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Espera la muerte para reunirse con su esposo

JORGE RODRÍGUEZ ESTRADA

Anselma asegura que los últimos tres años y medio de su vida han sido una tortura

EL SIGLO DE TORREÓN

SAN PEDRO, COAH.- Desde que enviudó, los últimos tres años y medio de su vida han sido una tortura para Anselma Banda, quien afirma sólo esperar la muerte para poder reunirse con su esposo. Hundida en la soledad, sólo la acompañan un perro y tres gatos. La vida ya no tiene sentido para ella.

Apoyada en sus recuerdos, la temporada navideña le ayuda a superar la profunda melancolía que la embarga, pues sabe que en este mes vendrá su único hijo que reside en Los Ángeles, California, donde trabaja desde hace muchos años.

El otro de sus hijos, Abraham, murió a los 45 años, víctima de complicaciones propias de la diabetes. Su nuera se fue a vivir a Monterrey, Nuevo León, llevándose con ella a sus dos nietos que de vez en cuando le llaman a casa de una vecina para saludarla.

Su maltrecho cuerpo agobiado por una escoliosis (desviación de columna), debido a su edad, así como una fractura múltiple que sufrió en el tobillo izquierdo hace unos años, le impiden realizar las faenas propias del hogar

Su salud, minada por enfermedades crónico degenerativas tales como hipertensión y artritis reumatoide, la imposibilitan para sentirse independiente como ella quisiera. ?Tengo que depender de una buena vecina que me trae de comer y me ayuda a ?alzar? la casa?, dice Anselma.

Desde muy joven, a los 19 años, se casó con Teodoro a quien conoció en el instituto donde él estudio para contador privado y ella para secretaria mecanoestenógrafa en la ciudad de Saltillo. De su relación, procrearon cuatro hijos, dos de ellos fallecieron muy pequeños debido a enfermedad.

Hace casi ya tres años y medio, que se quedó sola, pues Teodoro dejó de existir. ?El cáncer se lo llevó en menos de tres semanas. No sufrió, pero aún su recuerdo me llena de tristeza?, dice.

Se mantiene de la escasa pensión que recibe del Seguro Social y que trata de ?estirar? como ella dice, pues ?la luz está por las nubes?, refiriéndose a los altos cobros por la energía eléctrica. Por fortuna vive en casa propia, por lo que la renta no es problema para ella.

?Íbamos a cumplir 50 años de casados, en enero de 2003. Teníamos planes para hacer un festejo en grande, pero él se murió en julio de 2002. El año pasado, mi hijo Abraham, murió por la diabetes. No se cuidaba. Luego, mi nuera se fue. Sólo me quedan ?El Pitufo?, ?Nico?, ?La Micifuz? y ?el Pinto?, refiriéndose a su perro y tres gatos.

Su blanco rostro surcado por las arrugas de sus casi 71 años de edad, se ilumina igual que sus ojos tristes, al recordar que ya estamos en el mes de diciembre y siempre para antes de Navidad, la visita su hijo que lleva el nombre de su difunto esposo: Teodoro.

?Nunca se olvida de mí. Cada semana me llama por lo menos tres veces. Ha estado muy malo, pero me dice que ya está mejorando. Me prometió que antes del 24 vendrá a visitarme para estarse unos días conmigo y pasar la Navidad y el Año Nuevo?, comenta llena de ilusión al tiempo que el pequeño perro de la raza Chihuahua, se sube a su regazo y mira con desconfianza al intruso visitante.

Anselma dice que no quiere irse a Los Ángeles, pues no se lleva bien con su otra nuera, por eso prefiere vivir sola rodeada de su perro y gatos. ?Con ellos no tengo problemas, nomás con ?Nico? que se va toda la noche y luego regresa todo ?aporreado? y enfermo, como ahorita que tiene mucha tos?.

Además de la tan esperada visita de su hijo, lo que le ilusiona en su triste vida, es reunirse con su ?viejito? muy pronto, dice mientras se despide para arreglar el cajón de plástico donde acuesta a ?Nico?.

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