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¿En Torreón se vive el cambio?

Patricio de la Fuente

Extrañaba mis primeros días en el periodismo, aquellos años donde libreta, grabadora, pluma y las ganas por adentrarme a lo desconocido eran mis únicos compañeros. Cubrir cualquier fuente informativa implica enormes riesgos, a la par grandes satisfacciones; la más trascendental: plasmar lo que muchos no quieren ver. Seamos honestos, en México la realidad es tan lacerante que la gran mayoría ha optado por permitir se pierda en un ostracismo sin salida.

El Siglo de Torreón mantiene su misión de defensor de la comunidad y jamás estará supeditado a intereses de terceros. Podremos herir susceptibilidades pero al final no importa, dado que nuestro único interlocutor válido es y será el lector. A él nos debemos y sin él nada seríamos.

Ayer por la noche tres reporteros y un servidor nos adentramos a las zonas más peligrosas de nuestro querido Torreón, lugares que en un lejano ayer eran vivo símbolo, esencia de la ciudad y hoy representan la efigie a la injusticia, la marginación y la desesperanza. En corto: el alcalde Anaya tiene enormes ganas por ayudar, es un hombre decente y bien intencionado, pero tal como Vicente Fox manifiesta un descomunal optimismo, comienza –al igual que el groso de los panistas- a perder el sentido de la realidad.

Cierto, Torreón progresa pero el cambio beneficia a muy pocos. Me encanta el periférico de cuatro carriles y los segundos pisos, sin embargo pierden importancia frente a una realidad que la actual administración no quiere ver. Lo más triste en la vida es perder la capacidad de soñar, pues el alma se marchita; así están marchitadas las niñas de once y doce años que ofrecen su cuerpo en las calles del Centro Histórico; las decenas de hombres y mujeres durmiendo en la calle; los drogadictos que bajo el amparo de un cuerpo policiaco corrupto consiguen estupefacientes a la luz del día.

La lista es larga. Falta de servicios básicos como el agua y la luz; en las cárceles y tribunales pleitesía para el rico y el más denigrante trato hacia el pobre; en los hospitales del Gobierno la anécdota de un cercano amigo que tardó tres días en sacar a su madre, pues no podía reunir mil quinientos pesos.

Sabemos que resolver las abismales diferencias es una tarea titánica que tardará años; a pesar de ello la molestia radica en el cinismo de la mayoría de los políticos del país. ¿Con qué cara la administración de Anaya pretende autopremiarse con un bono a todas luces insultante? Digo, mil veces me he parado de incógnito en la Presidencia a realizar trámites o simplemente a observar: es de dar pena la ineficiencia. Que quede claro: aunque nos cueste la piel los que laboramos en esta Casa Editora mantendremos una línea crítica, seremos el espejo donde los laguneros se vean reflejados y la voz par aquellos que hace mucho tiempo perdieron la capacidad de gritar; gústele a quien le guste.

En lo personal abro mi correo como un espacio para la denuncia. Me encantaría arreglar el mundo; no puedo, pero por lo menos realizaré mi mejor esfuerzo porque esta pequeña columna sirva de algo. Entiendo y entenderé al periodismo como una profesión maravillosa que implica perseguir utopías y modificar el entorno.

Seguramente me impresionaré al abrir la caja de Pandora. No importa; sería un pecado mayúsculo ignorar y darle la espalda al México bronco. Ahí fracasaría yo, jamás trascendería, estaría en la chamba equivocada.

Torreón cambió para bien en muchos sentidos, en otros va hacia atrás a pasos agigantados. No nos convirtamos en símil de la capital; lugar donde la libertad de tránsito es una idea guajira.

Aquí hay agencias de coches, grandes hoteles, industrias y palmeras en lujosas avenidas. También están Los Olvidados a los que Luis Buñuel se refería magistralmente. Ante todo salta a la vista la mano tibia del Municipio.

¡Lindos funcionarios! Buscan una compensación económica. Al fin y al cabo se saldrán con la suya. Me pregunto cómo pueden dormir en la noche. Seguramente lo hacen de maravilla pues en este país, empezando con Fox, nuestros gobernantes transitan por sendas paralelas.

Ojalá y no sigamos comprando falsos paraísos.

Correo electrónico:

pato1919hotmail.com

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