Hay cosas que no me cuadran de la política como el costo excesivo que se destina a la publicidad y campañas de los candidatos. Por ejemplo, podemos hacer un comparativo con lo que se invirtió para que la ciudadanía conociera quiénes fueron sus ciudadanos distinguidos este año (un cuarto de plana) y la diferencia resulta abismal. Se supone que la importancia de una cosa con respecto a la otra debería de tener la misma abismalidad; sin embargo dudo de que eso sea así, sobre todo tratándose de los partidos pequeños que ni siquiera se ocuparon, algunos, de informar sobre su currículum.
La ciudad se encuentra inundada de fotografías de personajes que en realidad buscaban una chamba, como usted y como yo. En lugar de que la foto sea de tamaño infantil, es tamaño póster o tamaño espectacular. La política ha dejado de hacerse con ideas. ¿Qué tanta diferencia ideológica representan los dos principales partidos? ¿Hasta qué punto la izquierda mexicana es izquierda y quién es la izquierda? ¿Es viable el socialismo? ¿Qué diferencia existe entre socialismo y comunismo? ¿Qué significa el liberalismo? ¿Qué significa economía de mercados? ¿Debe, la libertad, tener límites? ¿Cómo nos va en el Tratado de Libre Comercio? ¿Por qué China, perteneciendo al comunismo, se presta a la explotación del obrero, abaratando su propia fuerza de trabajo? ¿Le hace el caldo gordo al capitalismo? Todo esto está para perderse, mas cuando no se ofrecen puntos de referencia para la interpretación.
Te pierdes, porque las definiciones no concuerdan con la realidad. Se supone que un partido político es un grupo de personas que se juntan con el fin de defender una ideología o un sistema. Cuando hablas de un grupo social de esta naturaleza, el individuo debe de saber supeditarse al grupo. Adivinas que algo anda mal, cuando la lucha por el poder es tan descarada, que al individuo no le importa afectar al grupo con tal de salirse con la suya. Y lo que sucede en nuestro México es la pulverización de los partidos. Vaya espectáculo. El juego político es exigir que el pueblo, sus impuestos, paguen la vanidad individual de cada actor que es incapaz de comprometerse con nadie. La guerra es de todos contra todos y no hay de dónde echar mano. La última travesura es la de Naneth, quien en la última semana de elecciones declina su candidatura en favor de otro partido, ¡sin tomar en cuenta la opinión del propio! Eso sí que es confiar demasiado en su vanidad o en su estupidez.
México surrealista. Qué lejos estás de encontrar la solución a tus problemas. Eso sí, el dinero que no les falte. La democracia pende de un hilo, para escoger hay que conocer proposiciones. (Sale barato publicar una página en el periódico para que se conozcan, pero el pueblo no lee).
Seguimos a expensas de la demagogia. Por ejemplo, dicen que la oferta universitaria es una manera de resolver la capacitación para el trabajo; sin embargo, las fuentes de trabajo que se abren son maquiladoras y éstas no contratan profesionistas, sino obreros calificados. Lógico es pensar que se estuviesen abriendo escuelas técnicas.
En realidad, hay sobreoferta universitaria. Habría que traer carreras que no existen. Las universidades privadas sólo ofrecen más de lo mismo. (Ni los taxis alcanzan para tanto profesionista desempleado).
Demagogia: mientras sobre el dinero para las campañas políticas, falta para construir aulas educativas del nivel básico. ¿Para qué seguir? ¡Soluciones! ¿Alguien escuchó alguna solución viable? ¿Algún partido pequeño sorprendió a la ciudadanía?
Las fotos, desde hoy, no pasan de ser basura; una pesadilla que llegó a su fin. La mayoría de los candidatos vuelven a su condición de desempleados. Esperemos que para estas alturas ya se nos haya informado que algunos partidos pierden su registro; que es lo mismo que nos dijeran que vamos a dejar de mantener a tanto vago.
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