En un sótano bajo el infierno, Hitler cerró capítulo histórico
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EDITORES: El aniversario del suicidio de Hitler es el sábado 30 de abril
Por DAVID RISING
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BERLIN (AP) _ En las calles de Berlín, las fuerzas soviéticas y alemanas se enfrascaban en el final apocalíptico de la Segunda Guerra Mundial. Decenas de miles de personas estaban muriendo, y manzanas enteras de la ciudad se derrumbaban, y polvo era lo único que quedaba.
Pero nueve metros bajo tierra, en el búnker de Hitler, era posible escuchar la caída de un alfiler.
El sargento primero de la SS Rochus Misch, guardaespaldas de Hitler, había recibido la orden de que nadie debía molestar al Fuehrer. Todos sabían lo que ello significaba.
"No escuchamos ningún disparo, no oímos nada, pero una de las personas que estaba en el corredor dijo: "Creo que se acabó", recuerda Misch. "Luego hubo silencio".
Alguien reunió el valor necesario para entrar a la sala, y Misch atisbó adentro. Lo que vio ha quedado grabado por siempre en su memoria: Hitler estaba desplomado sobre una mesa, con una mejilla tinta en sangre que manaba de la herida de su disparo a la cabeza.
Hitler, el fracasado estudiante de arte y soldado de la Primera Guerra Mundial, que mediante luchas e intrigas se abrió paso hasta el poder, que sumió a Europa en la guerra y que desató el Holocausto, se había dado un final ignominioso a los 56 años, dentro de una madriguera fortificada que Misch describe como "un féretro de hormigón".
Era el 30 de abril. En una semana, la guerra terminaría con la capitulación incondicional de Alemania.
"Vi a Hitler tendido sobre una mesa, así", recuerda Misch, quien pone su propia cabeza sobre una mesilla de la sala para explicar. Al lado de Hitler estaba su pareja de tiempo atrás, Eva Braun, con quien se había casado dos noches antes. Braun había ingerido cianuro.
"Eva estaba así sobre el sofá, con las rodillas arriba y la cabeza en dirección del lugar donde estaba él", dijo Misch en una entrevista antes del 60 aniversario del final de la guerra.
El silencio se convirtió pronto en un caos. Misch subió por las escaleras para dar la noticia a su supervisor. Cuando regresó al sótano, el cadáver de Hitler había sido colocado sobre una frazada en el piso.
"Luego, envolvieron a Hitler y dijeron: '¿Qué hacemos ahora?"', dijo Misch. "Cuando se llevaban a Hitler... pasaron a unos tres o cuatro metros de mí. Vi sus zapatos, que salían bajo la frazada".
Hitler y Braun fueron llevados a un pequeño jardín en la superficie. Los cadáveres fueron rociados con gasolina e incinerados.
Un guardia de la SS, escaleras arriba, le gritó a Misch: "¡Están quemando al jefe! Venga a ver". En vez de hacerlo, Misch se adentró más en el búnker, temeroso de que la Gestapo llegara para matar a los testigos del suicidio.
Misch tenía 27 años y se sentía descorazonado.
Había sido miembro de la división Leibstandarte de Adolf Hitler en la SS, formada originalmente como el cuerpo de guardaespaldas personales del Fuehrer. Se unió después a una unidad regular del ejército para la invasión de Polonia, que desencadenó la Segunda Guerra Mundial.
Herido en combate, Misch fue enviado de vuelta a Alemania, donde se recuperó. En 1940, se le designó como uno de los dos efectivos leales de la SS que servirían a Hitler como guardaespaldas y asistentes generales.
Misch acompañó a Hitler prácticamente a todos lados, incluso al búnker en el centro de la capital, unos cuatro días después de que comenzó el asedio final de los soviéticos sobre Berlín.
Hoy, que Misch tiene 87 años, su historia ha sido contada muchas veces, pero sigue resonando en un mundo que trata todavía de ahuyentar a los demonios que crearon a Hitler. Incluso en la actualidad, cualquier intento de retratarlo como humano corre el riesgo de provocar objeciones vehementes.
El filme alemán reciente "Der Untergang" (La Caída), relata los últimos días de Hitler en el búnker, en una actuación estremecedora y verosímil del actor suizo Bruno Ganz, quien interpreta a un Fuehrer cuyo ánimo va colapsando, en forma de una manifestación iracunda tras otra. La cinta ha sido aclamada por la crítica pero también ha recibido cuestionamientos, supuestamente por mostrar a un Hitler que tiene rasgos humanos.
Misch, interpretado en el filme por el actor Heinrich Schmieder, dice que la película exagera lo ocurrido en la realidad. "Es un filme de entretenimiento, no un documental".
El ex guardaespaldas, quien fue siempre un servidor leal de Hitler, expresa sin enfado su nostalgia por los cinco años que pasó con el hombre a quien llamaba "Der Chef" (El Jefe).
"Era un jefe maravilloso", dijo Misch, quien recuerda haber llevado flores a uno de los músicos favoritos del Fuehrer. El artista había anunciado recién su compromiso matrimonial, y recibió una tarjeta que decía: "Mis mejores deseos, Adolfo Hitler".
El líder soviético José Stalin dio la orden de realizar el ataque final sobre Berlín, el 16 de abril, no sólo en busca de tomar la capital nazi, sino de castigar a los alemanes por librar una guerra que cobró la vida de 26,6 millones de soviéticos, entre soldados y civiles, de acuerdo con un recuento ruso.
El plan lanzó una fuerza de 2,5 millones de efectivos con 6.000 tanques contra una defensa berlinesa conformada por unos 300.000 soldados, incluidos algunos ancianos y niños "equipados" con bicicletas y armas antitanque de un sólo tiro.
El Ejército Rojo sufrió unos 78.000 muertos. Aproximadamente 100.000 civiles alemanes perecieron, y muchas mujeres fueron violadas. El recuento de bajas militares nunca fue realizado, debido al caos de los últimos días.
Incluso en la actualidad, suelen aparecer huesos de los fallecidos en algunos sembradíos a las afueras de Berlín.
Misch recuerda que, a seis días de comenzado el ataque, Hitler hizo un comentario que dejó atónitos incluso a sus confidentes. "Dijo: 'La guerra está perdida"'.
El 28 de abril, Misch vio que el ministro de propaganda Joseph Goebbels y el confidente de Hitler, Martin Bormann, ingresaron al búnker con otro hombre. El desconocido resultó ser un juez que casó a Hitler y a Braun en una breve ceremonia nocturna.
Un día después del suicidio de Hitler, Goebbels relevó a Misch de su cargo y el guardaespaldas huyó, pero fue hecho prisionero por los soviéticos.
Misch pasó nueve años en campamentos de prisioneros, cerca de Moscú y Kazajstán. Se le interrogó una y otra vez sobre los últimos días en el búnker. Regresó a Berlín en 1954, se casó y abrió una tienda.
Misch no tiene remordimientos por sus servicios a Hitler. Dice que se unió a la SS en la "lucha contra los bolcheviques", y que nunca supo nada sobre el asesinato de 6 millones de judíos.
Con Hitler, "ese tema no fue mencionado jamás", añadió.
Kurt Schrimm, jefe de la fiscalía especial alemana que ha buscado a nazis desde 1958, dijo que Misch nunca fue investigado por crímenes de guerra.