Entrevista | Gobernantes deben buscar el bienestar de la gente: Eduardo Murra Marcos
La Laguna tiene un gran futuro, asegura el empresario
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Que el próximo alcalde, gobernador y presidente de la República sean gente honrada, trabajadora y que antes que nada, busquen el bien de la gente. Y es que muchos políticos lo único que pretenden es su lucimiento o escalar posiciones, en lugar de buscar el bien común, opina Eduardo Murra Marcos.
El director general de la Compañía Comercial Cimaco, desde la comodidad de su oficina en el tercer piso de la sucursal Hidalgo, accede a hablar de los temas de actualidad: la sucesión presidencial, el futuro de La Laguna y el nuevo Papa, a quien tuvo oportunidad de conocer en el 94 y de quien guarda una fotografía como recuerdo. Pero, también confiesa algunos de los secretos del éxito de sus tiendas y el orgullo por los 75 años de permanencia en el gusto de la gente.
A nivel municipal, opina, es poco un trienio para lograr grandes cambios. “Creo que este Ayuntamiento ha hecho lo que se tenía qué hacer en tres años, espero que el próximo siga con la mejora de los bulevares, pues va a quedar pendiente el Revolución; además, está el ambulantaje, una problemática que ningún alcalde ha podido resolver. Y es un asunto que le atañe directamente, porque dice que si toda la economía fuera formal, todos tendrían las mismas oportunidades, al pagar los impuestos correspondientes.
De la actual gestión del Gobierno del Estado, el empresario se muestra satisfecho. “Creo que el licenciado Enrique Martínez y Martínez ha hecho un buen trabajo, vino mucho a Torreón, volteó mucho para acá”. Así que, asegura, espera que el próximo gobernador siga la misma línea.
Y ya en pleno tema político, Murra Marcos se atreve a confesar su favoritismo por Martínez y Martínez rumbo a la Presidencia de la República. “Nos daría mucho gusto verlo de presidente de la República”.
-¿Y tendrá posibilidades?
“Pues no sabemos, a veces las circunstancias son las que cuentan, yo pienso en lo personal que sería un buen presidente, ojalá y que llegara”.
En ese contexto, augura un gran futuro para La Laguna, cimentado con bases muy sólidas. “Lo que necesitamos es que vengan más inversiones, que los mismos laguneros hagamos más inversiones, ya no de maquilas y de ropa, sino más inversiones de largo plazo y estoy seguro que a futuro se van a dar”. Aunque está consciente de que a nivel mundial, actualmente “los tiempos económicos no son muy buenos, pero esperamos que en el futuro crezca más La Laguna”.
El legado
Un año después de la crisis de 1929, don Elías Murra estableció una tienda en la que se vendían únicamente radios. Poco a poco, su visión para los negocios lo llevó a meter más artículos para el hogar, e incluso hasta importar.
El legado de ese hombre es custodiado ahora por Eduardo Murra Marcos, apoyado por la tercera generación de esta familia de empresarios, que recae en sus hijos Alfredo y Eduardo.
Pero más allá del negocio, don Eduardo dice que la principal enseñanza que su padre les heredó fue a trabajar de manera honesta. “Él siempre nos enseñó a trabajar en forma honrada, a tratar a todo mundo bien, sin importar su condición, a ser amables con los clientes, con los empleados, y siempre buscar solucionar los problemas sin pleitos, de ahí que Cimaco casi nunca ha tenido pleitos jurídicos, casi nunca ha estado en los tribunales, porque siempre buscamos arreglar los asuntos a base de diálogo y entendimiento”.
De la permanencia en las preferencias del público, Murra Marcos señala que el éxito radica en la innovación. “Cimaco siempre ha estado innovando, cambiando, porque lo peor que puede hacer una empresa es quedarse siempre igual”.
Aunque no todo ha sido fácil en 75 años. “Mi padre me platicaba de épocas muy difíciles, cuando quitaron el patrón oro y luego el patrón plata, cuando las devaluaciones que afectaban mucho al negocio, porque se compraba mercancía importada y luego se vendía a crédito en moneda nacional”. Quizá ésos fueron los momentos más difíciles en este tiempo de historia.
Y de lo mejor, el empresario lagunero dice que ha sido el público: “Nuestra gente y los clientes de La Laguna, que nos han preferido siempre y es lo que nos ha logrado mantener”.
De este modo, las expectativas apuntan hacia nuevas tiendas en otras regiones del país, principalmente en el Norte. “¿Dónde y cuándo?, no lo sabemos, quizá donde la situación económica lo permita”.
Pero antes habrá que celebrar por todo lo alto el 75 aniversario. “Nos sentimos muy orgullosos de cumplir 75 años el próximo primero de septiembre, porque aunque hay otras empresas en La Laguna con mucha historia, no cualquiera llega a esta edad. Por eso, tenemos proyectado hacer muchas campañas, promociones, así que esperamos nos hagan crecer más en ventas”.
Y en medio de todos los festejos, don Eduardo tiene que cumplir con una apretada agenda de trabajo, como la de cualquier exitoso empresario. “Cada día es diferente, un día tengo una reunión en el Tec de Monterrey, otro en el Patronato del Teatro Nazas, y otro participo dentro del Consejo de Simas, pero lo más importante es estar al pie del cañón del negocio.
¿Que cómo se logra? “La verdad es que tengo un gran equipo de gente, de funcionarios, porque creo que hay que delegar las cosas y uno solamente supervisar”.
Ése es parte de su secreto para tener un negocio sólido y en crecimiento, parte del legado que quiere dejar a su familia.
La fotografía del recuerdo con el ahora Papa
Una tarde de mayo de 1994, a la salida del Museo del Vaticano don Eduardo Murra Marcos y su esposa, Nury Farrús de Murra, conocieron a un agradable personaje, cariñoso y amable del que nunca imaginaron que se convertiría en Papa algún día.
El entonces Cardenal Joseph Ratzinger caminaba por las calles del Vaticano como cualquier otro cristiano, recuerda don Eduardo.
“Nos había invitado un proveedor de muebles de Italia a su fábrica que está cerca de Venecia, después de visitarla fuimos mi esposa, el comprador de muebles de Cimaco -Gabriel Wong-, su esposa -Flor de Wong- y yo a Roma, y como sabíamos que ahí estaba don Luis Morales -en aquel entonces Obispo de Torreón- nos pusimos de acuerdo para vernos allá junto con Monseñor Castillo”.
Fueron al Museo del Vaticano y al salir don Luis Morales saludó al Cardenal Ratzinger, quien respondió “con muchísimo cariño, nos lo presentó y tomamos una única fotografía porque se nos había acabado el rollo”.
Don Eduardo recuerda que la primera impresión que le causó el hoy Papa Benedicto XVI fue el de “una persona amable, agradable, nos saludó con mucho cariño, se veía joven a pesar de que su cabellera ya era completamente blanca, iba caminando por la calle como cualquier persona cuando nos lo encontramos”.
Como hombre que le gusta estar bien informado, Murra Marcos se ha enterado por los periódicos de las opiniones encontradas con respecto al nuevo Papa. “Dicen que es de mano muy dura, muy ortodoxo, pero yo creo que hay que esperar a ver sus primeras decisiones, puesto que también en el Concilio Vaticano II fue de los cardenales que más promovieron la Reforma, entonces yo creo que veremos realmente cuál va a ser su manera de pensar en las primeras decisiones que tome”.
Opina que el mayor reto de Benedicto XVI van a ser los mismos católicos que piden más flexibilidad en temas polémicos, como el control de la natalidad. En ese sentido, abunda que este tipo de cuestiones deben ser abordadas a la brevedad “porque no podemos seguir creciendo de forma indefinida, ya somos más de seis mil millones de habitantes, en México, por ejemplo, cada vez hay más pobres y no hay trabajo suficiente para todos, y mientras el Congreso no haga las reformas...”.
También, don Eduardo Murra Marcos tuvo la oportunidad de conocer al recientemente desapareci-do Juan Pablo II, a quien recuerda como “un hombre muy carismático, todos lo quisimos mucho”.
Él asistió a una comida en la Nunciatura Apostólica, cuando “El Papa Peregrino” visitó México en 1999. “Tuve oportunidad de verlo muy de cerca, y lo que más me admira es que haya vivido tantos años, puesto que yo aquella vez lo vi ya un hombre grande, muy cansado, pero creo que su misma fortaleza espiritual fue lo que lo hizo vivir tanto”.