Las profundas transformaciones en la actualidad están produciendo redefiniciones en relación con el ejercicio de la ciudadanía que van mucho más allá de su significado tradicional como expresión de un conjunto de derechos y deberes ganados a pulso durante las últimas décadas; la promoción de la equidad es un anhelo compartido por los ciudadanos en nuestro país, sin embargo vemos frecuentemente que las desigualdades se encuentran en distintos ámbitos de nuestra vida social y económica.
El ser humano sociable por naturaleza, al evolucionar en su interacción con el resto de sus congéneres, persigue fines iguales por caminos similares sin embargo, a medida que su lucha por la existencia se hace más compleja lo induce a que para obtener sus propios satisfactores pueda interpretar que los medios empleados pueden ser muy distintos a los valores morales.
Si bien es cierto que los indicadores fundamentales de la economía de nuestro país son satisfactorios, en mi opinión las divisas que continúan entrando por petróleo, remesas de los trabajadores mexicanos en el exterior, turismo y exportaciones en ese orden, respaldan lo antes expuesto pero no se invierte lo necesario en la infraestructura, gasto social y educación que son problemas que en un futuro puedan aflorar ya que no se logra abatir la pobreza, el desempleo y el ingreso de las familias mexicanas; en la última información del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) en una de sus notas indica que existe una debilidad laboral y que la población ocupada en el sector informal, casi alcanza los 12 millones de personas (haga usted sus propias conclusiones) por mi parte esta forma de presentación es un insulto a la inteligencia ya que veladamente se trata de “suavizar” la triste realidad en el terreno laboral. Además la Secretaría de Hacienda y Crédito Público modificó su pronóstico de crecimiento económico de cuatro por ciento a 3.8 por ciento aún cuando se aclara que se debe a una baja en la producción automotriz y que puede repuntar en los próximos meses, lo cierto es que no mantenemos un crecimiento sostenido.
Por lo anterior es obvio que hay una mayor probabilidad de incremento en la violencia al encontrarse con un mayor núcleo de la población con niveles precarios de empleo y remuneración, o franco desempleo con acceso limitado a los sistemas de protección y servicios sociales. No sólo son razones éticas y políticas las que fundamentan la necesidad de acabar con las desigualdades sociales; el desarrollo económico condiciona las posibilidades e impacto de la política social, mientras la inversión en capital humano y desarrollo social, así como la mayor equidad, deberían crear condiciones favorables para el desarrollo en general y propiciar la estabilidad política y económica; la realidad es que en la actualidad tanto el Ejecutivo como el Legislativo prefieren distraer su atención en rencillas y logros partidistas sin que en su agenda se den prioridades para buscar acuerdos y soluciones a los graves retos que enfrenta el país a pesar como antes mencioné, de los logros que se observan en las variables fundamentales de la economía.
Es cierto que con Vicente Fox se han logrado cambios importantes y sobre todo el romper con una hegemonía casi monárquica que nos dominó por décadas, pero esto no es suficiente y no es correcto que se nos quiera convencer que con el solo hecho de lograr lo antes mencionado, modificando nuestras actitudes y con un anhelo positivo estén resueltas nuestras carencias y rezagos sociales; no debemos dejarnos engañar por las frases vacías y sin contenido de nuestros políticos que con demagogia o verbos floridos traten de convencernos de que vivimos en un deleite por parte de unos o de que, estamos frente a una debacle por parte de otros. Como decía recientemente el escritor Herminio Martínez “pero aunque te lo firmen y no acabas de comprender la sombra de lo que es su precio, obsérvalo si quieres en su estilo, pero no pongas a asolear tus creencias”.
Estamos en estos días próximos a la elección del Gobernador, Presidentes Municipales y Diputados al Congreso local de nuestro Estado; el año entrante decidiremos también en las selecciones constitucionales la Presidencia de la República y las Cámaras de Diputados y Senadores y no hay mayor forma de que la sociedad se manifieste dentro de la Ley y de la democracia que el voto en las urnas, puede ser crucial para nuestro destino por lo que debemos de razonarlo y ser congruentes con nuestra conciencia y manera de pensar ya que nada es más importante para el bien del ser humano como su facultad para decidir.
La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o probablemente por la mera coacción externa.
