Antes que nada, una pequeña nota: la semana pasada salió mi artículo, que en especial le escribí a mi padre, firmado con el nombre de otra persona. Me imagino que fue error de formatación; en las mejores familias sucede. Sólo quiero aclarar que sigue siendo el mismo quien escribe esta columna; y eso se puede comprobar con el nombre de la persona homenajeada que se encuentra casi al final del artículo; los apellidos concuerdan con los míos y no con los de Nacho, que entre otras cosas es un buen amigo y exoneramos de cualquier culpa.
Hay que retomar el hilo que hemos dejado pendiente en dos artículos anteriores; los nombrecitos que habría que recuperar en nuestra memoria histórica, promoviendo una investigación en todos los ámbitos, no sólo de las artes, sino en el comercial, en el agrícola, en el industrial, en el educativo, en el deportivo, etc., etc., etc. Insisto son las cosas que nos dan orgullo y sentido de pertenencia. Sé que hay una comisión de historia; lo que no sé es que si esa comisión se abocara al rescate de todas estas cosas que no tienen qué ver con la historia general de la ciudad.
En los otros campos tengo escasa referencia. En la pintura podría mencionar a Salvador Tarazona, Guzmán León, Lucas Haces Gil, Juan Bueno Díaz, Raúl Esparza, Manuel Muñoz Olivares, que es de Matamoros. Casi todos éstos son de la vieja escuela. Hoy abundan los pintores y han sabido sobresalir; por ejemplo, Gustavo Montes. Un orgullo es el taller de gráfica El Chanate, bajo la batuta de Miguel Canseco.
En este campo me faltan todos los nombres del mundo; por eso insisto, hace falta el documento que auxilie a la memoria; pero más falta hace promocionar a estos valores que son parte de una larga tradición en nuestra ciudad.
En el campo de la danza me sucede otro tanto, no son muchos los nombres que yo les pueda mencionar. Nuestra máxima estrella, Pilar Rioja. Magdalena Briones, en su tiempo sobresalió en esta disciplina. Itziar Muguerza acaba de dar un recital clásico acompañada por la Camerata. Spazio di Ballo ha tenido presentaciones en Estados Unidos y en Europa. Hay muchas academias en la ciudad con diferentes especializaciones, de donde están surgiendo compañías de baile que pueden sobresalir.
En música se recuerda la academia de la maestra Arias, al maestro Ricardo Zermeño, al inolvidable maestro Vilalta, J. Refugio Aguilar, Pepe Jaramillo, María del Carmen Carbó, Fernando Arcaute, Mercedes Shade. Hoy por hoy podemos presumir una Camerata.
En las nuevas generaciones han surgido muchos muchachos que tienen inclinaciones por la música y a quienes las academias les han quedado chicas. Muchos de ellos siguen estudios universitarios en carreras afines (comunicación, por ejemplo) ante la imposibilidad de acudir a otras ciudades donde existan conservatorios. Esto debería de ser una llamada de atención para las autoridades culturales y educativas. A nuestra ciudad le urge un conservatorio (ése sería un buen regalo para los cien años, y para todos estos chicos de vocación truncada).
Dentro de la música popular hay todo un océano de orquestas, conjuntos, trovadores, cantantes, compositores, muchos de los cuales, para la mayoría de la gente, son desconocidos. Y nos podemos remontar a Chago García, o antes, con la memoria de los viejos. En mi juventud bailamos con la Comparsa Universitaria de La Laguna, Los Pandava, La Muela del Juicio. Hoy los grupos se han multiplicado, Chicos de Barrio, Gran Jefe, Banda Apache, muchísimos más.
La necesidad de una memoria cultural subsiste; pero creo más importante, la necesidad de reconocer que todos estos grupos y que todas estas personas existen y que le han dado valor a la ciudad en diferentes áreas, es una necesidad.
Hasta hoy, que yo sepa, el municipio no ha reconocido a academias, como Spazio di Ballo por haber ido a Europa representando a nuestra ciudad. Y así como este tipo de detalles otros: muchas veces parecieran estar divorciadas las instituciones culturales de los artistas y creadores. Pero de esto hablaremos más ampliamente en el próximo artículo.
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