EL PAÍS
MADRID, ESPAÑA.- El tratado más ambicioso jamás acordado para proteger el medio ambiente entra en vigor mañana. El Protocolo de Kioto obliga a controlar las emisiones de gases de efecto invernadero para mitigar el cambio climático. El acuerdo tendrá repercusiones en las fábricas y las viviendas; en Bailén y en Berlín; en el modo de vida y en el desarrollo económico.
Las fábricas, la electricidad, gran parte de nuestro sistema de vida está basado en el petróleo y el carbón, que emiten CO2 (dióxido de carbono), que se acumula en la atmósfera y calienta el planeta. Reducir las emisiones, pues, supone un reto colosal. Cumplir el tratado en España requerirá cambios en el modo de vida y en el modelo económico. Desde ya.
En España se emiten 400 millones de toneladas de CO2 equivalente, una medida que convierte en CO2 los seis gases de efecto invernadero (metano, óxido nitroso y tres gases industriales además del CO (carbono)
En el mundo se emiten unas seis mil millones de toneladas al año, una cifra en continuo ascenso. Es el fruto del desarrollo, de la revolución industrial, de la máquina de vapor, de la era del petróleo. Casi todo lo que nos rodea emite CO2.
Cuando usted enciende la luz por la mañana, emite CO2 en la central térmica que le suministra la electricidad, que la generó quemando carbón. La gasolina de su coche emite CO2; la fábrica del vidrio de sus gafas emite CO2; el cemento para la autovía que le lleva al trabajo emite CO2, la calefacción de su oficina en verano y el aire acondicionado en invierno emiten CO2. Siderurgia, metalurgia, papeleras, cementeras, cerámicas... todas emiten CO2.
El CO2, y otros gases en menor medida, se acumulan en la atmósfera. En la historia, la concentración de CO2 en la atmósfera ha variado entre 200 y 300 partes por millón (ppm). Actualmente está en 370 ppm. Las primeras previsiones calcularon que en 2050 la concentración llegaría a las 550 ppm. Puede que se alcance antes.
La atmósfera contiene pequeñas proporciones de ciertos gases que son casi transparentes para la radiación solar, pero casi opacos para la radiación infrarroja que emite la superficie terrestre de vuelta al espacio. Así la atmósfera absorbe calor que sale de la Tierra y lo envía de vuelta a la superficie. Es el llamado efecto invernadero. Si aumenta la presencia de esos gases en la atmósfera, la superficie terrestre aumenta su temperatura. La acumulación de CO2 y otros gases por la actividad humana está causando una subida de temperatura a escala mundial.
El catedrático de Física de la Atmósfera de la Universidad de Castilla-La Mancha y experto en cambio climático, Manuel de Castro, explica que “la temperatura global media ha subido 0.6 grados de media en el último siglo y la tendencia es que siga subiendo, especialmente en las zonas más cercanas a los polos”. La década de los noventa fue la más cálida del siglo XX.