Los reality están de moda; y como si se tratara de otro reality, algunos políticos se adelantan a los tiempos y dejan ver sus rostros anunciando gestorías. Sin estar seguro de qué sea eso de la gestoría, porque no se especifica el servicio, quisiera pensar que por tratarse del Poder Legislativo se refieran precisamente a este rublo, al de las leyes, y como tengo interés en los medios y en la cultura quisiera divagar un poco sobre el asunto a ver si alguien me indica cómo le puedo hacer para ser, por lo menos, escuchado.
Es una realidad que los parámetros de valores son actualmente impuestos por los medios masivos de comunicación; por lo tanto, cae dentro de ámbito legislativo, el reglamento que los medios deben de seguir. Es otra realidad que la ley de radio y televisión es obsoleta y que su modernización se tarda. Otra realidad más es que la nueva ley no garantiza la mejoría de los medios y parece seguir estando inclinada a satisfacer intereses corporativos que a servirle de algo al país.
Siguiendo con esto de las realidades, los intereses económicos inmediatos de los medios, y su muy escasa creatividad, los ha llevado a explotar al máximo los pocos productos a ofrecer; así, los reality se vuelven tema de muchos otros programas y parece que no hay nada de qué hablar en México más que del Big Brother y los académicos.
El liberalismo proclama al dejar hacer y el dejar pasar. Los que hacen fortunas con el género piden que les dejen manos libres, por eso de la libertad, de la suya, por supuesto. El pueblo mexicano tiene que aguantarse, sobre todo si no tiene opción del Telecable. Nada más existe de una sopa, y en una sociedad de cien millones de mexicanos, eso lo único que denota es una pobreza temática.
Ni siquiera la televisión local representa opción. La fórmula es la misma, mínima producción; si algo pega, explótalo hasta sus últimas consecuencias. Una manera de explotar, durante años, los mismos conceptos, es evitar la competencia y por lo tanto la creatividad. Mientras que la gente se ría de lo mismo, sigue dándole lo mismo.
Los géneros se desarrollan. La comedia se desarrolla, la telenovela se desarrolla, los noticieros se desarrollan; esto quiere decir que se pueden mejorar día con día. Parece que en México, la receta es lo contrario, que no se desarrolle, que nadie toque las fórmulas que son productivas. El pueblo no critica, el pueblo se aguanta, el pueblo consume lo mismo, siempre lo mismo, mientras que no haya competencia que le distraiga.
Estoy consciente de que la crítica puede parecer dentro de la corriente apocalíptica que se da en los sesenta y se refiere a los medios como deshumanizadores. Quisiera estar dentro de los integrados pero la realidad me lo imposibilita; los medios son algo más que un burdo negocio donde lo único que importa es la ganancia (o apacentar corderos), deben de cumplir una función social que ayude al pueblo a forjarse un futuro. Es precisamente el Poder Legislativo quien debiera marcarle a los medios los límites de lo que puede o no hacer, los parámetros de esa función social; sobre todo pensando en las clases populares quienes son los que menos tienen opciones para contrarrestar sus deficiencias informativas, culturales y educativas.
Pues de eso quisiera un poco de información; que tanto han gestado los gestores en este rublo, y en los otros rublos que son de importancia para el país. Más que caras sonrientes, me gustaría que se plantearan ideas; éstas son las palancas que dirigen las acciones hacia un objetivo.
Las nuevas tecnologías son herramientas que necesitan impregnárseles contenidos. Las herramientas, por sí solas, no le sirven a la sociedad si no se usan con fines apropiados. Se está desperdiciando las potencialidades de los medios en una banal superficialidad informativa que nos empobrece en lugar de enriquecernos.
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