Ayer, Saltillo se convirtió en una suerte de circo con cuatro pistas. La rispidez del adelantado proceso priista para elegir a su candidato a gobernador sigue dominando la escena estatal, y no precisamente en los mejores términos.
En la pista número uno, el alcalde Humberto Moreira Valdés anuncia que será hasta después del 15 de junio cuando dejará el encargo para contender por la candidatura; afirma que se irá despreocupado, aún cuando el Congreso Estatal no ha resuelto los manejos financieros de su administración durante el año anterior. Pondera los resultados de las encuestas -que, por supuesto, le favorecen- y desestima las críticas a su desempeño. Por lo pronto, le quedan quince días para seguir promoviendo su imagen como alcalde en radio, prensa y televisión, antes de empezar, en forma, la precampaña.
En la pista número dos, Jesús María Ramón amenaza con no participar en las elecciones internas de su partido, si antes de una semana el organismo no resuelve un pliego petitorio de diez puntos que ayer entregó al enviado de la dirigencia nacional, Manuel Cavazos Lerma. Entre otras cosas, demanda la “liberación” inmediata de la convocatoria, la renuncia a cualquier cargo público o partidista de los interesados en participar en el proceso y la destitución de todos los integrantes de la Comisión Estatal para el Desarrollo de Procesos Internos, a cargo del diputado local Gabriel Calvillo Ceniceros. Mientras el diputado federal estira la liga que aún lo une al PRI, el presidente del Comité Directivo del Partido Unidad Democrática de Coahuila, Evaristo Lenin Pérez Rivera, anticipa que está listo para postularlo como candidato a gobernador.
En la pista número tres, Javier Guerrero García coincide con Jesús María Ramón en demandar que el PRI publique cuanto antes la convocatoria para las elecciones internas, pues “vale la pena que la tengamos a la brevedad posible, de tal manera que se establezcan criterios, consideraciones y se puntualicen temas que le den confianza y cauce a lo que es esta etapa previa y a lo que será la etapa de la precampaña rumbo a lo que todos esperamos dentro del PRI y que tengamos la posibilidad de llevar a cabo un proceso ejemplar”.
Y finalmente en la pista número cuatro, el gobernador Martínez sale a escena para plantear como “conveniente” que los aspirantes a la gubernatura firmen un pacto de civilidad política. Pero aún así, no reconoce las turbiedades del proceso, ya que desde su óptica, es natural la efervescencia política registrada en Coahuila “pues no estamos en un velorio, sino en un trabajo político que hace los partidos, los aspirantes y los precandidatos... debemos acostumbrarnos a eso”.
Sólo resta confiar en que el mandatario tenga razón y la lucha por el poder entre priistas no termine por explorar senderos aún más ríspidos.