En días pasados, el presidente municipal electo, convocó a los creadores a las instalaciones del Teatro Isauro Martínez con el fin de escuchar sus propuestas. Como la convocatoria se hizo mediante invitación telefónica, puede decirse que ni estuvieron todos los que son, y ni son todos los que estuvieron. Puede hablarse de una representatividad; pero lo que interesa no es eso.
Lo de la convocatoria es algo que sucede cada tres años, una especie de requisito o de ritual de cada sexenio. Se recogen iniciativas y después quién sabe qué pasará con ellas. Lo curioso es que no se vio la posible designación de alguien como responsable y mientras que en estas cosas no exista un responsable directo ¿a quién se le podrá exigir que cumpla con las responsabilidades?
En segundo lugar: en este trienio todo dependió del responsable quien ya traía ideas preconcebidas como si fuera un superdotado fuera de serie que no necesitara de los creadores para efectuar sus políticas; cuando son ellos quienes precisamente sufren las carencias y saben las necesidades. Si nos vuelve a tocar alguien similar, podemos esperar otros cuatro años a ver si se designa a alguien que comprenda que la democracia funciona cuando todos participan y cuando las personas asignadas deben de coordinar más que imponer.
Tercero: quien se designe debe de salir de las personas que han participado y son reconocidos en el campo de la cultura. Participar no precisamente quiere decir ir al teatro como espectador o a veces comprar un libro. Participar quiere decir tener currículum o como creador o como verdadero promotor. Se corre el riesgo de que el puesto sirva para resolver el problema económico del ?idiota de la familia? (título de un ensayo que Sartre hizo sobre Flaubert y que a estas alturas jamás he encontrado en las librerías locales). ¿Por qué el presupuesto de la cultura tiene que cargar con los patitos feos?
Cuarto: me temo que quieren provocar riña entre el oficio de creador y el oficio de promotor. Yo no sé de dónde viene la riña si el creador es promotor, primero de su obra y segundo de su arte, tercero de las otras artes. ¿Por qué promotor piensa que el creador no puede promover si su vida es eso, promover lo imposible: el gusto por el arte? Para que el creador pueda seguir creando tiene que tener algo que lo mantenga económicamente. La promoción se convierte en una posibilidad. El sueldo le daría holgura para crear; además, también promovería, sobre todo a la ciudad, como últimamente ha sucedido con aquéllos que suelen ganar premios nacionales e internacionales.
Y vaya si hay que promover, con tanto talento que existe en Torreón es una vergüenza que ni se conozca ni que se le promueva. Por ahí habría que comenzar; haciendo un inventario de los valores con los que contamos y de los proyectos que ya llevan camino avanzado para tomar decisiones futuras. Alguien por ahí decía que la cultura popular no existe; a reserva de discutir lo que es la cultura popular, una de sus características es que se forma y explica a través de la historia. Precisamente, hacer este inventario, es re descubrir algunos fragmentos de nuestra cultura popular, del presente o futuro, sobre todo en una ciudad como la nuestra de tan reciente creación. (También hay que hacer inventario de fiestas, usos y costumbres: 28 de octubre, San Judas Tadeo, reliquia, cultura popular).
¿Cultura popular? ¿Cultura de masas? ¿Cultura superior?
Quinto: un estado no puede sobrevivir sin políticas culturales. Lo interesante sería conocer cuáles son esas políticas culturales: en otras palabras: qué medios se van a seguir para conseguir qué fines según qué bases ideológicas. Ésta sería una manera de establecer las reglas del juego, y sabríamos a qué atenernos. Insisto: cultura es lo que le da sentido a los actos del hombre y los sentidos surgen de una base ideológica que fundamenta un paradigma ético, moral, religioso o estético.
Los temas se encuentran en el aire para quien quiera discutirlos. Para eso son las democracias. El que tenga oídos que escuche.
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