EFE
MANILA, FILIPINAS.- Miles de filipinos y las principales autoridades se congregaron ayer en la catedral de Manila para asistir al entierro del cardenal Jaime Sin, la más influyente figura católica del país, en una ceremonia con honores de jefe de Estado.
El cardenal Sin, que apoyó la llegada al poder de las presidentas Cory Aquino y Gloria Macapagal Arroyo, tras ayudar al derrocamiento de dos presidentes, falleció el pasado martes a causa de un fallo renal, a los 76 años. El funeral fue oficiado por seis cardenales venidos de Estados Unidos, Japón, Indonesia y Taiwán, y más de 100 obispos de todo el país.
A la ceremonia asistió la presidenta, Gloria Macapagal Arroyo, los principales líderes políticos y los miembros acreditados del cuerpo diplomático en Filipinas. Esta es la primera vez que un prelado filipino recibe honores de jefe de Estado con las 21 salvas de honor disparadas al comienzo de la ceremonia.
El féretro con los restos mortales de Sin, envuelto en la bandera filipina, fue transportado en un carruaje tirado por caballos por la plaza exterior de la Catedral, situada en la antigua parte colonial de Manila, Intramuros, y fue enterrado en la cripta donde reposan otros obispos.
Desde su fallecimiento el pasado martes, la capilla ardiente ha estado instalada en la catedral, y por ella han pasado cientos de miles de filipinos para dar el último adiós al que fuera icono de la democracia en el archipiélago.
El secretario personal de Sin, Rufino Sescon, dijo que el prelado fue enterrado con su casulla púrpura y la cruz de los cardenales, y con su féretro se incluye una “cápsula del tiempo” que contiene algunos objetos particulares, un rosario, y algunos diarios con los titulares de su muerte.