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Enemigo en casa/Nuestro concepto

Los que cuestionan que Estados Unidos “certifique” a otras naciones sobre la efectividad del combate al narcotráfico, mientras hoy por hoy representa el centro de consumo más grande del mundo de toda clase de drogas; quienes encuentran una gran contradicción en el hecho de que se destinen grandes recursos en apoyo logístico, de inteligencia e incluso de armamento para que en Colombia o México se combata con mayor efectividad a las bandas de narcotraficantes, mientras en las calles de Chicago, Nueva York o Los Ángeles es posible encontrar en prácticamente cada esquina a un vendedor al menudeo, pueden hoy agregar otro elemento a la lista de “detalles” que fortalecen la tesis de que el autoproclamado guardián del mundo prefiere ver la paja en el ojo ajeno a la viga en el propio.

Es notable que mientras la administración Bush concentra tiempo, dinero y esfuerzo en lograr que otros países avalen su agenda en la guerra contra el terrorismo y que –por ejemplo- México y Canadá se vean obligados a legislar en forma análoga a la Ley contra el Bioterrorismo promulgada en Estados Unidos en junio de 2002, gracias a la “Alianza para la Prosperidad y la Seguridad” que impuso el Gobierno estadounidense en la reciente cumbre trilateral, en casa los llamados grupos de odio, los terroristas domésticos, sigan creciendo en forma significativa.

Según datos del Southern Poverty Law Center, en 2002 había constancia de la existencia de 708 grupos ecoterroristas (defensores radicales del medio ambiente y los animales); extremistas de izquierda; separatistas negros, influidos en cierta manera por el Islam; extremistas blancos de derecha (principalmente grupos neonazis y ultrarreligiosos) milicias patriotas y antiabortistas. En 2003 ya eran 751 de estos grupos y el año pasado, el FBI logró ubicar a 760 de estas organizaciones.

Hay que tomar en cuenta -como mero referente, dado el poder manifiesto de un país que no respeta más que su propia agenda- que no sólo extremistas musulmanes planean atentados en territorio estadounidense, ya que según el propio FBI hay cerca de 150 mil ciudadanos estadounidenses afiliados a estas organizaciones consideradas como “terroristas domésticos” y que pueden realizar atentados (posiblemente como el de Oklahoma), en cualquier momento.

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