Lima, (EFE).- "El mundo interior" del santuario de Machu Picchu ha sido explorado por espeleólogos españoles y técnicos peruanos con el fin de descubrir parte del antiguo Camino Inca y los secretos que se ocultan en las 16 cuevas que hay en la zona.
El espeleólogo español Salvador Ghinot, que encabeza el grupo, lleva adelante desde 2002 el programa "Ukhupacha", que significa en quechua "el mundo de abajo", que se contrapone en la cosmovisión andina al "Kaipacha", el mundo "de aquí" o sobre el suelo, y el "Hanaqpacha", que es el cielo.
El proyecto busca capacitar a los peruanos interesados en la técnica de la escalada para que colaboren en el descubrimiento y exploración de las cuevas y caminos cercanos a los cientos de monumentos arqueológicos de Perú.
Ghinot dijo a EFE que en los últimos tres años han explorado 16 cuevas, llamadas "chinkanas", en Machu Picchu, donde se ha hallado diversa cerámica incaica.
Dentro de las "chinkanas" se han descubierto también variados trabajos arquitectónicos, relacionados con ceremonias funerarias y el culto a seres divinos y espíritus guardianes del "Ukhupacha", como se observa en las cuevas de Rumiwasi o de Q'aqyaqhawana, en el santuario arqueológico.
Además, han descubierto una red de caminos, cuya exploración aún está inconclusa, que incluye uno que cruza la ciudadela inca, construido a unos 700 metros de altura, y que lleva a lo que se conoce como el puente inca y el "camino de la garganta" que se inicia en el Huayna Picchu, cerro vecino a las ruinas.
En el santuario arqueológico de Machu Picchu, ubicado en la región de Cuzco, hay diversas maneras de unir puntos de recorrido, por lo que los incas tenían tres tipos de caminos: el religioso, el administrativo y el militar.
La única manera actual de descubrirlos y recorrerlos es con el uso de cuerdas y técnicas derivadas de la espeleología, que explora las cuevas y las simas.
Ghinot dijo que les costó "sangre, sudor y lágrimas" convencer a las autoridades peruanas para que otorguen los permisos para trabajar en Machu Picchu y que en todo este tiempo contaron con el apoyo incondicional de la Universitat Jaume I de Castellón (España) y la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI).
Según el espeleólogo, "las evidencias recogidas en los últimos tres años dejan en claro que la civilización inca contó con arquitectos e ingenieros que, debido a la inclemencia del clima, construyeron caminos en las alturas".
Ghinot señaló que "los incas salvaron dificultades geológicas como pantanos, ríos, paredes verticales y pendientes con la construcción de escalinatas, túneles, puentes y otros ingenios dignos de admiración para la época en que se desarrolló su imperio".
"La civilización inca dominó las alturas con maestría y sus técnicos tenían avidez para progresar por paredes escarpadas, y lo que demuestran es que la utilización de las cuerdas era impresionante", comentó.
Entre las múltiples anécdotas que ha cosechado el primer grupo de espeleólogos extranjeros que trabaja en Perú se encuentra el haber rescatado el cuerpo de un turista brasileño que murió de un infarto en el Huayna Pichu, a unos 3.500 metros sobre el nivel del mar.
También la participación en la ancestral costumbre andina de los "pagos" (ofrendas) a la tierra cada vez que inician una exploración.
Los "pagos" a la tierra, llamada "pachamama" en quechua, es un ritual andino que consiste en ofrecerle a la tierra hojas de coca, licor y diversos productos agrícolas que forman parte del "despacho", que es dirigido por un "pagapu" o sacerdote inca.
El proyecto "Ukhupacha" acaba de firmar un convenio con el Instituto Nacional de Cultura de Perú para buscar mediante la espeleología las rutas ocultas del "Qhapac Ñan" o Camino Real Inca, que va desde Cuzco, capital del Imperio, hacia Ecuador, Bolivia, Colombia, Chile y Argentina.
Además, "Ukhupacha" espera obtener la autorización para trabajar en la ciudadela de Kuélap (en el noreste de Perú), construida con piedra caliza por la cultura Chachapoyas (siglos VII a XV de nuestra era).
Esa ciudadela, debido a la densa vegetación que la rodea, requiere de un plan especial para su conservación, así como las 200 momias encontradas en el vecino centro arqueológico de Leymebamba.