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Entre amigas

Adela Celorio

Sabiendo Cotilla que a hora tan temprana yo todavía no me enchufo la cabeza con el cuerpo, ofreció pasar por mí. En el camino me sirvió de su termo un café que a pesar de ser malísimo, me ayudó a establecer contacto con el mundo real, de tal manera que cuando llegamos a la cita, como que yo ya empezaba a carburar y pude darme cuenta de la magnitud del lugar a donde habíamos sido convocadas.

Accedimos a la imponente residencia por un jardín arbolado y estratégicamente sembrado de piezas prehispánicas. Pinturas de los grandes como Tamayo y Toledo, decoraban los muros del salón de juegos en el que nos encontrábamos según calculé, unas cien mujeres quienes excepto yo, todas eran “totalmente Palacio”.

Estábamos tan cómodamente instaladas, que hasta me permití otro sueñito mientras aparecía la invitada, porque ya se sabe, el retraso va siempre en relación con la importancia del personaje que esperamos. Me despertó el rumor: ¡Ya viene! ¡Ya viene!

Y todas callaron para recibir a Beatriz Paredes, quien en autóctona y arrugada vestimenta y con el pelo como de quien no tuvo tiempo de peinarse, se dirigió sonriente y saludadora al podio que le tenían preparado.

Por una de esas maromas de la imaginación, se me ocurrió preguntarme si Madrazo o Montiel se atreverían a presentarse desgreñados y con el calzón de manta que usan los indígenas.

Una vez instalada, Beatriz miró complacida el ostentoso entorno y afirmó contundente: -Esto es México Señoras, miren a su alrededor- sugirió, y trajo a cuento la arquitectura de Barragán, la tradición pictórica nacional, y hasta nuestra herencia cultural prehispánica para enmarcar su discurso en la belleza del lugar que nos hospedaba.

-Este es el México en el que creo. Esta es la Capital, el corazón del país que yo las invito a rescatar conmigo- dijo. Y yo que ya había despertado del todo tuve que parcharme la boca con ambas manos para no gritar: -Este es el México de los PRIdilectos. El México de los afortunados -de grandes fortunas- parientes, amigos y compadres de los PRIdilectos. El México de los ciudadanos del diario es muy otra cosa, murmuré comiéndome mis propias palabras.

Y Bety siguió: -Aquí “entre amigas” tenemos que reconocer que sólo se puede gobernar cuando hay concentración porque no existen intereses ulteriores. Yo no los tengo- aseguró exactamente igual que lo hicieron en campaña Cárdenas y AMLO.

Más adelante sin embargo, el discurso tomó consistencia y tras las mentirijillas apareció la sólida política que conoce a fondo la compleja problemática de esta capital. Si no fuera porque viene de un partido en el que la mayoría de los miembros padece una severa indigencia moral -para muestra basta un Madrazo- Beatriz sería de momento la única opción presentable.

adelace@avantel.net

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