es el caso de éxito de Grupo Industrial Lala y Organización Soriana. Sin embargo, algunos fracasos que también se han dado y que son recordados por el coordinador de maestría en administración de esta universidad, como lo son Ferretería La Suiza y El Vergel. Dichas empresas lograron un crecimiento, pero no alcanzaron a llegar a una tercera generación por la falta de una innovación de productos y el no adaptarse a las nuevas condiciones de un mercado cambiante.

Haciendo una analogía, la empresa familiar puede asemejarse al ciclo de vida de una persona, en donde el arranque del negocio puede compararse a la etapa de niñez de un adulto, en donde se cometen muchos errores, pero se aprende de ellos. De igual forma la adolescencia, juventud, plenitud, vejez, retiro, son fases que también transcurren dentro de un negocio, el cual puede llegar a cerrar en forma definitiva o a revertir la tendencia y reiniciar una etapa de crecimiento.

Para quienes consideran que un negocio familiar se posiciona en seis meses o un año, están en un grave error, ya que el entrevistado opina que es necesario que transcurran entre cinco a siete años, tiempo en el cual se recomienda formar una sociedad e institucionalizar la empresa, dejando las decisiones operativas en manos de especialistas, quienes aporten ideas innovadoras y que aporten el know-how (el cómo hacer las cosas) para lograr un crecimiento sostenido.

Los temores

Rodolfo Luna reconoce que uno de los temores justificables del empresario es la pérdida del control de su negocio, ya que van en juego sentimientos y una vida de esfuerzos por lograr que la empresa se sostenga y crezca. Sin embargo, considera que una vez posicionada la industria o el comercio es necesario acudir con los expertos que pueden mejorar las ventas, aportar ideas para innovar productos o servicios.

Mientras que otros hacen el trabajo operativo, el empresario estará a cargo de las decisiones estratégicas a través de un consejo en donde se analicen propuestas hechas por su director de ventas o de producción.

Aunque en un principio es necesario que los negocios familiares atraviesen la fase denominada heroica, en donde participa la familia como socia, prestamista o son trabajadores de confianza, pero sin paga de sueldo, después de un ciclo de vida, la actividad empresarial requiere reconvertirse y planear un futuro con un crecimiento ascendente.

Contrario a las críticas constantes que reciben las empresas de este tipo, el entrevistado opina que en México los negocios familiares tienen mucho futuro y siempre van a existir. No obstante, considera necesario que el hombre de empresa tenga muy en claro a lo que se dedica, es decir una estética no vende cortes de pelo, sino una imagen a la persona, desarrollando con ello un nicho de mercado específico.

Recomienda que en ningún momento debe perderse la capacidad de creatividad e innovación, ya que es un activo intangible, pero que le permitirá hacer la diferencia dentro del mercado. El no perder el concepto del cliente, tener apertura e información sobre el entorno y estar constantemente capacitándose.

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