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Esbozos del pensamiento de Benedicto XVI

Juan de la Borbolla

No es difícil encontrar las fuentes necesarias para descubrir el pensamiento de Benedicto XVI.

Ha escrito tanto, tan claro y tan sincero a lo largo de su prolífica vida de intelectual universitario, de maestro en Teología y de prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, que el reto consiste precisamente en lo contrario; en resumir en muy breves párrafos un pensamiento tan impresionante.

Circulan más de 35 libros de su autoría; creo que pocas veces en la historia de la Iglesia podremos encontrar que al momento de la elección de un Papa ya se tenga tal magnitud de obra escrita y publicada por un Pontífice recién elegido.

Entresaco por ello algunas ideas manifestadas por Benedicto XVI, tanto de sus libros de difusión masiva: Informe sobre la Fe y La Sal de la Tierra, como de múltiples entrevistas periodísticas que se le han hecho:

Este gran humanista no rehúye preguntas difíciles, leamos su respuesta a la consabida pregunta tan de moda últimamente en torno al tema de los sacerdotes que realizaron acciones de pedofilia.

Sí, tenemos que hacer examen de conciencia sobre lo que nos ha sucedido. La Iglesia es una institución inmersa en el mundo, con todas sus tentaciones. Una serie de malentendidos derivados del Concilio hacía pensar que bastaría con identificarse con los comportamientos del mundo... En consecuencia muchos sacerdotes han perdido el ancla de la comunión con Cristo. Ahora debemos reflexionar sobre cómo podemos, por una parte, conservar la apertura al mundo, es decir, ser solidarios con nuestros contemporáneos y por otra, permanecer en profunda comunión con Cristo. Sólo así se puede garantizar la posibilidad de vivir según el Evangelio en nuestro tiempo.

Otro ejemplo de pregunta dura no rehuida por el actual Sumo Pontífice fue la siguiente.

La declaración “Dominus Iesus” ha sido juzgada como un documento fundamentalista que corría el riesgo de cortar de raíz cualquier diálogo ecuménico. ¿Lo volvería a escribir?

- Sí, ciertamente. Etiquetar a un documento como “fundamentalista” es una manera de evitar el diálogo. Es una etiqueta que no acepto porque no es justa. A muchos, casi todos los protestantes, les agradó la primera parte del documento, en donde hay una confesión franca, humilde y abierta de que Cristo es el Hijo de Dios, aunque es distinto a todas las grandes personalidades de la Historia de las Religiones. Sólo la Iglesia católica tenía la posibilidad de hablar al mundo con esta voz, sobre Cristo.

El segundo punto, naturalmente, ha presentado serias dificultades a los protestantes. La Iglesia no es sólo un proyecto para el mañana, es una realidad para hoy y está bien que una Iglesia piense en custodiar a la Persona que la ha creado. Y esto, a pesar de nuestras insuficiencias y nuestras separaciones. Muchos obispos que han llegado de países donde los católicos son minoría nos dan las gracias por la valentía con la que hemos afirmado nuestra identidad. Sólo a partir de una identidad bien definida se puede discutir.

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