Los discursos no necesitan ser muy largos para asustar, ni tampoco tienen que ser drásticos. Muchas veces basta una palabra perdida que al ponerle de marco un contexto; las conclusiones te hacen reflexionar sobre muchas cosas. La palabra a la que me refiero es ?austeridad? y el contexto al que me refiero, festejar el primer centenario de la ciudad.
Tiempos aquéllos señor don Simón, tiempo de don Nazario, de don Braulio. Tiempos de la alameda, del bosque, de Estadio, del bulevar Morelos: lugares aquéllos señor don Simón, donde con orgullo se presumen fuentes, monumentos; obras compadre, haz obras compadre.
La palabra está ahí, austeridad. Claro, para cualquier individuo parecería ser lo inteligente, la austeridad para el pueblo, mientras que nuestros políticos se sirven con la cuchara grande sus bonos de marcha y sus sobresueldos. Si bien es cierto que este mismo que habla de austeridad está en contra de los bonos de marcha, no pudo contenerse a adelantarse a los tiempos para promocionarse como candidato; claro, promoción escondida, mentira piadosa que puso el desorden. ¡Ah!, en esos espectaculares, ¿cuál austeridad? ¿Cuál control de gastos?
Debo de subrayar que en las declaraciones de los candidatos poca referencia existe al acontecimiento más importante del próximo periodo de presidencia municipal: los cien años ?austeros? de Torreón. Mucho menos se vislumbra una continuidad de trabajos entre esta administración y los candidatos del mismo partido que pretenden seguir en el gobierno; como si no estuvieran enterados de las comisiones que supuestamente ya están organizadas y ya están trabajando. Lo que no es en tu año no es en tu daño ni en tu provecho. ¿Austeridad?
Por otro lado, cómo se pretende incrementar las fuentes de trabajo sin la inversión necesaria para ello. Si de alguna cosa sirve todos estos espectaculares con las fotografías de los candidatos, todos esos volantes, banderines, gafetes y demás, es por las fuentes de trabajo que representan; jauja para los publicistas, los impresores, los medios, una economía en movimiento. A ver ¿por qué los políticos no son austeros en ese rublo? Porque no les conviene. Porque hay que invertirle a su foto para poder ganar.
A esta ciudad no le puedes decir que sus cien años van a ser austeros. Hay veces que el ciudadano tiene que hacerse oír; sobre todo después de estos últimos cuarenta años donde el pueblo cada vez come menos, donde cada vez existen menores esperanzas en el futuro, donde es costumbre simplemente sobrevivir, donde los problemas se resuelven con pura demagogia; y para acabarla, son los mismos problemas de siempre: inseguridad, centro histórico, camiones, ambulantaje. Con austeridad ningún problema se resuelve.
Tendrían que explicarnos en qué consiste eso de la austeridad, cuando el crecimiento de la ciudad nos está mostrando inversión privada que por supuesto, debe de ir acompañada por la inversión municipal, estatal y federal. Los lugares donde se vive deben de ser agradables para vivir, parquecitos, fuentecitas, paseítos, monumentos. Los turistas van a París, entre otras cosas, a ver la torre Eiffel.
Claro, claro, pega duro el populismo, ¿miedo a los Chávez? Muchas veces me pregunto, ¿cuál es la visión de una ciudad para un político? ¿Cuál es su conciencia histórica? ¿Cuál es su sentido del orgullo? ¿El de pertenencia? Ahora, ¿la promesa política es de austeridad? Qué fácil es hablar del tema subido en una Suburban. Es el momento de gritarle a la iniciativa privada, a los Peñoles, a los LALA, a los Cimacos, a los hermanos mayores, familias que han dado la grandeza a nuestra ciudad en la agricultura, en la industria, en el comercio, que exijan que los políticos se pongan al nivel de las circunstancias. ¿No habrá tiempo de proponer candidatos con más cerebro?
¡Austeros! ¿No se harta el mexicano de escuchar esa palabra?
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