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En las elecciones el voto cuenta, pero el dinero es el que decide

Fidencio Treviño Maldonado

Ahora en que la política a la mexicana los hombres y mujeres que participan en ella la ven como un negocio, las inversiones son cosas cotidianas y pareciera que en unos cuantos años los políticos y la política nacional pudiesen estar en los mercados y la bolsa de valores entre ofertas y demandas. El dinero se ha convertido en un rasgo preponderante y en las últimas competencias electorales en México es el virtual ganador. Las buenas o malas conciencias de los presuntos y calenturientos contendientes a ocupar un puesto público están más preocupados y desesperados por conseguir recursos económicos que ideas o buenas propuestas para convencer al electorado.

Las anomias de la clase política en México se fueron con el uso y costumbre que dan los más de 70 años viviendo en la fatuidad y usufructo hacia el pueblo y si a eso le agregamos la indolencia de la clase gobernante como resultado tenemos un país inmerso en la corrupción, el fracaso del sindicalismo con un lacayismo y corporativismo que espanta y el monopolio político que entre tanta lastre el pueblo no tiene dónde escoger.

¡Condiciona tu voto!,¡reflexiona tu voto!, ¡sé propositivo al votar! ¡razona tu voto! y toda una cascada de invitaciones llenas de buenas intenciones, sólo que el mal ya está hecho, son los mismos, aquellos que una, dos o tres veces ya ocuparon puestos y la verdad no sirvieron para nada y para desgracia del pueblo son los que montados otra vez en el carrusel perverso y con dinero, de sus negocios o del mismo del pueblo vía hurto, rapiña, tráfico de influencias o peculado los que pueden llegar a esos puestos para pagar caras viandas en ruedas de prensa, los que pueden llamar a los medios de comunicación y en algunos casos comprar su “línea” para llenar espacios de propaganda, tener y pagar un equipo de porristas y bufones y desde luego contar con la gracia del reyecito o cacique en turno en el partido político del municipio, estado o país.

En Coahuila por ejemplo, la elección del profesor Humberto “El Cumbianchero” Moreira Valdez fue una sinfonía de Estado, donde la batuta la llevó el gobernador, Enrique Martínez y Martínez a la vieja ejecución con previa invitación, instalación y tinglado especial para el caso, un pentagrama limpio fue leído para el caso y todo quedó bien orquestado a reserva de dos o tres invitados que nunca quisieron entender la música, el caso de “Chuy” María Ramón y Raúl Sifuentes.

En los municipios y distritos de Coahuila con el PRI y el PAN pasó lo mismo, el dedazo y la lana cambiaron todo, las líneas directas de Saltillo se cruzaron, los precandidatos en algunos casos compitieron de a mentiritas, otros se inscribieron sólo para quedar dentro de la botella donde tomará champaña el próximo jefe del Estado.

En el caso de Torreón todos se formaron con la lana de Eduardo Olmos, un júnior cuyo padre con esfuerzos y trabajo hizo dinero, ahora el júnior se siente con la obligación de participar en una contienda aunque su puesto anterior para el que fue electo (diputado federal) le haya valido una pizca de pimienta y tanto es así que su curul quedó vacía porque su suplente Raúl Onofre, también jugó para una Presidencia Municipal en Matamoros y al igual que Olmos por dedazo del compadre Moreira y los de arriba siguen la tradición familiar priista.

Eso demuestra que en este caso la diputación federal con Olmos y su suplente Onofre por el Estado de Coahuila y particularmente por La Laguna (Matamoros y Viesca) nunca fue ocupada, sólo usó a los ciudadanos que lo llevaron a la curul como Dios ve a los conejos, chiquitos y orejones y la prueba es tangible ya no hay representación en el H. Congreso de la Unión por parte de estos personajes (aunque la verdad ni falta hacen) la lista sería larga a los que el puesto les valió.

El caso de García Villa, de Zermeño y de muchos que practican el mesianismo en una entelequia muy confusa, difusa y profusa en que se funda su autoritarismo dentro de un partido, siempre compartido por el poder que da el dinero.

Es excesivo el gasto que se hace en las contiendas electorales, es una afrenta a un pueblo pobre y con falta de servicios. Mienten los diferentes órganos encargados para los comicios cuando dicen que vigilan y castigan a los candidatos o partidos políticos por no comprobar gastos o excederse en su proyección, ya que estos mismos órganos (son muchos para vigilar a la muy vapuleada democracia) son parte del sistema y tutelares del régimen.

El caso de Coahuila es un ejemplo: ¿es el IFE un tentáculo corporativista que no actúa como juez o lo hace sólo cuando le conviene? que además representa una pesada carga para el erario por sus gruesos sueldos y el despilfarro que se hace de la lana del pueblo. Es decir el IFE y sus secretarías nos sale más caro en México que en países como Francia, Inglaterra, Canadá y el mismo Estados Unidos de Norteamérica y el que los candidatos en sus campañas o proyección gastan más los de otros países eso es innegable.

¿Cuánto se gastó Enrique Martínez y Martínez en su campaña para promoverse con los tucomes? Entonces es verdad, en las elecciones el voto cuenta, pero el dinero es el que decide.

Correo electrónico:

linga_1031@hotmail.com

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